Lorca rural visto por Ilu Ros

Para entonces, ya había realizado una inmersión previa en la vida y la obra del poeta granadino. Y antes de eso, se dio cuenta de lo presente que estaba en la vida de las mujeres de la generación de su abuela, las protagonistas de 'Cosas nuestras', ya que todos los autores de las coplas que tanto les gustaban a aquellas señoras -que no a ella, reconoce-, todos, tenían como gran referencia los versos y los dramas de Lorca.

Así que, de alguna manera, estos tres libros ilustrados que Ilu Ros ha publicado están conectados entre sí. «Y creo que ya cierro este ciclo. 'Una trilogía rural' ha sido para mí un regalo, proponerle a mi editora dibujar estas tres obras y que me dijera que adelante ha sido un regalo. Y creo que lo dejo ahí... Pero nunca digas nunca», se sonríe; quién sabe en qué puede dar una relación que en realidad comenzó hace muchos años más, cuando leía a Lorca en clase, veía alguna de sus obras de teatro y paseaba por su ciudad. «Viví cinco años en Granada, mientras estudiaba Bellas Artes, y eso ya es entrar de lleno en su universo».

Nadie duda de que Federico García Lorca es una referencia importante todavía hoy, el creador de una obra singular, con un universo propio, del que aún se pueden decir muchas cosas. «Ese universo es muy rico y es muy visual. Aunque fuera escritor, era también dibujante, era un artista completo Poeta, dramaturgo, dibujaba, iba para pianista», explica. «Así que sus textos eran muy visuales. Con sus metáforas y su lirismo, hablaba de lo muy concreto. La luna, el fuego, los animales... Todo eso, para una ilustradora, evoca muchas cosas que te dan muchas ganas de dibujar».

Ella toma muchas notas antes de coger las pinturas. «Escribo mucho. No hago muchos descartes porque no dibujo hasta que no está todo claro, la estructura y cada ilustración. Sé si quiero destacar una figura concreta, si voy a dibujar una escena de tensión sexual o de violencia. Y me pongo cuando ya lo tengo todo en la cabeza. Hay alguna ilustración en la que me dejo llevar -la línea, la expresividad- pero todo está ya en la cabeza antes de empezar con el dibujo».

Las tres historias de 'Una trilogía rural' comparten muchas imágenes, muchos elementos. «Por eso lo considero una trilogía; comparten la época, la zona, esa tierra hostil castigada por el sol, la gente campesina, la presión social, el qué dirán y las mujeres como protagonistas, el deseo. Y luego cada una tiene una atmósfera diferente. Por ejemplo, 'Bodas de sangre' es la más lírica y poética, 'Yerma' se aleja de ese amor romántico que puede haber en las otras dos y habla más del dolor de la mujer que no puede tener hijos, y de esa presión social y de lo terrible de desear tanto algo que no te llega; y 'La casa de Bernarda Alba' es una obra sobre el autoritarismo. Bernarda encierra a su hijas. Esta fue la última obra que Federico leyó a sus amigos y familiares antes de que lo fusilasen. Es una obra escrita cuando se fraguaba un golpe de Estado y luego una guerra, su asesinato y la dictadura».

Ilu Ros ha conseguido hacer suyo ese universo lorquiano y ha obtenido con ello una buena crítica, pero el hecho es que el comienzo daba un poquito de miedo. Es lo que tiene que Lorca sea una figura tan importante de la literatura universal. «Sentía mucha presión porque es también una figura muy importante de un momento histórico de España. Y yo sabía que necesitaba rigor sobre todo, no confundir conceptos, saber muy bien quién fue, qué dejó».

Ese proceso de documentación comenzó para la preparación de 'Federico', un libro al que la animó su editora tras darse cuenta de que en 'Cosas nuestras' aparecía de forma recurrente. «Ella me dijo: 'Está claro que te interesa'. Habla de mujeres del mundo rural, como mi abuela, de ser inmigrante, y yo era inmigrante en Inglaterra, porque me fui a poner copas en 2011 y estuve allí ocho años. Hablaba de la mujer en las primeras décadas del siglo XX, con problemas que había y sigue habiendo, me gustaría decir que no están de actualidad pero ahí siguen», resume.

Empezó entonces a «convivir con Federico». Llegó también la pandemia, así que la convivencia fue muy estrecha, sin casi interrupciones. También estaba su pareja en casa, pero en realidad esa pareja durante muchos meses fue el escritor granadino. «Fue un trabajo muy intenso y con mucha presión. Pero tenemos la suerte de que exista toda esa documentación y tantos testimonios de los que lo conocieron. La pregunta es qué podía aportar yo, cómo abarcarlo, cómo contar algo nuevo».

Y la respuesta fue que al no ser académica «podía trabajar sin impostar». «Yo soy una dibujante a la que le gustaban mucho él y su obra, que siento algo cuando vuelvo a leer sus textos -explica-. He ilustrado 'Federico' y 'Una trilogía rural' desde la admiración de una dibujante que quería contar el universo lorquiano en el que tantos hemos entrado. En este último libro, he podido dar un último enfoque a sus obras para dejarme llevar por su imaginario sin presión».