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Harrison Ford y Sean Young, en una escena de 'Blade Runner'.
Idilio replicante

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'Blade runner' ·

En la película de Ridley Scott, con dos versiones, la relación de Rachael y Deckard nos interroga sobre los límites del amor y la humanidad

Martes, 13 de febrero 2024, 19:10

Son dos historias de amor distintas protagonizadas por los mismos personajes. Todo depende de la versión de 'Blade runner' que escojamos: la estrenada en los cines en 1982 o el montaje de 2007, el definitivo para Ridley Scott. Son diferentes no por algo que digan o hagan los amantes, el cazarrecompensas Rick Deckard (Harrison Ford) y la replicante Rachael (Sean Young), sino por una ensoñación que da a la segunda versión un significado inesperado, tan o más perturbador que el de la primera y que nos interpela sobre nuestra propia naturaleza.

'Blade runner' se basa en '¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?' (1968), una novela distópica de Philip K. Dick, que murió cinco meses antes del estreno de la película. Cuenta la caza y captura de un grupo de replicantes huidos a la Tierra desde las colonias espaciales, donde se les usa como esclavos. Es 2019 y estamos en Los Ángeles, una megalópolis superpoblada, oscura, sucia, asfixiante.

Los fugados son seres creados mediante ingeniería genética, ejemplares del último modelo. «Están diseñados para imitar a los humanos en todo menos en las emociones, aunque, según sus creadores, al cabo de unos años podrían tener reacciones emocionales: odio, amor, miedo, rabia, envidia», explica el comisario Bryant a Deckard cuando le encarga eliminarlos. Con recuerdos implantados y una vida limitada a cuatro años para evitar que desarrollen emociones, son casi idénticos a los humanos. Solo se les puede identificar mediante un test de empatía.

'Más humanos que los humanos' es el lema de la Tyrell Corporation, la compañía que los fabrica. Los amantes se conocen en su sede, un inmenso zigurat en medio de Los Ángeles. Deckard somete a Rachael a la prueba de empatía a petición del magnate Eldon Tyrell. No supera el examen. Se cree humana; pero es un modelo experimental. Le ocultan el resultado. Descubre su naturaleza artificial en su primera visita al apartamento del cazarrecompensas. Él le demuestra que los recuerdos de su infancia son falsos, implantados. Ella rompe a llorar y huye.

La segunda vez que visita el piso, tras salvar la vida a Deckard, vuelve a querer irse, pero él no le deja, la agarra, la zarandea, la acorrala, le roba un beso… Acaban haciendo el amor, aunque no lo vemos. Presenciamos el preámbulo, una escena violenta. La 'violación del pasillo', la llama Michael Deely, el productor de la película. Una vez que mata a los replicantes fugados, Deckard vuelve al apartamento en busca de Rachael y huyen en un coche volador sobre un paisaje verde hacia un futuro feliz, pero breve. Ella muere solo dos años después durante el parto por cesárea de una niña, según 'Blade runner 2049' (2017).

En la película de 2007, el cazador es tan artificial como las presas. No es solo que a Deckard a veces le brillen los ojos en la oscuridad, como a Rachael y al búho artificial que vuela por la sede de la Tyrell Corporation. No es solo que esté obsesionado con sus fotos familiares, como los replicantes, porque les sirven para reforzar las falsas memorias. Esos guiños ya estaban en el metraje original, pero no eran concluyentes.

Lo es el unicornio al galope que un Deckard ebrio ve en una ensoñación de nueve segundos. Al final, cuando huye con Rachael del apartamento, ella pisa un unicornio de papel de aluminio que ha dejado en el descansillo Gaff, el policía aficionado a la papiroflexia. En la versión original, la voz en 'off' del cazarrecompensas -impuesta por el estudio- nos informa de que Gaff le dice así que «había estado allí y la había dejado vivir». En el montaje final, el silencioso unicornio le dice algo totalmente diferente: Gaff conoce sus sueños; sabe que él, Deckard, es un replicante. Las puertas del ascensor se cierran detrás de los amantes y la pantalla se funde en negro.

Si son seres idénticos a nosotros y con el tiempo desarrollan emociones, ¿qué nos distingue de ellos?

Recuerdos implantados

Del humano que se enamora de un ser artificial en 1982 pasamos al romance entre dos seres artificiales en 2007. El amor entre replicantes está apuntado en la relación entre Roy y Pris, el líder de los fugados y el «modelo básico de placer». Ambos sienten, además, la muerte de sus compañeros de huida. Cuando Deckard mata a Pris, Roy llora amargamente sobre el cadáver ensangrentado. Y todos los replicantes sienten miedo.

Si son seres idénticos a nosotros y con el tiempo desarrollan emociones, ¿qué nos distingue de ellos? ¿Acaso no es amor lo que sienten Deckard y Rachael, Roy y Pris? Los seres artificiales indistinguibles de los humanos son ciencia ficción, pero, si un programa de ordenador simula alguna vez sentimientos como ChatGPT inteligencia, ¿nos daremos cuenta de que se trata de una pantomima? ¿Qué pasa si los finge para manipularnos?

Los sentimientos de los replicantes de 'Blade runner' son fruto de sus experiencias y recuerdos. Como los nuestros. Sus recuerdos son falsos. Como algunos de los nuestros. Pero es que nuestros recuerdos auténticos tampoco lo son al cien por cien, ya que cada vez que rememoramos algo lo recreamos. Los psicólogos saben cómo implantar ficciones en nuestra memoria, que las fotos las refuerzan, que vernos en una imagen nos hace creer que hemos vivido esa escena y que una foto manipulada puede alterar nuestro recuerdo de un hecho. Así que, aunque no nos brillen los ojos en la oscuridad, somos más parecidos a Rachael y Deckard de lo que creemos.

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