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Desencanto
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Desencanto

Guillermo Gómez Muñoz

Sábado, 20 de julio 2024, 00:00

Un fantasma recorre Europa: el fantasma del desencanto. Alimentado por los despojos de la Gran Recesión de 2008 y la pandemia, campa a sus anchas por el ánimo de esta tercera década del siglo XXI y protagoniza titulares de diarios ('Alemania se hunde en el ... desencanto') o revistas, como el especial de junio de Tinta Libre, dedicado a los 'Falsos desengaños. Contra el síndrome de la decepción crónica'.Desencanto: decepción, desilusión, desengaño, chasco. La etimología de este estado de ánimo nos traslada al frecuentativo del verbo latino 'canere' (cantar). La forma 'encantar', con el sentido de 'hechizar', y sus derivados -entre ellos, 'desencantar'- dejan ya testimonio escrito en textos de Berceo (s. XIII) y Juan Ruiz (s. XIV). Estas evoluciones etimológicas están relacionadas con las fórmulas cantadas que usaban los hechiceros. De la misma raíz proviene 'chantaje', aunque a través del francés 'chanter'; y con una evolución intrincada, merecedora de una columna, 'engatusar', un batiburrillo entre 'encantusar' -derivado de 'encantar'- y 'engatar'. En las arenas movedizas de este desencanto, hay hechiceros muy astutos que saben engatusar con palabras para encontrar cabezas de turco y soluciones mágicas a los problemas complejos a los que se enfrenta la Vieja Europa. A río revuelto, ganancia de pescadores.

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