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Franz Kafka: un autor tan brillante como oscuro

Franz Kafka: un autor tan brillante como oscuro

Cuando murió hace cien años apenas tenía lectores, pero se han publicado miles de páginas para desentrañar el significado de su literatura

Viernes, 31 de mayo 2024

El escritor más influyente del siglo XX nació en Praga y escribió toda su obra en alemán. Tuvo una relación conflictiva con su padre que convirtió en materia literaria y eso lo llevó a rechazar la idea de formar una familia, pero residió hasta poco antes de su muerte en el hogar donde se había criado. Está considerado el gran representante de la cultura judía europea y en sus últimos años se interesó por la tradición hebrea y el yiddish pese a que él se consideraba ateo. Sus amigos lo tenían por una persona afable, divertida y vitalista, aunque su literatura es compleja y oscura y se anticipa a los grandes dramas del siglo.

Cuando murió, el 3 de junio de 1924, hace ahora cien años, Franz Kafka apenas había publicado una novela corta ('La metamorfosis') y un puñado de relatos que no trascendieron más allá de los círculos de amigos de su ciudad. Una ciudad y un país, entonces ya Checoslovaquia, en el que fue un autor prohibido primero por los nazis tras la ocupación y años después por el régimen comunista. Sus paisanos solo pudieron leerle en libertad a partir de 1989, cuando el telón de acero se vino abajo. Fueron casi los últimos en conocer al genio que concibió historias de fantasía que se convirtieron en muy reales; al escritor que hizo que cada página sea un puñetazo en la cara de quien la lee.

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El creador del hombre convertido en un monstruoso insecto nace en Praga el 3 de julio de 1883, hijo de un padre comerciante y una madre de familia acomodada y vinculada con el mundo artístico. De su padre, Hermann, titular de un establecimiento textil de éxito, hereda la lengua checa. De su madre, Julie, la alemana, que utilizó para la escritura porque se sentía más seguro cuando la usaba, pese a su fuerte acento checo. Es el mayor de cuatro hermanos. Tras él van tres chicas: Ellie, Valli y Ottla, su preferida.

En su infancia y adolescencia se interesa por las ciencias naturales y el arte. En parte por imposición paterna, estudia Derecho y llega a doctorarse. Tras un breve paso por la compañía Assicurazione Generali, trabaja en el Instituto para Accidentes de Trabajo, un organismo que se dedicaba a cuidar y dar indemnizaciones en una época en la que las medidas de protección y seguridad en la industria eran mínimas. Kafka tramita los expedientes y acompaña los informes en muchos casos con dibujos que muestran miembros amputados. No pocos han visto en ese trabajo el origen de su preocupación por el funcionamiento de la burocracia y la despersonalización de los seres humanos ante el Estado.

En 1912, tiene una revelación: quiere ser escritor. En una noche, tras haber conocido a Felice Bauer, la mujer más importante de su vida, escribe 'La condena'. El cómodo horario de su trabajo le permite dedicarse a la literatura casi cada día tras el anochecer. Con frecuencia lo hace en una casita azul situada en el callejón Dorado o de los Alquimistas, en la zona del Castillo, que ha alquilado una de sus hermanas para encontrarse allí por las tardes con un amante.

La cita

«Los besos por escrito no llegan a su destino, se los beben por el camino los fantasmas»

Desde el primer relato expone los temas que se repetirán en su obra: la relación padre-hijo, el absurdo de la existencia, la alienación humana, el poder omnímodo de los estados, la soledad, la complejidad de las relaciones. La escritura se convierte así en el centro de su vida: «Todo yo soy literatura», llega a decir. Lo será de tal forma que hará casi imposible para él una relación afectiva duradera. ¿La causa? Que no puede aceptar ningún compromiso que le distraiga de esa irrefrenable vocación. No es el sexo lo que le da miedo, aunque una anotación en su diario («El coito como precio por estar juntos») ha conducido a interpretaciones extrañas. De hecho, tiene relaciones físicas con varias de sus novias y amigas y frecuenta prostíbulos, como es habitual en la época entre los jóvenes de clase acomodada. Es la entrega a otra persona lo que le genera temor.

«Me sentía miserable»

Y lo es también el modelo de familia que puede encabezar si la relación cuaja La 'Carta al padre' es buena prueba de ello. La escribe tras una discusión con su progenitor a cuenta del anuncio del compromiso con Julie Wohryzek. Hermann le afea que desee casarse con una joven de posición social inferior y sin demasiado atractivo. Y le sugiere que si lo que desea es un desahogo físico él mismo lo acompañará a un burdel.

Con Hansie Julie Szokoll, en una foto muchas veces mutilada. Acantilado.

Esa carta, quizá la más dolorosa pieza de la literatura universal, nunca llega a las manos de su destinatario. El texto tiene uno de esos comienzos suyos inigualables, aunque aquí no hay un hombre convertido en insecto ni alguien a quien detienen sin conocer el motivo. «Querido padre: Hace poco tiempo me preguntaste por qué te tengo tanto miedo. Como siempre, no supe qué contestar, en parte por ese miedo que te tengo». Unas páginas más adelante, hace una confesión de una infinita amargura: «Me sentía miserable, y no solo frente a ti sino ante el mundo entero, porque tú eras para mí la medida de todas las cosas».

