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El rey Carlos III se lleva unos diez meses con Bruce Springsteen. Han sido los dos noticia por razones parecidas: han tenido que reforzar, cada uno a su manera, mando en plaza. Carlos fue coronado en Westminster en una ceremonia que parecía sacada de un ... tapiz medieval; Bruce arrancó gira en Barcelona y actuará mañana en el Circo Máximo de Roma. Será curioso ese contraste entre las grandes piedras milenarias y el ruidoso despliegue del rock; el imperio de Occidente cambia de músicas, pero sigue en pie. El concierto de Springsteen empieza con 'No Surrender', que dice aprendimos más de un disco de tres minutos que en la escuela: una frase más profunda de lo que parece. El rock es inmediato y tienta al espíritu inquieto. En fin, rebeldías.
Carlos III no tuvo esa opción. Es fácil intuir la adolescencia incómoda de quien llevaba el pelo tan bien peinado y la ropa tan bien planchada en pleno despegue de Beatles y Stones: una exigencia de guion quizá dura de llevar. Y pasó el tiempo. Cuando salió 'Born in the USA', el disco en el que viene 'No Surrender', Carlos ya era un hombre casado. Y a Bruce le faltaba poco (los dos se divorciarían después). Y en España, los socialistas gobernaban en mayoría absoluta: una excentricidad. Y el Athletic de Bilbao fue campeón de Liga y de Copa ese mismo año. Ha habido nostalgias recientes de aquellos triunfos futbolísticos, y debate sobre la dificultad de reeditarlos. Es seria esa dificultad. Si fue posible montar un Mundial en Qatar haciendo la vista gorda a dos o tres asuntos muy importantes, eso significa que el mercado ha ganado terreno en detrimento de filosofías más idealistas. Los tiempos cambian. Ya lo dice Susan Sarandon en 'Thelma y Louise' cuando le preguntan por teléfono dónde están. No es en mitad de ninguna parte, contesta ella, pero se ve desde aquí. Eso es lo que nos pasa ahora con el futuro, que se ve desde aquí. Ya llovió desde aquellos títulos felices del Athletic; digamos ya llovió mientras llover sea entendible, por habitual, y el planeta se nos conserve. Y mañana, concierto del Boss en el Circo Máximo, entre el Palatino y el Aventino, donde un día hubo carreras de carros y peleas de gladiadores. No está nada mal para un chico de Nueva Jersey. Rock en el circo romano: cuánta miga.
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