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Rodrigo Blanco Calderón, en un momento de la entrevista. p. urresti
Rodrigo Blanco Calderón | Escritor

«Al lector de fuera le parece insólito lo que es el día a día en Venezuela»

lecturas ·

En su novela 'Simpatía' narra una historia de abandonos simbolizada en unos perros

Viernes, 15 de abril 2022, 20:29

'Simpatía' (Alfaguara) va de perros. Ya que hemos decidido proyectar tanto en ellos, como asegura el escritor Rodrigo Blanco Calderón (Caracas, 1981; ganó el premio Vargas Llosa con su primera novela, 'The Night'), por qué no iban a ser los perros el núcleo de ... una trama en la que se retrata la Venezuela de los últimos años de puertas para adentro. Lo que ocurre es que la gente emigra y abandona perros, que se exilia y abandona relaciones de todo tipo, que quien se queda tiene que hacer frente al desamparo. Hay un halo de surrealismo en la historia, pero solo si no lo has vivido, claro, explica el autor.

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- El Hotel Humboldt, que es real y es fundamental en la novela, es todo un símbolo de país frustrado.

- Como caraqueño uno tiene una relación muy particular con algunos de sus iconos arquitectónicos. El Humboldt está muy presente en nuestras vidas, se ve desde cualquier sitio y toda la historia que lo rodea -su construcción, fue un proyecto abortado desde el principio- forma parte de la mitología de país, de cómo se concibe el poder, del afán de modernidad.

- Un personaje dice que «en este país los planes siempre han sido hermosos». ¿Es un buen resumen?

- Hay frases que salen en el impulso de la escritura, en el contexto de los diálogos de los personajes, pero que logran transmitir una lectura un poco crítica de la modernidad venezolana, de ese país petrolero que se configura en el siglo XX y que a partir de la segunda mitad del siglo, cuando recibe inmigrantes, con una economía boyante, inicia una modernización rápida. Fue un proceso muy acelerado que caló profundo en la mente de los venezolanos pero que en realidad duró muy poco. Estos procesos de modernización son un poco ficticios. Lo que ha pasado en los últimos 20 años habla de eso, de conflictos no resueltos, de lo no logrado. En Caracas hay varios ejemplos arquitectónicos de despropósito que transmiten unas ínfulas que contrastan con la pobreza y la conflictividad social.

- La novela no quiere solo retratar esa realidad pública.

- Parte desde la primera línea de un contexto social y político reconocible, el éxodo masivo, pero es sobre todo una novela de puertas adentro, que transcurre dentro de las casas, de las relaciones familiares y de pareja. La lectura social es algo secundario, de fondo.

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- ¿Es inevitable que asome?

- Claro, yo no reniego de eso. Mis cuentos y mi primera novela están abiertamente marcados por esa realidad, pero en esta el reto era acercar más la cámara a los personajes y ver qué pasaba dentro. Es inevitable que aparezca la verdad: el cerrajero que llega tarde y con los zapatos destrozados porque tiene que venir caminando, el vigilante que está desmayado porque no ha comido en dos días, eso me tocó verlo a mí y es lo que me cuentan amigos y familiares sobre cómo se ha agudizado la crisis.

«En mi novela, la lectura social es algo secundario, de fondo»

Paralelismo

- Por momentos eso parece parte de un mal sueño.

- Esos eventos muy violentos o traumáticos son muy realistas, lamentablemente naturales. Cuando le parece algo insólito al lector de fuera, me doy cuenta de lo atípicas que son estas experiencias que vivimos los venezolanos. A ti te produce una sensación de impacto, insólita, pero es el día a día. Al revisar la novela atenué el tono de algunas escenas para que estuvieran todos los episodios al mismo nivel.

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- ¿Por qué esa importancia de los perros en la trama?

- En Venezuela había una migración masiva y un abandono masivo de perros entre primavera y verano de 2018, cuando la escribí. Nosotros siempre hemos sido muy de perros y, en esta situación, mi familia creó una fundación dedicada a rescatarlos de la calle. Eso por un lado. Y luego mi esposa y yo nos sentíamos bastante solos en París, donde vivíamos entonces, con una necesidad tremenda de afecto, de tener un perro, pero no nos lo podíamos permitir, así que nos dedicamos a cuidar los de los parisinos como un trabajo temporal. Era doble ganancia para nosotros: nos pagaban y teníamos perros (risas). Ahí empezó la novela. ¿Qué puede pasar por la mente de alguien que decide abandonar un perro?

- Los verdaderos perros abandonados, aquí, ¿no son las personas, tan desamparadas?

- El paralelismo está presente desde el principio. El personaje principal se me fue configurando como un huérfano desde la primera página. Hice de él una especie de perro abandonado, sí. Los perros son unos seres en sí mismos que dan muchísimo afecto, eso no tiene comparación porque los humanos no somos capaces de darlo así. Y por eso proyectamos tanto nuestra capacidad de amar como nuestra impiedad en ellos. Alguien que es capaz de hacer daño a un perro, tarde o temprano hará un daño a otra persona. Hay muchos elementos de proyección del alma humana en los perros en esta novela.

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- Ulises, ese personaje, descubre que la gente que podría ser más 'normal' o feliz está igual que el resto (de mal).

- Él se siente como un replicante de 'Blade Runner' porque no ha crecido en una familia y no supo entender cómo se dan las relaciones humanas y quiere aprender según lo que encuentra... pero tener una familia no garantiza nada de por sí, eso es lo que él ve. La familia de su esposa es la muestra de que una familia puede ser un nido de víboras. Así que su desamparo es radical hasta que aparece este perro con el que puede establecer un vínculo abierto.

- ¿Confiamos demasiado en la familia como estructura?

- Los perros son todos por esencia huérfanos: se les arrebata de la madre y terminan siendo criados por familias adoptivas, se adaptan constantemente y aman a quienes los cuidan. No están obsesionados, como los humanos, por el origen. Tienen una conexión muy sabia con los afectos del presente. La novela fue la oportunidad de reflexionar sobre ese tipo de cosas que yo pienso. Los perros te entienden sin palabras siempre. Nosotros tardamos en saber qué nos están queriendo decir. Es el gran sacrificio por la evolución de la especie, ¿no? Sacrificar el instinto.

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