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Luisa Idoate
Viernes, 14 de abril 2023, 22:49
Los hallazgos arqueológicos de los siglos XIX y XX desatan la pasión por la Antigüedad y el coleccionismo, avivan el interés de marchantes y museos, y alimentan el contrabando de arte. Heinrich Schliemann descubre Troya en 1871; Marcelino Sanz de Sautuola, las pinturas de Altamira ... en 1875; Howard Carter, la tumba de Tutankamon en 1922. Profesionalizada por William Flinders Petrie, la Arqueología se pone de moda; al igual que los viajes a los países de los grandes descubrimientos: Italia, Grecia, Egipto, Turquía. La aristocracia los recorre con entusiasmo y adquiere como recuerdo antigüedades expoliadas de las excavaciones. Ese incipiente turismo pronto se masifica y los souvenirs se convierten en negocio. Y se abre la veda de la caza de tesoros.
En la década de 1950, la rapiña arrasa el yacimiento de Kavos, en la isla griega de Keros, importante enclave urbano y de peregrinación del Egeo. Excepcionalmente rico en piezas arqueológicas del período Keros-Syros (2800-2300 aC), entre los que se hallaron los dos 'músicos' cicládicos más famosos: el Arpista y el Flautista. Y unos 350 fragmentos de figuritas de mármol, cuidadosamente partidas y enterradas; dos labores realizadas en lugares diferentes, según los estudios realizados, sin que haya construcciones próximas que lo faciliten. ¿Su rotura era parte de un ritual? ¿Se desecharon por no ser perfectas? ¿Al ser sagradas no podían terminar en un vertedero? El llamado Tesoro de Keros desató tantas preguntas como ambición. Solo se conservaron 81 piezas, las demás se esquilmaron y sacaron de Grecia de contrabando. Unas terminaron en museos y colecciones privadas, especialmente de Reino Unido; del resto, no hay rastro.
Se ha desenterrado la escalinata de mármol que conectaba la colina de Kavos con Daskalio, un islote antiguamente unido a Keros por una lengua de tierra, tapada por el mar en 1200 aC. Lo coronaba el mayor edifico cicládico: un templo piramidal de 16 metros de lado y 8 de altura, de 2500 adC, en el que se hallaron esculturas, una hacha y cerámicas. Alrededor había construcciones de piedra con capacidad para doscientas personas que, según los vestigios, trabajaban el cobre, el mármol y la obsidiana. Para el arqueólogo de la Universidad de Cambridge Colin Renfrew, que dirigió en 2008 su excavación, «era el primer santuario marítimo del mundo», donde se realizaba una ceremonia de renovación: «Una nueva generación de iconos se ponían en uso y una nueva generación de personas crecían». El lugar sagrado donde, según su colega griego Stefanos Keramidas, «los isleños de las Cícladas, de casi todas las Cícladas, viajaron para depositar figurillas de mármol. Es obvio que adoptaron un proceso ritual muy particular». ¿Las rompían porque estaban en desuso? ¿Las sustituían por otras?
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