Letra de cambio

También influyó en que se sustituyera la tipografía gótica que el invento traía de Maguncia por la romana, que, además de pertenecer a su tan querida herencia clásica, era más legible. Es decir, aportaba claridad y pulcritud, que bastante tenían ya los lectores con sortear las erratas que plagaban los textos debido a que quienes los componían -quienes colocaban los tipos en las planchas- tenían un latín ramplón y destajista. En el prólogo de su última obra, él, que tantas ediciones propias y ajenas corrigió, dejó escrito: «Una sola cosa te pido, lector, que no se atribuya al autor la falta de cuidado del impresor».

Con los años -y el éxito- logró incluso cambiar la forma en que se negociaban los privilegios, la exclusividad. Lo normal era que el impresor se interesara por los de un único título, pero Nebrija consiguió hacer un lote con toda su obra. O todo o nada, le dijo al suyo. Así logró imprimir obras menores que de otro modo no hubieran despertado ningún interés. Años después de su muerte, sus hijos montaron una imprenta en Granada para poder seguir reeditando y vendiendo su obra.