
Eugenesia: la ciencia mal entendida
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Buscaba mejorar la especie humana orientando la reproducción desde una óptica clasista y racistaMauricio-José Schwarz
Sábado, 14 de agosto 2021, 01:47
El mejoramiento genético se ha realizado desde que el ser humano domesticó a las primeras especies en su beneficio, vegetales o animales. Mediante ensayo y error se seleccionaron algunas características en esas especies. Semillas más grandes en el trigo, ovejas con un poco más de lana. Por supuesto, al no conocerse los mecanismos que subyacían a este proceso, se podían tener efectos colaterales inesperados, como que los animales domesticados perdieran la capacidad de funcionar en libertad, o que disminuyera la variabilidad genética de las especies domesticadas. Pero, ¿quién iba a saber eso entonces?
Algo similar ocurría con la idea de mantener 'puras' las líneas dinásticas. La consanguinidad, en vez de fortalecer las características deseables que los nobles pensaban que los hacían superiores a los plebeyos, acabaron destrozándolos, como ocurrió con las deformidades y afecciones que acabaron con Tutankhamón a los 17 años, o las que se cebaron en Carlos II, último monarca de la casa de los Austrias en España, con graves discapacidades que lo atormentaron durante los 38 años de su existencia. Su apodo, 'El hechizado', se debió a la idea de que sus males eran producto de un maleficio… aunque hoy sabemos que lo fueron de la endogamia.
La explicación a todo esto se empezaría a conocer con los trabajos de Darwin y Mendel, que aunque fundamental, era apenas el punto de partida para una comprensión biológica de la reproducción y sus consecuencias. Pero el impacto sobre todo del libro de Darwin, 'El origen de las especies', dio pie a lo que sería una bienintencionada aproximación a la reproducción humana que se despeñó, eventualmente, en las más terribles atrocidades y en una serie de ideas muy alejadas de lo que la ciencia, con su cautela habitual y limitaciones reconocidas, proponía en ese momento.
En resumen, se buscó mejorar a la especie humana, o a algunos grupos de ella, controlando y orientando su reproducción para tener mejores seres humanos. Lo que un entusiasta pero muy desorientado Francis Galton, primo de Charles Darwin, llamó a fines del siglo XIX «eugenesia» o «buen nacimiento», del griego 'eu', bueno y 'genos', nacimiento.
La idea de Galton bebía de numerosas supersticiones de su tiempo. Supuso que al proteger a los más desfavorecidos, la sociedad iba 'en contra' de la selección natural. Esto requería creer que los más desfavorecidos en una sociedad lo son por su dotación genética y no por factores sociales, culturales, de alimentación, educación, etc., todos los cuales sabemos hoy que juegan un papel importantísimo. Para Galton, los rasgos intelectuales, morales y de personalidad eran hereditarios, algo que iba de acuerdo con la idea de las élites en general de que su posición no es producto de una injusticia sino que la merecen por ser vos quien sois, y nada más.
Por supuesto, en ese momento Galton podría haber emprendido el estudio estadístico necesario (la estadística era su verdadera especialidad) para demostrar o refutar sus ideas de determinismo genético. Pero no lo halló relevante. Mas bien, propuso que así como se usa la selección artificial en las especies domesticadas, se podría hacer lo mismo con los seres humanos mediante matrimonios juiciosos, creando así una raza de seres humanos altamente dotados. Como nota al margen, la idea misma de la existencia de 'razas' es hoy ajena al estudio que la biología hace de las poblaciones y grupos étnicos humanos, aunque siga teniendo un lamentable reconocimiento social.
Las ideas de Galton de un control social para mejorar las cualidades raciales de las generaciones futuras se viralizaron rápidamente a fines del siglo XIX y principios del XX. Los movimientos eugenésicos que aparecieron por todo el mundo solían tener motivaciones políticas y estar muy lejos de toda consideración científica. Si los pobres se sublevaban, por ejemplo, seguramente era por su débil genética. Las políticas eugenésicas podían extirpar esos genes para tener pobres dóciles y contentos 'como deben ser'.
Según el estudioso de la historia de la eugenesia, D. Paul, entre 1890 y 1930 surgieron movimientos eugenicistas en más de 30 países: norte, centro y suramérica, Europa y Asia. Pero los más poderosos fueron los de Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Alemania y Escandinavia, países predonimantemente protestantes. Las creencias sobre las bases genéticas del orden social alimentaron los prejuicios existentes y pronto muchos ciudadanos comunes y corrientes querían leyes eugenésicas. La primera de éstas se expidió en Connecticut, Estados Unidos, en 1895, prohibiendo ciertos tipos de matrimonio. La eugenesia también fue pretexto para combatir la inmigración y fortalecer prejuicios raciales.
En particular, el miedo a la 'debilidad mental' provocó que el Tribunal Supremo estadounidense apoyara el derecho de los estados a esterilizar a personas consideradas no aptas para reproducirse, que además incluían a ciegos, sordos, enfermos, minorías, pobres y mujeres «promiscuas». En total, en EE.UU. se esterilizó así a unas 700.000 personas.
Todas estas ideas jugaron a favor de las concepciones racistas y supremacistas de Adolf Hitler y de su partido nazi. La idea del exterminio de «razas inferiores» como los judíos y gitanos se consideraba benéfica para la pureza de la raza superior. A partir de 1933, ya en el poder, los nazis emprenderían feroces programas de esterilización que para 1940 se convirtieron en el exterminio de cientos de miles de alemanes «no aptos» para reproducirse y, dos años después, en el genocidio de millones de judíos, eslavos, gitanos, homosexuales y otros que no tenían lugar en la fantasía racial nazi.
El fin de la Segunda Guerra Mundial fue el fin de la eugenesia como pseudociencia y comenzó la lenta comprensión de los errores, supersticiones y suposiciones sin bases que conformaron un esfuerzo de presunta superación de la humanidad que hoy avergüenza a todos los países que participaron en ella, con mejores o peores intenciones.
Y si hoy comprendemos que no sabemos qué es 'mejor' desde el punto de vista genético, y que cualquier intervención contraria a los derechos humanos es repugnante, de alguna manera nos vamos inmunizando para que algo así nunca vuelva a ocurrir en nombre de una ciencia que, finalmente, fue traicionada por sus practicantes.
En la Grecia clásica, Platón, en su diálogo 'La república' ya proponía crear una sociedad superior procreando a la gente de clase alta y desalentando la reproducción de las clases bajas. Esta idea, con mayor o menor imprecisión, fue llevada a la práctica por romanos, atenienses y espartanos, que dejaban morir abandonados a los recién nacidos con defectos visibles.
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