La estrella misteriosa
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El astro descubierto por Tabetha S. Boyajian registra unas variaciones de luz que no se dan en ningún otro caso conocidomauricio-josé schwarz
Viernes, 23 de abril 2021, 22:07
Se llama KIC 8462852, el objeto número 8.462.852 en el catálogo de más de 12 millones de entradas de datos reunidos por el telescopio Kepler entre 2009 y 2018, dedicado a buscar planetas similares a la Tierra en nuestro 'barrio' de la Vía ... Láctea.
Pero es más conocida como 'La estrella de Tabby'.
Este otro nombre tiene que ver con el misterio que nos plantea esta estrella de tipo F de la constelación del Cisne, a unos 1.470 años luz de nuestro planeta. En 2015, científicos del grupo Planet Hunters (Cazadores de planetas) encabezados por la astrónoma Tabetha. S. Boyajian, anunció las variaciones de luz observadas en esa estrella, sin paralelo con ninguna otra conocida.
Y, como a la astrónoma se le conocía entre sus amigos como 'Tabby', la estrella pasó a ser conocida como 'La estrella de Tabby', aunque otros prefieren una denominación más formal y la llaman 'La estrella Boyajian', entre otros apelativos que destacan su peculiaridad.
¿Por qué fluctúa tanto la luminosidad de esta estrella? Desde que se anunció el descubrimiento de este peculiar fenómeno, numerosos astrónomos (y muchos que no lo son) han sugerido las más variopintas explicaciones. Pero antes de entrar en ellas, veamos cómo se descubrió la anomalía, ya que se trata de un éxito de la llamada 'ciencia ciudadana', donde personas sin título académico en ciencia ayudan a los científicos a observar y descubrir asuntos de interés.
La enorme cantidad de observaciones realizadas por el telescopio Kepler formó una base de datos gigantesca. Estos datos se analizaron, por supuesto, empleando algoritmos (o recetas) en busca de anomalías, peculiaridades o, por el contrario, uniformidades imprevistas en el enorme caudal de datos adquiridos por el telescopio. Lo mismo se hace con los datos de otros telescopios, tanto basados en tierra como espaciales, caso del Hubble.
En el caso del telescopio Kepler, lo que se busca son pequeñas variaciones en la luminosidad de las estrellas que se producen cuando un planeta pasa entre la estrella y el telescopio. Sin importar lo refinados que puedan ser los algoritmos para estudiar estas variaciones, el hecho sigue siendo que el ser humano es una herramienta mucho mejor para detectar patrones visuales. Cuando se publicaron los primeros datos del telescopio Kepler en 2010, el grupo Planet Hunters con más de 300.000 voluntarios, empezó a revisar 'a ojo' las variaciones de luminosidad al paso del tiempo de las más de 150.000 estrellas vigiladas por el telescopio.
El resultado ha sido excelente. Planet Hunters ha detectado a más de cien estrellas candidatas a tener planetas, su trabajo original ha producido ocho artículos científicos y ha dado origen a otros proyectos de científicos ciudadanos con los datos incluso del mismo telescopio, relacionados o no con el original.
Y uno de sus descubrimientos fue, precisamente, la variación extrema de KIC 8462852. Algo que se les pasó a los ordenadores «porque no estaban buscando algo así», como explicó la Dra. Boyajian.
Según el artículo científico original, la estrella KIC 8462852 «sufre caídas de flujo (luz) de forma irregular y sin periodicidad de hasta alrededor de 20%. La actividad de caída puede durar entre 5 y 80 días». Hubo una caída de una semana en 2009, en 2011 otra de 15% que duró más de una semana y, en 2013 se produjo una serie de caídas de intensidad y duración diversas, e irregularidades como si se tratara de dos sucesos diferentes, la mayor de ellas del 20%. Fuera lo que fuera que bloqueaba la luz, tenía más de 100 veces el área de la Tierra. En 2017 se produjeron otras cuatro caídas en luminosidad.
Para valorar lo extraño de este escenario, hay que pensar que los tránsitos de planetas grandes (como Júpiter) apenas afectarían el 1% de la luminosidad de una estrella. Esto se mide con instrumentos enormemente sensibles y los datos, bajo la mirada de observadores como los de Planet Hunters, pueden revelar la existencia de un planeta si se producen de modo periódico y duran lo mismo en cada ocasión. Un observador extraterrestre podría encontrar a la Tierra midiendo la luminosidad del Sol y advirtiendo cómo cada año (terrestre) se reduce ligeramente al pasar la Tierra ante él, durante un tiempo siempre igual.
El artículo explica cómo se hicieron análisis para determinar que las caídas en la luminosidad de la estrella de Tabby no están causadas por problemas de los instrumentos o del procesamiento de datos sino que tienen 'origen astrofísico', y presentan algunos escenarios sobre el tipo de cuerpo que debería existir en el sistema de esa estrella para explicar las observaciones. Pero los propios investigadores concluyen que la mayoría de las hipótesis son insuficientes para dar cuenta de los desusados datos. Su idea final: que ante la estrella pase una familia de fragmentos de cometas o de planetesimales (planetas pequeños, como asteroides) asociados con la ruptura anterior de un cuerpo más grande. Era «la menos mala de nuestras ideas malas», dijo la astrónoma.
De inmediato, la comunidad astronómica se vio sacudida por los datos revelados en el artículo de la Dra. Boyajian. Había descrito a la que pronto se denominó «la estrella más misteriosa del universo».
Entre las explicaciones más fantasiosas de este comportamiento está la idea de que los objetos que interrumpen la luz de la estrella fueran fragmentos de una 'esfera de Dyson', una megaestructura propuesta como experimento mental por el físico Freeman Dyson (y antes por autores de ciencia ficción como Olaf Stapledon) que rodeara por completo a una estrella para aprovechar la totalidad de su energía con objeto de accionar una civilización avanzadísima. La presunta esfera de Dyson alrededor de KIC 8462852 estaría en construcción o estaría destruyéndose y abandonada.
Como podemos imaginar, no hay evidencias de que este fuera el caso, y la fantasía es seductora. Pero como ha dicho la propia Dra. Tabetha Boyajian, «la hipótesis extraterrestre siempre debe ser nuestro último recurso». Otras explicaciones implican polvo estelar, que la estrella esté engullendo un planeta o gran luna, o incluso que las variaciones se deban a irregularidades magnéticas aún desconocidas dentro de la propia estrella de Tabby.
El misterio continúa.
La participación de personas no profesionales en ciencia es hoy indispensable. Diversos aficionados descubren y describen nuevas especies o variedades de plantas y animales continuamente, y otros son clave también en la búsqueda de cometas. Además, con nuevas aplicaciones para smartphones y ordenadores, muchos ciudadanos pueden participar en la recopilación de grandes cantidades de datos y su posterior procesamiento. La ciencia hoy es tan amplia que no le bastan los científicos.
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