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En la historia de la cultura, desde Grecia y Atenas, pero en todas las civilizaciones, el cultivo del pensamiento fragmentado ha sido una constante, tanto en su expresión oral como escrita. Se le llame sentencia, apotegma, aforismo, decires y pensares (Antonio Machado), vivencias, sentencias, greguerías ( ... Gómez de la Serna), o brevería (Patxi Andión), el pensamiento escrito en fragmentos ha tenido asiento en la literatura de los todos los tiempos.
La expresión del pensamiento en este formato tiene un cultivador de excepción en el siglo XIX, como es el filósofo Schopenhauer ('Parerga y paralipómena', 1851). Y en nuestros dos siglos, desde Unamuno a Ramón Eder, pasando por José Bergamín, por citar a autores que nos son más próximos, la floración y escritura del aforismo, conjunción de filosofía, poesía e ingenio, tiene muchos cultivadores. Sobre todo, en el siglo presente la floración del creador de aforismo en castellano es abundante. A ello han contribuido fervorosos aforistas como Dionisia García, Ramón Eder, Carmen Canet, Mario Pérez Antolín o José Luis Morante. También, la acogida en los lectores, que ha animado a editoriales a publicar tanto la creación como ensayos sobre el género autónomo del aforismo.
Es el caso de La Isla de Siltolá, que publica ahora 'Paso ligero. La tradición de la brevedad en castellano (siglos XX y XXI)', un ensayo detallado de José Luis Morante que da asiento histórico a ese formato de la brevedad en la expresión de las ideas. La nueva publicación, un breviario exquisito en su presentación, conforma en realidad dos libros, el ensayo de Morante, y la antología de aforistas que muestra en su segunda parte. Una selección de autores, desde Unamuno a Erika Martínez, de mayor a menor edad, pasando por JRJ, Miguel Hernández, Ramón J. Sender, Cristóbal Serra, Carlos Edmundo de Ory, hasta un total de veintisiete.
Pero lo que sobresale en este hermoso libro es el asiento histórico, el estudio del género, mixto de filosofía y poesía, que realiza Morante, ensayo que por sí mismo es un tratado de este modo de ofrecer la «pauta reflexiva», en muchos casos tintada de humor. Como asegura Canet, «el aforismo es un golpe de luz, un punto diminuto y luminoso en un rincón de sombras». Es sin duda un pronunciamiento de sentires y pensares que ha superado el momento de la moda para erigirse en un género. El pensamiento, aunque breve en su expresión, no deja de ser profundo y revelador.
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