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Después de Petrarca el amor contaminó la poesía y en ese contagio han vivido en el tiempo. Bien es verdad que él no inventó el amor, pero la pareja Petrarca y Laura ha sido una constante en la literatura universal y la proyección del amor ... en la poesía ha dado frutos de excelsa inspiración. Scott Fitzgerald y Zelda se amaron con pasión, ternura y violencia, si es que el amor también admite la violencia. Se peleaban en público y boxeaban, entretenimiento oscuro, pero que se practicó mucho entre los escritores de principios del siglo XX. Sin ir más lejos, Hemingway, quien boxeaba con sus colegas en París, entre ellos Fitzgerald, como quien reparte abrazos. Más discreto fue Pedro Salinas, que amó a escondidas, al menos a los ojos de su familia.
Pero para turbulencias y fervores, pocos tan expresivos como los de Pablo Neruda, que tuvo varios amores, pero ninguno como Delia del Carril Iraeta (1884-1989), a quien llamó La Vasca, tanto en su vida cotidiana como en su poesía. Delia fue la construcción intelectual de Neruda. Conformó la obra y personalidad del poeta con una influencia muy positiva. Fue su mujer durante dos décadas. Tenía 20 años más que el poeta, pero su vitalidad, tesón e inteligencia le llevaron a sobrevivir sobre todos los personajes a lo largo de 105 años. Hija de una vasca culta, fue educada en Francia y América como la burguesía de su tiempo. Trató de tú a tú a los artistas de las vanguardias y fue en París y Madrid una personalidad sobresaliente, aunque no lo digan las enciclopedias. Los grandes poemas del universo nerudiano, su subida a Machu Pichu, tienen en Delia sujeto y objeto. Era llamada desde niña La Hormiguita, y con este nombre le dedicó Alberti un poema y le cantó Miguel Hernández.
Delia construyó la vida de Neruda, por amor puso orden en el caos de sus días y le relacionó con los principales intelectuales del Madrid republicano. Delia montó la epopeya del Winnipeg, el barco que llevó a tantos vascos al exilio chileno. Pablo era un poeta indiscutible, pero un inútil para la vida cotidiana. Un día Neruda se fue con otra vasca, Matilde Urrutia, que escribía con faltas de ortografía. Pero nunca dejó de amar a su manera a Delia, como prueban los diversos poemas que le dedicó tras su fuga. Delia fue discreta en el amor y el desamor. Chile le ha dedicado un museo que recoge la totalidad de una obra planetaria. Tarea de hormiga.
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