![«No me emociona ninguna bandera más que la vida de una persona»](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2024/09/28/no-me-emociona-kTWG-U2201355216701ekH-1200x1500@El%20Correo.jpg)
«No me emociona ninguna bandera más que la vida de una persona»
Paco Cerdá ·
En 'Presentes' vuelve a fijarse en la letra diminuta de la Historia, a partir del cortejo fúnebre de José Antonio Primo de Rivera en 1939Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Paco Cerdá ·
En 'Presentes' vuelve a fijarse en la letra diminuta de la Historia, a partir del cortejo fúnebre de José Antonio Primo de Rivera en 1939Iñigo Linaje
Viernes, 27 de septiembre 2024, 22:51
La escena es sobrecogedora y fantasmal: un cortejo fúnebre que recorre 467 kilómetros -a lo largo de once días y diez noches- para trasladar el cuerpo del fundador de la Falange, José Antonio Primo de Rivera, desde el cementerio de Alicante hasta El Escorial… Puede parecer una secuencia de una película de terror. O el pasaje de un relato de Edgar Allan Poe. Sin embargo, corresponde a un episodio casi olvidado -sucedió en 1939- de nuestro pasado: «La ceremonia más inverosímil de la Historia contemporánea de España», escribe Paco Cerdá (Genovés, 1985) en las primeras páginas de su último libro, 'Presentes', una obra -como todas las suyas- de no ficción.
Paco Cerdá es periodista y busca los detalles de los acontecimientos fastuosos, la letra diminuta de la Historia. Lo hizo en 2017 en 'Los últimos', un reportaje que recogía las vivencias de los habitantes de ese trozo de la España vacía que es la Serranía Celtibérica. Lo hizo en 2022 en '14 de abril', la crónica del día de la proclamación de la Segunda República. Y lo hace ahora -en lo que parece el reverso de la anterior- en 'Presentes' (Alfaguara), otra extensa crónica que, además de narrar la epopeya fascista del traslado de Primo de Rivera, pone el acento en una serie de personajes -reales- represaliados por el franquismo.
La cinta que documentaba ese viaje fantasmal se quedó en la retina del escritor hace años: «Fue impactante. Esas imágenes imprimieron en mi mente un halo de misterio. Quería saber qué había detrás de toda aquella parafernalia», explica el autor al otro lado del teléfono. Su interés por la Guerra Civil y sus consecuencias no es gratuito, responde a dos motivaciones: «Por un lado, está mi historia familiar: a mi bisabuelo lo fusilaron en 1943. A mi abuelo -que va a cumplir 99 años- ese recuerdo le ha perseguido toda su vida… Por otro lado, encuentro historias minúsculas en la posguerra que ponen en primer plano la resistencia, la represión y esa dialéctica del sacrificio individual y la defensa de una causa colectiva. Me interesaba explorar las entretelas de esa memoria».
El libro, dividido en once capítulos -que, a su vez, se subdividen en otros tres cada uno- presenta una estructura tan meditada y tan bien ensamblada como su obra anterior. Y, como aquella, está escrito con una prosa precisa y trepidante y con la maestría compositiva del mejor periodismo literario. «Mi propósito es que el libro se pueda leer como una novela», dice Cerdá, aunque el trabajo de investigación que hay detrás es enorme. Y subraya: «Mi intención -lejos de cualquier maniqueísmo- fue privilegiar los documentos que más pudieran emocionar al lector: cartas, diarios, testimonios íntimos, que son los que hacen comprender humanamente a las personas».
Ese contraste entre el delirio totalitario y la realidad de un país «de cárcel, exilio y paredón» es el que propone 'Presentes' y el que responde a su propósito: poner de relieve un puñado de vidas (algunas conocidas, muchas anónimas) que la propaganda del régimen trataba de ocultar. Y ahí encontramos, por ejemplo, la historia del diseñador polaco Mariano Rawicz, que recibe en la cárcel la noticia del suicidio de su mujer. O la hermosa recreación -pura poesía- del amor entre Pilar de Valderrama y Antonio Machado. Ella, hija de gobernador y religiosa; él, agnóstico, republicano y anticlerical. Las dos caras del libro fundidas en un mismo relato.
A Paco Cerdá no le gusta extrapolar el contenido de sus obras a la actualidad, pero reconoce que le preocupan las derivas totalitarias: «No dejo de pensar en la resaca que dejan las borracheras de ideales, que son capaces de anular a un individuo», reflexiona. No en vano, la retórica del poder sigue funcionando hoy en día. «El poder es conservador por definición. Y me inquieta su retórica. Soy aficionado al deporte (mezclado con la historia y la política) y esa épica ha servido para engrandecer a héroes y justificar determinados sacrificios… A mí no me emociona ninguna bandera más que la vida de una persona».
Como si fuera un mantra, a lo largo de todo el libro se repite esta frase: «La guerra ha terminado, pero no ha terminado». Una letanía que apuntala una narración vertiginosa llena de musicalidad que, por su estudiada composición, semeja un montaje cinematográfico. Memoria y reivindicación se dan la mano en estas páginas que, además de alta literatura, contienen testimonios dolorosamente humanos. Así lo asevera el escritor: «Me hacía mucha ilusión terminar el libro y llevárselo a mi abuelo. Cuando recibí los primeros ejemplares fui a verle y le leí el fragmento dedicado a su padre. Ha sido uno de los momentos más emotivos de mi relación con él. Y también de mi vida».
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La víctima del crimen de Viana recibió una veintena de puñaladas
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Noticias recomendadas
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.