Genealogía y crimen
Genética ·
La identidad de víctimas y delincuentes es más fácil de averiguar ahora gracias a las bases de ADNGenética ·
La identidad de víctimas y delincuentes es más fácil de averiguar ahora gracias a las bases de ADNmauricio-josé schwarz
Sábado, 13 de junio 2020, 00:53
En 2018, policías del condado de Sacramento, California, detuvieron al asesino, secuestrador, violador y ladrón en serie Joseph DeAngelo, conocido como el 'asesino del Golden State'. Lo peculiar de su detención es que los delitos de los que se le acusa fueron cometidos entre ... 1974 y 1986, se mantuvo anónimo y a salvo durante todos esos años y su identificación se consiguió pese a que no había una muestra de ADN suyo para compararla con las dejadas por el delincuente en sus diversos crímenes.
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Mientras DeAngelo aterrorizaba a California con sus brutales delitos, el 10 de septiembre de 1984, en la Universidad de Leicester, el genetista británico Alec John Jeffreys estaba viendo una imagen de rayos X de un experimento de ADN en el que habían utilizado muestras de varios miembros de la familia de uno de sus técnicos de laboratorio… y notó que el ADN de los distintos familiares mostraba similitudes y diferencias. En media hora, según ha relatado, se había dado cuenta del posible alcance de la identificación de las 'huellas digitales de ADN'; es decir, la utilización de las variaciones individuales en el código genético de la especie humana para identificar a personas concretas.
La mayor parte de nuestro genoma, de nuestro ADN, es idéntica como miembros de la misma especie, pero hay ciertas regiones heredadas que varían enormemente de una persona a otra. Una de las variaciones son las llamadas 'repeticiones cortas en tándem' o STR por sus siglas en inglés. Las STR son breves secuencias de ADN de entre dos y cinco pares de bases que se repiten muchas veces. El número de veces que se repiten varía entre individuos y dependiendo de la herencia, de modo que se puede determinar que una persona con varias STR idénticas en tamaño y ubicación a las de otra es su hija o pariente.
Lo que siguió fue la comprobación de que era posible identificar con altísimo grado de certeza a una persona incluso en un grupo donde tuviera parientes cercanos… salvo en el caso de gemelos idénticos que tienen el mismo código genético. En 1985 se puso a prueba el sistema con un niño de Ghana que viajó al Reino Unido para renunirse con quien al parecer era su madre, pero al que las autoridades migratorias del Reino Unido le negaron la entrada al no haber pruebas de que existiera tal parentesco. Comparando el ADN del niño con el de otros tres hijos de la misma madre, se pudo determinar con certeza que era hijo de la mujer que lo reclamaba y, por tanto, británico, lo que le permitió reunirse con su familia.
Pronto, el laboratorio de Jeffreys se vio inundado de solicitudes de identificación por ADN para distintos fines, tanto migratorios como de pruebas de paternidad que, anteriormente, solo podían excluir a una persona como posible padre por tipo sanguíneo, pero no podían señalar con exactitud al verdadero progenitor.
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Pero donde el cambio fue más notable fue en el terreno de las ciencias forenses, cuando la identidad de víctimas y delincuentes se hizo mucho más fácil de determinar utilizando muestras de ADN. Esto se vio potenciado enormemente gracias a la PCR (reacción en cadena de la polimerasa), letras que se han hecho muy conocidas debido a la pandemia del virus SARS-COV 2 y que designan a un sistema capaz de copiar cantidades muy pequeñas de ADN (como el que se encuentra, caso común en las series policiales, en una colilla de cigarrillo o una lata de refresco) de modo que hubiera suficiente material para analizarlo.
En nuestro mundo se está acumulando sin cesar un creciente volumen de bases de datos de ADN. Muchos de nosotros, por ejemplo, enviamos muestras a distintas empresas que nos pueden decir, por ejemplo, de qué regiones del planeta provienen nuestros antepasados o qué predisposiciones genéticas tenemos a ciertas enfermedades. También se secuencia nuestro ADN para algunos procedimientos médicos, y por supuesto se tienen muestras del ADN de personas que cometen delitos graves para identificarlos en caso de reincidencia. Muchas personas incluso hacen públicos sus análisis de ADN para localizar a parientes que puedan tener por todo el mundo y conocer su árbol genealógico, cargándolos en sitios web destinados al efecto.
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Uno de esos sitios web es GEDMatch, donde uno puede subir sus análisis de ADN de distintas compañías pudiendo mantener la confidencialidad mediante un alias, para encontrar a parientes o, en el caso de personas adoptadas antes de que hubiera leyes que protegieran su derecho a conocer su origen, hallar a personas que formen parte de su familia biológica. Allí fue donde la genealogista genética neozelandesa Barbara Rae-Venter cargó las muestras de ADN conocidas del 'asesino del Golden State' y pudo construir un árbol genealógico del desconocido delincuente. Este árbol se construyó usando el hecho de que la similitud genética entre dos personas es mayor conforme son familiares más cercanos. Esto le permitió señalar a dos posibles sospechosos. Uno de ellos fue descartado usando la prueba de ADN de uno de sus parientes cercanos, dejando a un único posible atacante: Joseph DeAngelo. Lo siguiente que hizo la Policía fue obtener una muestra de ADN de este individuo, que resultó idéntica a las que tenían procedentes de los delitos cometidos más de 30 años atrás.
Desde entonces, los sistemas de Rae-Venter, que mezclan la genealogía clásica con la genética y las bases de datos existentes, han permitido resolver numerosos casos de delitos localizando a parientes de los responsables, gente que puede tener sus datos inocentemente en una base de datos para buscar a sus parientes o que son, ellos mismos, delincuentes cuyo ADN está registrado en sistemas como el CODIS de los Estados Unidos o la NCIDD australiana. Esto también se utiliza para determinar la identidad de víctimas desconocidas o de personas desaparecidas y aparentemente reencontradas años o décadas después. No es necesario que su ADN esté en las bases de datos para identificarla, sino que se pueden buscar automáticamente los registros en busca de parientes de distintos grados de consanguinidad. Una vez localizada su familia, es más sencillo usar técnicas tradicionales de investigación e interrogatorio para determinar finalmente quién era la infortunada víctima.
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Conforme más se interconecten y compartan esas bases de datos, siempre con las salvaguardas necesarias respecto de los datos y privacidad de los dueños del ADN, más se acercará el día en que se pueda decir que los delincuentes no tienen a dónde huir.
Muchas personas han expresado temor y preocupación por el uso que se puede dar a los datos genéticos de individuos y grupos. Así, en 2019, la propia compañía GEDMatch restringió el acceso a sus datos a las corporaciones policiales, en un intento por equilibrar los avances tecnológicos y los derechos humanos, tarea siempre difícil.
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