Kafka desarrolla su mundo de soledades, abandonos, torturas, injusticias y absurdos mientras Europa se adentra en el horror de la guerra y la devastación posterior. Pasa de ser ciudadano del Imperio Austro-Húngaro a ser checoslovaco y le resulta indiferente. Sus simpatías juveniles por el socialismo y el anarquismo se han transformado en una preocupación creciente por el ser humano. A partir de ahí el mundo exterior le parece ajeno. Él se reúne con sus amigos (Werfel, Janouch, Baum y, por encima de todos, Brod) en cafés de Praga donde se leen mutuamente sus textos. También hace algunos viajes, a veces con interés turístico, otras para estar algunos días con las mujeres de su vida. Aunque tiene planes para ir a Palestina nunca los lleva a cabo. Tampoco viaja a España pese a que uno de sus tíos era un alto cargo en una empresa ferroviaria y le invita en varias ocasiones.

Desarrolla su mundo de soledades, torturas. injusticias y absurdos mientras Europa se adentra en el horror

Sobre todo, escribe. Ficción y no ficción. Sus diarios superan las mil páginas. Las cartas a Felice Bauer suman más texto que todas sus novelas y relatos. Y aún están las de Milena y algunos destinatarios más. En ellas está el esbozo de muchos relatos y las claves de no pocos de ellos.

En el verano de 1917 le diagnostican una tuberculosis y deja de trabajar. Su estado, con algunos altibajos, se deteriora lentamente. A finales de 1923, cuando vive en Berlín con Dora Diamant, pasa muchas horas en la cama: pesa poco más de 40 kilos (para una estatura de 1,80 metros) y apenas sale a la calle. En marzo de 1924 es ingresado en un sanatorio próximo a Viena porque la enfermedad le ha atacado la laringe y casi no puede tragar. Pero sigue escribiendo: allí, siempre acompañado por Dora, termina los relatos de 'Un artista del hambre'.

Max Brod y Franz Kafka durante un día de playa. Archivo

Antes de morir pide a Max Brod que destruya todos los manuscritos que permanecen inéditos, la gran mayoría de su obra. Cabe dudar de que esa fuera realmente su intención, porque no pides que se deshaga de tus escritos quien más te ha animado a publicarlos. Efectivamente, Brod no lo hace. Al contrario, pone todo su empeño en dar a la imprenta las obras de su amigo, aunque sea cometiendo el pecado de suprimir algunos fragmentos y retocar otros. Pero gracias a él hemos podido leer, entre otras obras, 'El proceso', 'El castillo' y 'América' (o 'El desaparecido', como se titula en algunas ediciones recientes).

La obra de Kafka, a quien muy pocos conocían en la época de su muerte, suscita un gran interés tras la Segunda Guerra Mundial. A partir de ahí se han recuperado varios textos cuyo paradero se ignoraba y no se descarta que aún puedan aparecer otros. Y se han publicado muchos miles de páginas que tratan de desentrañar el significado de su literatura. En algunos casos, con divergencias notables entre las opiniones de los expertos. Harold Bloom, el autor de 'El canon occidental', ya lo dijo: «Lo que exige la interpretación en Kafka es su negación a ser interpretado».

Con Felice Bauer, en la imagen en Budapest, se prometió dos veces.

Sus cinco mujeres

Nunca se casó y su obra apenas se vincularía con el amor, pero Kafka tuvo una vida afectiva intensa. En su biografía hay tres compromisos matrimoniales, cinco mujeres con un papel estelar y un puñado de relaciones ligeras, de lo platónico a lo puramente físico y sin la menor implicación sentimental. Felice Bauer es la gran protagonista. Se conocieron en una reunión de amigos y, pese a que él escribiría horas más tarde que era una mujer poco atractiva, quedaron en hacer planes para un viaje a Palestina. Felice vivía en Berlín, así que su relación fue casi exclusivamente epistolar. Estuvieron prometidos dos veces. La primera vez la ruptura se debió a una compleja mezcla de circunstancias. La segunda, la coartada era más sólida: acababan de diagnosticarle la tuberculosis que lo llevaría a la tumba.

Entre esas dos rupturas, una amiga de Felice llamada Grete Bloch, que se ofreció para hacer de 'intermediaria', terminó por mantener una relación con él. Según algunos biógrafos, incluso tuvo un hijo fruto de la misma, que murió a los siete años y de cuya existencia Kafka nunca habría tenido noticia alguna. El tercer compromiso matrimonial fue con Julie Wohryzek. Es el que está en el origen de la 'Carta al padre'. La separación llegó por un motivo en apariencia poco relevante: perdieron el alquiler del piso que habían reservado para ir a vivir tras la boda.

Milena Jesenska, su traductora, una mujer moderna, amiga de artistas y de fuerte temperamento, es la única no judía de las protagonistas principales de este drama. Ella estaba casada, pero se habría divorciado si Kafka se lo hubiese pedido. No lo hizo.

Con Dora Diamant, 18 años más joven que él, se planteó seriamente el matrimonio. Gravemente enfermo, esquelético, postrado en cama casi todo el día, parecía haber perdido el miedo al compromiso. Fue el padre de la chica quien, tras consultar a un rabino, no les dio permiso para el enlace. Ella lo acompañó hasta su muerte. En su vida hubo otras presencias femeninas casi olvidadas: Gerti Wasner, Minze Eisner, Flora Klug, Mania Tsichissik, Heidig Weiler… Y se sabe de otras muchachas, como la que lo inició en el sexo, por testimonios de sus diarios o de amigos. Pero sus nombres se han perdido.

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