Salta la noticia de que el TAV a Bilbao recibirá un impulso definitivo, y los lectores de este periódico reaccionan con escepticismo. Interesante asunto. Buena parte de los problemas vecinales de España tienen que ver con las malas comunicaciones de antaño; dificultaban que la gente ... se conociese y se sintiera unida. Los habitantes de la cornisa cantábrica deberíamos besar el asfalto de la A8 como hacía Juan Pablo II al llegar a un aeropuerto. La autovía nos volvió menos virtuosos, eso sí; hacía falta una paciencia de hierro para viajar por el norte, es obvio que los lujos modernos nos ablandan. Y eso es lo bueno de la espera por el TAV y otros asuntos similares: que te curtes más en el estoicismo que leyendo a Séneca.

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Quizá para compensar esa tardanza, habrá enlace nuevo entre Bilbao y Copenhague a partir del próximo junio. También eso nos hará menos virtuosos; podríamos caer en un repunte de la vieja envidia hispánica si nos da por volver a ver 'Borgen', por ejemplo, y comparar cosas. ¿Un debate político sutil, a cargo de gente con lecturas y ajena a la marrullería? Inquietante. La cultura es ese aliado que ayuda a detectar un discurso mendaz y declararlo inaceptable, y los daneses son cultos. Shakespeare, que nunca estuvo en Dinamarca, afirma en 'Hamlet' que algo huele a podrido en aquel reino: una injusticia hacia el país que ahora ofrece hygge, buenas cervezas, ágora decente y cultura de bici. ¿Cómo no van a ser felices los nórdicos, siempre tan prudentes? Sin salirse de 'Hamlet', Polonio le aconseja a Laertes que no encallezca su mano con agasajos a amigos poco fiables. La frase merecería un sitio de respeto en la carrera de San Jerónimo, santo patrono de los traductores, por cierto: razón de más.

El rey danés Harald Diente Azul, en cuyo honor se llama Bluetooth como se llama, unificó al país e impulsó el cristianismo. Fue todo un cambio. Lógicamente, lo que antes no era virtud pasó entonces a serlo, y viceversa. El realismo mágico de los vikingos se desvaneció con Thor y Odín. Su hijo Svein Barba Bifurcada fue rey de Inglaterra durante seis semanas. Con nombres tan vistosos, el éxito les llegaba por añadidura. Pásenlo bien.

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