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Cada vez que Donald Trump aparece sentado a su escritorio del Despacho Oval, ese que se recorta contra la pared de tres ventanitas verticales, ese de madera maciza muy labrada, merecería la pena recordar su historia -la del escritorio, no la de Trump-; a menudo, ... y dadas las polémicas declaraciones del presidente de Estados Unidos, valdría más rememorar la historia del Escritorio Resolute que quedarse con el discurso de este, las cosas como son. Así que ahí va: la mesa se construyó, pasada la primera mitad del siglo XIX, con la madera recuperada de un barco británico que unos años antes había quedado varado en los hielos del Norte. El 'HMS Resolute' salió, en 1852, en busca de una expedición que había desaparecido en la década anterior y cuyo objetivo había sido cruzar los mares (o los hielos, qué se sabía exactamente entonces) por la parte de arriba de los mapas conocidos. Del Atlántico al Pacífico, se supone, por su parte más fría, esa era la idea; abrir nuevos caminos, cartografiar un mundo que aún se desconocía, o que desconocían los europeos y los habitantes de las partes más cálidas del continente americano, iniciar nuevas rutas mercantiles.
Ya lo habían intentado otros, en otros momentos, a veces yendo hacia el lado contrario, hacia Siberia. Algunos volvieron, otros no; hubo logros, sí, pero tras muchas pérdidas. Los hubo que sobrevivieron en los hielos del Polo Sur, también, a larguísimos, interminables inviernos, y los hubo que murieron allí. Los instrumentos, papeles, mapas, fotografías, prendas y otros elementos de estas gestas que quedaron para el recuerdo, convertidos en 'souvenirs', pueden encontrarse en museos como el Instituto Scott de Investigación Polar, en Cambridge. No solo, pero ahí hay muchos.
Por eso en este museo se refugió durante mucho tiempo la poeta y escritora de libros de no ficción Nancy Campbell, que en 2010 acudió a un refugio de escritores en un lugar llamado Upernavik, en Groenlandia -lo hizo en invierno, además-, y quedó fascinada por el hielo. Por todas las historias que contiene, que hablan de los empeños de la raza humana a lo largo de los siglos, pero sobre todo de la larga existencia de un planeta que, desde hace tiempo, se sabe que va perdiendo su masa helada. El hielo del Ártico, en cada una de sus capas, contiene información sobre el devenir de nuestra Historia. Es Ciencia y es poesía. Y Campbell (Exeter, 1978) se «obsesionó» con aquello y durante los siete años siguientes se dedicó a estudiar, analizar, reunir, material sobre ello, al tiempo que viajaba de un rincón helado a otro. No solo, pero sí mucho.
'La biblioteca de hielo', un libro publicado hace un par de años en inglés que ahora edita en castellano Ático de los Libros, es el resultado de aquel trabajo obsesivo de búsqueda de títulos, hazañas, fórmulas y parajes. Es curiosa la historia del libro: comenzó la tarea cuando, durante su primera temporada en Upernavik, le dijeron que podía dejar algún trabajo allí siempre que no fuera precisamente eso, un libro, y entonces se puso a 'estudiar' y revisar todo tipo de materiales para poder legar algún otro objeto de arte. Ella había dejado su trabajo en Londres -que tenía mucho que ver con libros, con la recogida y clasificación de los papeles de otros artistas- para retirarse y tener tiempo para escribir. Y justo eso era lo que no le pedían.
Tampoco era algo tan raro para ella expresarse no solo con palabras, o más bien añadiendo a estas otro tipo de expresión. En su currículum se menciona, aparte de haber estudiado Literatura Inglesa, su experiencia en el campo del Arte, editando (componiendo e imprimiendo) libros artísticos y escribiendo crítica, y por otro lado la observación del paisaje -del cambio, del efecto del ser humano en la Tierra- ha sido una base constante en su trabajo.
Antes de escribir 'La biblioteca de hielo' -toda una enciclopedia en torno al hielo, de hecho- publicó los poemarios 'Disko Bay' y 'How To Say 'I Love You' In Greenlandic', y desde entonces se puede encontrar su firma en medios como el 'Times Literary Supplement', el 'Financial Times' y el 'Independent', además de volcarse en el desarrollo de proyectos relacionados con el medio ambiente para, desde el arte, transmitir la importancia de preservarlo.
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