José Jiménez Lozano, biblioteca y jardín
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La Fundación Jorge Guillén comienza la publicación de su Obra Completa, que se abre con los dos tomos de sus 'Diarios'Carlos Aganzo
Sábado, 1 de abril 2023, 00:04
«En el silencio de la biblioteca que da al jardín, un hombre ve pasar los días sobre el paisaje infinito de la meseta castellana. Los ve, como sólo su lenta verdad puede ser vista: a través de los libros que lo han venido acompañando». ... Así comienza el prólogo a la edición de los dos tomos que componen los 'Diarios' de José Jiménez Lozano, firmado por su amigo Gabriel Albiac. «Si tienes un jardín y una biblioteca, tienes todo lo que necesitas», escribió Cicerón. Y a fe que la sabiduría de la biblioteca que guardaba en su casa de Alcazarén (Valladolid) este «último clásico de la lengua castellana» solo podía compararse con la belleza de su jardín en los días de primavera castellana, y de todo ese paisaje infinito de la meseta que Jiménez Lozano eligió como horizonte ético, estético y vital para su existencia.
Narrador, ensayista, poeta, articulista… Más que un escritor, José Jiménez Lozano (Langa, Ávila, 1930; Valladolid, 2020) ha sido una literatura. Una literatura nutrida en las mejores esencias de la escuela castellana de Teresa de Jesús y de Juan de la Cruz, pero con una proyección en el pensamiento europeo de la posmodernidad con muy pocas comparaciones en nuestro tiempo. Tres años después de su muerte, la Fundación Jorge Guillén emprende la aventura de publicar su Obra Completa, construida con el legado que el escritor le dejó en 1997. Y lo hace mediante la edición de los dos volúmenes (2.190 páginas en total) que forman sus 'Diarios', más bien cabría decir sus Cuadernos, escritos a lo largo de 47 años. Un proyecto que el propio escritor dejó diseñado, y en el que seguirán a los diarios sus novelas y relatos, sus poemas, sus ensayos y sus artículos periodísticos, por este orden. Una obra ingente y plena de matices, sensibilidades y conocimientos, que Jiménez Lozano escribió desde la humildad más absoluta, a pesar de haber recibido por ella algunos de los más relevantes reconocimientos.
El primero de los dos volúmenes de los 'Diarios', para algunos la obra más auténtica de toda la literatura de Jiménez Lozano, se abre con 'Los tres cuadernos rojos'. Aquella primera incursión en el género que recogía, de manera antológica, sus anotaciones y reflexiones consignadas entre los años 1973 y 1983. Años en los que el escritor trabajaba, primero como redactor y después como subdirector (1978) en la redacción de 'El Norte de Castilla', y en los que, además de otros muchos trabajos, redactaba a diario los editoriales y la crónica internacional del periódico.
Fue en 1985 cuando se decidió a dar por primera vez a la imprenta esta muestra de su escritura más personal, venciendo las «dubitaciones y reluctancias» que le sugerían seguir guardando en secreto sus «soledades». La primera de las anotaciones de este período comienza reproduciendo una conversación de 'casinillo' sobre la Guerra Civil, en la que los tertulianos cuentan sus peripecias personales por encima de toda connotación política. Interlocutores que, como él mismo entonces, se confesaban «en ese instante en el que el ser humano medio se cree estafado por la vida, y, por lo tanto, también por la política». Una constante que le definió para el resto de su vida. Aquella primera entrega concluía el último día del año 1983, en el que el escritor pasaba la tarde «revolviendo papeles», y recordando las últimas palabras del italiano Ignazio Silone, cuando le confesaba a su mujer que la única cosa concreta que dejaba para la posteridad era «la materia prima del lavoro di uno scrittore». Esa materia prima que para Jiménez Lozano, ya en 1983, tenía la futilidad y el romanticismo de los «tesoros de un niño», a saber: el «resplandor casi invisible» que emana de «la hermosura de las cosas pobres», y que representa el signo absoluto de su mejor producción literaria.
A aquella primera selección de diarios le seguirían, sin prisa pero sin pausa, otras, como 'Segundo abecedario' (1984-1988), 'La luz de una candela' (1989-1993) o 'Los cuadernos de letra pequeña' (1993-1998). La cadena solo se rompe entre 1998 y 2000, cuando sus cuadernos, y con ellos sus anotaciones, desaparecieron, lo más probablemente, «en la limpia anual» de su despacho.
El primer volumen de la segunda serie de diarios se registraría bajo el título de 'Advenimientos' (2001-2004), con la novedad, a partir de aquel momento, de incorporar en la selección algunos de los poemas que después pasarían a formar parte de sus libros, y que entonces se escribieron directamente en los cuadernos. Poemas como ese que dice: «Mata la helada a la flor del almendro,/ un año y otro año, y uno y otro siglo, / contra la ley de Darwin./ ¿Será flor de Darwin la esperanza humana,/ o flor del almendro», y que identifican la poesía de Jiménez Lozano como una verdadera isla entre las corrientes de su tiempo. Detrás de los 'Advenimientos' vendrían 'Los cuadernos de Rembrandt' (2005-2008), 'Impresiones provinciales' (2010-2014), 'Cavilaciones y melancolías' (2016-2017) y 'Evocaciones y presencias' (2018-2020).
Pocos testimonios de su escritura, como estos diarios, nos permiten conocer en profundidad el verdadero valor de la obra del escritor abulense y vallisoletano. Su coherencia, su verdad y su permanencia en el tiempo. De hecho, resulta estremecedor comprobar cómo en las páginas de sus últimos diarios, alumbrados por el fuego de hogar de una sabiduría todavía más alta, los afanes y preocupaciones del poeta, del pensador, siguen siendo los mismos de los primeros tiempos de su escritura. En su última reflexión consignada en un cuaderno, el día 13 de enero de 2020 (murió el 9 de marzo), mostraba todavía su ilusión (y su preocupación) por la puntualidad en la salida de la imprenta de 'Precauciones con Teresa' y una nueva edición de 'El Mudejarillo'.
Las dos figuras, Teresa de Jesús y Juan de la Cruz, que le acompañaron de principio a fin de su existencia. Para más adelante dejar escrito: «Me han traído alegría la perdiz exhibiendo encantada sus media rojas y otro pájaro difícil de decidir qué es, y que parece que lleva una especie de lentes, o quizás solamente son ojeras, y muestra una gran seriedad o inquisición de algo». Biblioteca y jardín hasta las últimas consecuencias.
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