Guillermo Gómez Muñoz
Sábado, 22 de junio 2024, 00:17
La palabra «hoguera» deriva de 'focaria', la forma femenina de 'focarius'. Corominas menciona que en latín 'focaria' se refería a la cocinera, pero el latín hispano la usó desde antiguo y tendió a adquirir un uso adjetival con el mero significado de 'de fuego'. Esta ... forma se extendió por la península con testimonios en portugués y catalán, e incluso saltó al árabe o al bereber marroquíes. El 'Diccionario Etimológico Castellano En Línea' menciona también que 'focaria' se usó en latín como sinónimo de 'concubina', aquella que calienta la cama. En castellano, el primer testimonio escrito de «hoguera», conservando la f inicial, se encuentra en Berceo (s. XIII), en su milagro XVI, el del niño judío que es lanzado al fuego por su padre y del cual sale ileso: «Issió de la foguera sin toda lissïón, / Non sintió calentura más que otra sazón».
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Pocas visiones hay más hipnóticas que ver cómo se consume una hoguera de San Juan. Con su capacidad calórica y destructiva, la magia del fuego sume el ánimo en un estado de embelesamiento. En la hoguera de mañana, se quemarán apuntes, se cerrarán ciclos. En el reflejo de las llamas, en más de una pupila enamorada, arderán desilusiones y buenos deseos. Y alguno quizá se quede con ganas de comprobar la inflamabilidad de las papeletas electorales. Acaso verlas arder nos deje tener la fiesta en paz.
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