En Siberia. Dostoyevski, a la izquierda, en el barracón de Omsk.

El legado

Hay autores que son rescatados en el presente por unas circunstancias concretas y superficiales relacionadas con una moda y otros que siguen lamentablemente olvidados y que merecerían un rescate actual porque tienen cosas que decir al mundo de hoy. Ninguno de esos casos es el ... de Dostoyevski porque la fuerza de su propuesta literaria y filosófica es tan potente que nunca ha sido enterrada y sigue en vigor, no como una moda, sino como una referencia ininterrumpida que vuelve a nosotros de manera recurrente. Dostoyevski ha vuelto en el plano literario por la vía del existencialismo, del que fue precursor, en novelas como 'Un hombre acabado' (1913) de Giovanni Papini, 'La náusea' de Jean-Paul Sartre (1938) o 'El extranjero' (1942) de Albert Camus. En todas ellas se aprecian ecos de la voz en primera persona que se oye en 'Las memorias del subsuelo'. Una voz que volvería a escucharse más nítidamente que nunca en 'El enano', novela publicada en 1944, y en la que el Nobel sueco Pär Lagerkvist presentaba a un bufón malvado que narraba en primera persona el caos y el derramamiento de sangre que era capaz de provocar en un reino ficticio.

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La voz del subsuelo dostoyevskiano se oiría asimismo, con un registro más desenfadado, en el 'No soy Stiller' (1954) del suizo Max Frisch, como se oiría en una versión más enfermiza y expresionista en 'El tambor de hojalata', publicada por el Nobel alemán Günter Grass en 1959 y a través de Oscar Matzerath, el niño macabro que decide no crecer en medio de la Segunda Guerra Mundial. Y, finalmente, también ha sido reconocida por la crítica en un autor de lengua española, Ernesto Sabato, a través de dos de sus personajes enemistados con la realidad, como son el Juan Pablo Castel de 'El túnel' (1948) y el Fernando Vidal Olmos del 'Informe sobre ciegos', que viene a ser una novela dentro de la novela en 'Sobre héroes y tumbas', publicada en 1961 y partícipe del fenómeno del boom latinoamericano.

Pero, más allá de una lista de títulos que sería mucho más amplia que la aquí reseñada, la herencia de Dostoyevski sigue vigente por lo que tiene de políticamente incorrecta, así como de antídoto contra los nihilismos destructivos, las ideologías del odio y los fanatismos de toda clase y filiación.

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