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Ilustración Higinia Garay
Fecha señalada
El relato del verano

Fecha señalada

Álex Oviedo

Sábado, 31 de agosto 2024, 00:07

Que se llamaba como el poeta, me dijo una mañana mi abuelo. ¿Ángel González?, le pregunté. Yo iba a cumplir trece años y nunca había oído hablar de un escritor llamado así. Pensaba, además, que para escribir poesía uno debía tener un nombre sugerente: Bécquer, ... García Lorca, Machado… Ángel González me resultaba tan de diario como andar por casa en bata, zapatillas y un transistor en la mano escuchando el informativo matinal. Como mi abuelo, que solía ir con un pequeño aparato de radio de la habitación al baño, del baño a la cocina, y lo colocaba sobre la mesa para que le acompañase durante el desayuno. En uno de aquellos programas radiofónicos había escuchado los poemas de un escritor con su mismo nombre y apellido. Un homónimo. Un tocayo, dijo. Y había apuntado algunos versos en una de las libretas que empleábamos para hacer la lista de la compra: «Para que yo me llame Ángel González, / para que mi ser pese sobre el suelo, / fue necesario un ancho espacio / y un largo tiempo». No era raro que apareciesen personas con idénticos nombres y apellidos. O individuos que se parecían. Un doble. De los dos, uno es la persona de éxito; el otro, quien le sigue a la zaga, como el hermano pobre, aunque entre ambos no exista parentesco, añadió mientras introducía la tostada con mantequilla en la taza y dejaba que el café con leche se llenase de trozos de pan. Le gustaban las migas: con café o con vino y azúcar, que a veces compartía con nuestra perra.

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