
Las lecturas del 11-M
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Dos décadas después del mayor atentado terrorista en España, se publican nuevos libros que demuestran que aún no está todo escrito ni asimiladoEduardo Laporte
Sábado, 9 de marzo 2024, 00:05
En un mundo plagado de relatos, el malo del 11-M no está claro en el imaginario colectivo. Pero quien haya leído los ensayos de ... investigación de Fernando Reinares sí tendrá localizado a Amer Azizi. Tanto en '11-M. La venganza de Al Qaeda', de 2021, como en su reciente '11-M. Pudo evitarse', ambos publicados en Galaxia Gutenberg. Este último empieza, de hecho, así: «Hay suficiente evidencia para concluir que el marroquí Amer Azizi fue el ideador primigenio y el inductor principal de los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid». Si bien Netflix estrenó en 2022 una serie basada en el libro de Reinares, cabe hacer la prueba en nuestro entorno más cercano y preguntar: ¿quién ideó el 11-M? Aunque todos conocemos a Osama bin Laden, y nos suena el nombre de Mohamed Atta (uno de los que estrellaron un avión contra las Torres Gemelas), pareciera que el autor intelectual del mayor atentado en suelo español nos dejara indiferentes veinte años después, así como su destino final: fue abatido en 2005 por un misil de la CIA, en Pakistán.
Tampoco han bastado veinte años para escuchar una rectificación por parte de aquellos que alentaron la implicación de ETA en el atentado. Esta es una de las reivindicaciones de 'La llamada', [La mentira del 11M: Aznar quería que fuera ETA], de Jesús Ceberio, director de 'El País' en el momento de los atentados, que ha publicado este mes la editorial Debate. Ambos autores dan por cerrado el caso y arremeten contra quienes consideran que intoxicaron a la opinión pública. Sin embargo, veinte años después, La Esfera de los Libros, la editorial de 'El Mundo', periódico señalado como uno de los responsables de esa intoxicación, publica 'Las claves ocultas del 11-M', con 448 páginas a cargo de Lorenzo Ramírez, periodista vinculado a Libertad Digital y esRadio, y prólogo de César Vidal. En el libro se pasa por alto la sentencia del juicio que presidió el juez Bermúdez y se insiste en que el diseño del 11-M corrió a cargo de «grupos que actúan con bandera falsa, de forma soterrada, sin asumir la autoría de sus actos y culpando a sus enemigos». Como si «el gran bulo» que señala el periodista Pablo Ordaz, uno de los que cubrió con más dedicación el citado juicio, no hubiera remitido aún.
Han pasado muchos años, veinte, pero da la sensación de que las certezas que muestra Fernando Reinares en su '11-M. Pudo evitarse' fueran todavía conjeturas, cuando no infundios para quienes sostienen teorías alternativas. Reinares prefiere apoyarse en evidencias y, sobre todo, en la documentación policial y judicial disponible en la Audiencia Nacional, «que contiene valiosa información sobre personas relacionadas con el entramado terrorista que preparó y perpetró los atentados de Madrid». Experto en terrorismo y miembro del Real Instituto Elcano, su tesis se solventa en las primeras páginas de su certero ensayo. Pudo haberse evitado el 11-M, ya que tanto el Cuerpo Nacional de Policía como la Guardia Civil llevaban un seguimiento de muchos de quienes prepararon y ejecutaron los atentados. Por desgracia y pese a ese control, «los funcionarios adscritos a estas unidades no evitaron que los terroristas llevaran a cabo su voluntad de perpetrar una matanza en los trenes de Cercanías».
Aunque parezca fácil analizarlo a posteriori, lo cierto es que había indicios considerables para estar alerta en cuestiones de seguridad nacional y haber evitado ese «fallo policial» tan trágico. Poco después de los atentados de Nueva York, se llevó a cabo en España la Operación Dátil, «contra individuos relacionados con la célula que Al Qaeda había mantenido en España durante siete años». Estas acciones policiales, sumadas a las alianzas geopolíticas de Aznar, provocarían ese efecto bumerán, como dejó claro el comunicado emitido por Al Qaeda el mismo 11 de marzo, por la tarde, en el que reconocían que la matanza era «parte de un ajuste de viejas cuentas con la cruzada España».
Cabría pensar que el entonces presidente del Gobierno, en campaña electoral cuando tuvieron lugar las explosiones en Madrid, había leído al Nietzsche que sostiene que no hay hechos, sino interpretaciones. Aznar se mantuvo férreo en la defensa de la autoría de ETA durante las horas y días inmediatamente posteriores a los atentados , sin llegar a abandonar esas hipótesis hasta hoy. Entre las consecuencias de esa contumacia, la de perder unas elecciones que, según las encuestas, tenía prácticamente ganadas su sucesor, elegido por él mismo, Mariano Rajoy.
Jesús Ceberio, periodista y director de 'El País' durante trece años, estaba al frente de dicho medio en el momento de los atentados de Atocha. Fue uno de los directores de periódico que recibió una llamada de Aznar ese mismo día. Ese es el tema de su ensayo 'La llamada', en el que carga las tintas contra esa «gran mentira que ha mantenido durante veinte años». No la grabó, pero recuerda bien esa conversación de apenas dos minutos que se repitió en las principales cabeceras. «Tengo la certeza de que ha sido ETA», le transmitió el presidente del Gobierno a las 13.06 horas. «Veinte años después, sigue sosteniendo que él era la diana de aquel atentado», ignorando que el mismo día la mayor parte de los indicios apuntaban a la vía islamista.
Minutos antes, Ceberio había hablado con Alfredo Timermans, secretario de Estado de Comunicación, quien le dio la versión oficial que luego corroboraría Aznar y que por entonces también abrazaba un lehendakari Ibarretxe algo fuera de juego. 'El País' cambió el titular de portada de su edición extraordinaria de la tarde. 'Matanza terrorista en Madrid' se convirtió en 'Matanza de ETA en Madrid'. Ceberio, en un ejercicio de honestidad que reclama para otros con más responsabilidad que él entonces, no duda en reconocer su culpa sobre esa portada: «Fue el mayor error de mi vida profesional».
También el 11-M ha alimentado la narrativa más literaria. Ya sea dentro esa no-ficción con vocación literaria que Manuel Jabois plasmó en 'Nos vemos en esta vida o en la otra' (Planeta, 2016) o en esa novela inclasificable de Manuel Gutiérrez Aragón, 'La vida antes de marzo', que se hizo con el premio Herralde en 2009. La acción se sitúa, curiosamente, en un 2024 que entonces sonaba lejano, para, a partir de ahí, tirar del hilo de la memoria.
No son muchas, no obstante, las novelas escritas al calor del 11-M. En 2014, apenas se habían publicado cuatro novelas al respecto y hoy no son muchas más. A la exigua lista hay que añadir una novela más de género, el thriller 'Un mundo mejor para vivir' que J. L. Martín Nogales ha publicado este año en menoscuarto. La novela aborda los preparativos del atentado y la posterior investigación y añade, como combustible narrativo, una historia de amor. Pero el texto destaca sobre todo por su fidelidad al sumario 20/2004 y recrea los hechos recogidos en ese gran documento. Ofrece una inmersión en aquellos dramáticos sucesos como solo puede hacer la novela, es decir, exponiendo los hechos pero dándoles vida a través de la recreación literaria de las situaciones y los personajes adecuados.
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