Por iniciativa de un conde

Los zapatos están varados en en el muelle de Pest, entre el Parlamento y el Puente de las Cadenas. Este puente colgante de hierro forjado no ha visto solo atrocidades en su larga vida, la más larga para una obra de ingeniería de este tipo en la ciudad. Fue inaugurado un 20 de noviembre de 1849 y llamado Puente Széchenyi porque lo impulsó el conde István Széchenyi. No fue mala idea, en absoluto. Hasta ese año, para ir de Buda a Pest había que montarse en una barca y eso no era posible ni recomendable todo el año.

En invierno la gente cruzaba a pie el río helado, con mucho peligro. El puente, que tardo 20 años en ser terminado, solucionó el problema y dio inicio a la construcción de otros muchos, esos que ahora se ven desde los cruceros por el Danubio. Pero no sin antes provocar una última desgracia. Dicen que los leones deslenguados que lo adornan -cierto: no tienen lengua- llevaron a su escultor, János Marschalkó, a tirarse al agua allí mismo.

Sufrieron los húngaros en las riberas del Danubio, y el puente también. Fue volado por los nazis y reconstruido en 1949, un aniversario redondito. Pero no solo ha servido para inmortalizar tragedias. Desde el cuadro que el pintor local Barabás Miklós hizo en 1864, las técnicas han cambiado mucho y del Puente de las Cadenas se puede decir que pasó enseguida a la imagen en movimiento: ha salido en películas del referente cinematográfico nacional István Szabó, en producciones de Hollywood ('I Spy', 'Au Pair', 'An American Rhapsody') y hasta de Bollywood, y en un videoclip de Katy Perry.