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Ramón Eder se ha convertido ya en un clásico del aforismo, el modo en que en el último cuarto de siglo se define y reconoce lo que en la tradición cultural se llamó proverbio, sentencia o máxima, si vamos hasta clásicos como Juvenal, incluso contemporáneos ... como Unamuno o Machado, en sus «decires». El aforismo se ha convertido en un género en el último cuarto de siglo, que aúna en un breve decir una idea que invita al pensamiento. Bien es verdad que la solemnidad moralizante de los poetas de Grecia y Roma, o la rotundidad armónica de las sentencias de Unamuno y Machado, no son dechados de humor y menos de surrealismo.
Fue Gómez de la Serna quien introdujo el surrealismo en sus greguerías, original forma de nominar a sus proverbios. Y es hoy Ramón Eder un maestro de la incorporación del humor al aforismo. Lo dice en su nuevo libro, 'Las estrellas son los aforismos del cielo' (Renacimiento, 2024), en el que la sentencia, en muchos casos crítica, nunca es ácida y se adereza con esencia de humor y surrealismo. «El aforismo irónico -escribe Eder- es un pensamiento de una especie de filósofo con sentido del humor que está escrito con la sensibilidad de un poeta que escribe textos breves por cortesía con sus lectores». Cortesía y complicidad. Eder es consciente de que el aforismo «es el género más fácil de escribir», pero «el más difícil de escribir bien».
Comenzó en la poesía y lo continúa en sus libros de aforismos -por ellos recibió el Premio Euskadi-, consciente de que, sin poesía e ingenio irónico, el escritor puede caer en la ocurrencia, el refrán vulgar o la grosería. En un mundo donde el pensamiento no está de moda, y el crítico estorba, Eder ofrece píldoras edulcoradas, amables y fugaces, como alfileres dirigidos a la consciencia y conciencia del lector, porque le gustan los «humoristas malvados» (Twain, Marx, Woody Allen), pues la buena literatura «siempre es trasgresora».
Y así, sorbo a sorbo, línea a línea, sentencia, reflexiona, mira poéticamente, porque el buen lector de poesía sabe leer entre líneas, avisa, para decir verdades rotundas: Cualquier tiempo pasado no fue mejor; ahí está el tiempo de la esclavitud. Pero también hay todo un discurso teórico sobre qué es el aforismo a lo largo del libro: «El pensamiento intuitivo se manifiesta con un aforismo relámpago». Y sentencia: «Los aforismos con moraleja son proverbios». Invitaciones sanas al pensamiento en un mundo acelerado.
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