En Euskadi se compran menos pisos y menos grandes viajes y lord Byron murió en Grecia hace doscientos años. Lo primero tiene algo de inquietante; afecta a la vez al impulso nómada y al sedentario. Si te mueves menos, deberías ensanchar tu comodidad doméstica. Pero ... tampoco: la noticia añade que se reduce la adquisición de aparatos informáticos y electrodomésticos. O sea, que se avecina un tiempo de estoicismo, aunque puedes viajar a sitios cercanos, eso sí, y resignarte a que tu ordenador se convierta en antigualla (lo hará en cualquier caso, antes o después). Del televisor olvídate, y más ahora que Ana Blanco se ha ido de TVE; lo de esa casa es para preocupar. Las televisiones de ahora no se fían del buen entendedor -creerán que hay pocos- y te bombardean con una explicitud apabullante. El cultivo perseverante del mal gusto y el esfuerzo por volvernos gregarios conviven con el asombro ante el retorno de Trump: qué cosa tan graciosa.

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En fin, que eso de ni viajes ni pisos ni electrodomésticos suena un poco a asedio. Son cosas de la economía, que preocupa hoy como ayer; la última carta que Byron escribió, cuando le quedaban diez días de vida, está dirigida a un banquero amigo suyo. Byron habla de dinero, y también de su apoyo a la causa griega contra los turcos; tiene cerca de cien hombres, pagados por él, a disposición del gobierno griego. Parece estar diciendo me tenéis un poco harto. Eran otros tiempos, ciertamente; Byron hizo grandes viajes. Estuvo en Sevilla, donde una dama local le tiró los tejos, y el poeta hace algún comentario sobre el desparpajo de las españolas. Estuvo en Waterloo, un año después de la batalla, cuando Napoléón ya había sido mandado a los tedios de Santa Elena -se aburría tanto allí que hasta estudió inglés- y Waterloo, evidentemente, no era lo que es hoy en materia de visitantes. En cualquier caso, Napoleón perdió y Wellington ganó y los ingleses se vinieron tan arriba que ahora han sentado plaza en asuntos gastronómicos. Dice Jamie Oliver que estamos programados para que nos guste el azúcar -después matiza eso, claro está-. ¿Estamos programados para viajar menos? Dice Tomatito que, si quisiera tocar como Paco de Lucía, se amargaría la vida. Pues eso. Estamos programados para no amargarnos. Feliz marzo.

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