¿Por qué nos gusta tanto Frida?

Porque eligió vivir la vida, ponerle alas a sus pies y echarse a volar. Estas son frases suyas que adornan la verdad de la historia con coraje y optimismo. Una vida corta, 47 años, pero intensa, y que parece que todos conocemos, pero que debiera reescribirse a partir de los pequeños mensajes que nos dejó en sus obras, ahí reside la auténtica y magnética Frida.

Con una personalidad apasionada, atormentada y sin reservas, escribía y pintaba como una necesidad creativa para escapar del sufrimiento físico y emocional que padecía. Y supo encontrar con su arte el camino para trasmitirnos ese mundo interior de amor, dolor y color que nos fascina y que la ha convertido en un icono indiscutible.

Atrevida, rebelde, insolente, coqueta, femenina y discapacitada, no fue nunca una mujer al uso, a la sombra de un marido famoso. Y en ese mar de emociones navegó la artista mexicana muchas veces a la deriva. Con sus amores locos, sus desgracias y alegrías, creó una imagen de sí misma tan atractiva que se la han apropiado artistas, historiadores, feministas, y cientos de marcas comerciales.

Rodeada siempre de belleza, arte, animales y flores, y consciente de que las apariencias engañan, su universo creativo habla de la vida cotidiana, de su admiración por la cultura popular y la moda, con una sensibilidad divertida y atemporal que llega fresca hasta nuestros días.

Nos gusta tanto Frida por su talento como por su talante, porque su vida y su obra son un hermoso y colorido mensaje de lucha y superación. Nos dejó un valioso legado que sigue más vivo que nunca y con su muerte surgió el mito de una extraordinaria mujer que al despedirse pidió que no enterrasen su cuerpo, sino que lo quemaran porque había pasado tanto tiempo tumbada en la cama que solo deseaba poder volar allá dónde sus alas la llevasen.