La monumental escultura 'Morning Cobweb' de Alexander Calder, en la campa de Chillida Leku. Abajo, Aimé Maeght. Lobo Altuna/C. L.

Historia de un arte luminoso

Exposición ·

Chillida Leku propone el diálogo entre la obra del escultor donostiarra y algunos de los artistas con los que trabajó el imprescindible marchante Aimé Maeght

Begoña Gómez-Moral

Domingo, 7 de enero 2024, 00:06

Como punto de partida en la celebración del primer centenario del artista donostiarra, una exposición propone el diálogo entre la obra de Eduardo Chillida y algunos de los artistas con los que trabajó el imprescindible marchante Aimé Maeght junto a su esposa Marguerite. Calder, Miró, ... Hepworth… cada uno de ellos ha marcado a su manera la escultura del siglo XX y juntos brindan un contexto único para comprender la obra del escultor guipuzcoano.

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El nombre de Maeght es sinónimo de una gran galería que contribuyó tanto al desarrollo de la modernidad en el París posterior a la II Guerra Mundial como a la creación de la Fundación Marguerite y Aimé Maeght, un complejo de visita imprescindible, diseñado por el arquitecto catalán Josep Lluís Sert, en una colina a las afueras de Saint-Paul de Vence, en el sur de Francia.

Aimé Maeght (1906-1981), huérfano de la Primera Guerra Mundial, había nacido en el norte de Francia, aunque pronto se trasladó al sur con su familia y se formó como litógrafo en la Escuela de Bellas Artes de Nimes. Marguerite (1909-1977), de familia de comerciantes e impresores, se casó con él en Cannes, en 1928. Juntos fundaron ocho años después 'Arte', una imprenta que hacía también las veces de agencia de publicidad, además de vender radios y algunos muebles diseñados por Aimé. Junto a los receptores y las piezas de diseño intercalaban en el escaparate, ocasionalmente, algunos cuadros de artistas locales.

Por desgracia o por suerte, los Maeght se hicieron marchantes a causa de la Segunda Guerra Mundial. Con Francia ocupada y Aimé en el frente, Marguerite apenas podía llevar adelante la imprenta, por lo que empezó a vender los cuadros que le traían para reproducir en planchas litográficas. Tan pronto como le fue posible, Aimé demostró considerable iniciativa, encargándose del trasvase de las piezas de los clientes entre la zona ocupada del norte de Francia y la zona 'libre' al sur. Tuvo la suerte de entablar amistad y atender las necesidades de dos maestros modernos, sobradamente distinguidos: Bonnard y Matisse, que, a causa de la guerra, se encontraban prácticamente aislados en sus casas estudio de Le Cannet y Niza.

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En 1945, el riesgo en Francia era enorme para cualquier negocio. La situación comercial era difícil y la nación se enfrentaba a una violencia continua, privaciones materiales e incertidumbre política. Pero, para tener voz en el tablero internacional, Aimé sabía que tenía que abrir una galería en París. Bonnard -que para entonces superaba con mucho los 70 años- viajó con él; durante un mes se alojaron en el mismo hotel de la capital y un día le presentó a un marchante que quería cerrar un negocio que Aimé decidió comprar. Henry Matisse aceptó protagonizar la exposición inaugural, que abrió las puertas el 6 de diciembre de 1945. Para Aimé Maeght, fundador del complejo, aquella galería fue uno de los logros de los que se sintió más orgulloso. Bajo el nombre de 'Arte' la editorial había adquirido fama internacional tanto por sus ediciones gráficas como por los magníficos catálogos y libros que promocionaban a los 'artistas Maeght'. Las galerías de París y Barcelona, seguidas por la Fundación, cimentarían el legado de una de las empresas particulares más sólidas del panorama europeo.

Entre los creadores con una carrera en ciernes a los que apoyó destacaba Chillida, al que llamaba 'mon petit'

Apoyado por Marguerite, Aimé Maeght desarrolló un don para la publicidad unido a la visión, la ambición y la influencia financiera necesarias para llevar un paso más allá a los artistas consagrados al mismo tiempo que promovía a una nueva generación. Entre esos artistas con una gran carrera en ciernes destacaba el escultor donostiarra -30 años menor- al que Maeght se refirió en alguna ocasión como 'mon petit'.

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Para celebrar la efemérides de aquel joven -al que vemos en algunas fotos bajo el sol de verano del mediodía francés- se exhiben en Zabalaga algunas de las joyas de la Colección Maeght. Cerca de una veintena de obras de Alberto Giacometti, Alexander Calder, Joan Miró, Julio González, Barbara Hepworth, Pablo Palazuelo, Georges Braque, Antoni Tàpies y Marc Chagall acompañaran la conmemoración del centenario al tiempo que levantan acta del arte de las décadas centrales de siglo XX.

La Fundación Marguerite y Aimé Maeght, que superará las seis décadas de existencia este año, conserva abundantes huellas de los artistas que la hicieron posible: además del extraordinario edificio de Sert, brinda al visitante un laberinto de Miró y mosaicos y vidrieras de Braque. Su colección de 12.000 obras incluye 35 esculturas de Giacometti, así como obras maestras de Bonnard, Chagall, Léger y Calder, entre otros artistas.

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