Dos versiones de Larcenet
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'Terapia de grupo' y 'La carretera' muestran su caudal de creatividad, de la comedia al realismo cruelJuan Manuel Díaz de Guereñu
Sábado, 18 de mayo 2024, 00:04
Manu Larcenet (Issy-les-Moulineaux, 1969) es uno de esos historietistas, no tan abundantes, que se desenvuelven con facilidad creando historias y empleando estilos de dibujo netamente diferenciados. En su nutrida obra conviven dramas sombríos y comedias desternillantes, dibujados conforme a sus argumentos y tonos ... respectivos.
Larcenet es autor, por un lado, de obras humorísticas como 'La vuelta al campo' (6 álbumes, 2002-2019), de trazo caricaturesco y desenfadado. 'Terapia de grupo' pertenece a esta primera estirpe. Pero también firma historias crueles como 'Blast' (4 tomos, 2009-2014) y 'El informe de Brodeck' (2016), a las que suma ahora su adaptación de 'La carretera' de Cormac McCarthy. Las dibuja con bruscos claroscuros que acentúan su clima opresivo. La publicación casi simultánea en castellano de 'Terapia de grupo' y 'La carretera' (Norma editorial) permite al lector recorrer al mismo tiempo las dos vertientes de la caudalosa creatividad de Larcenet.
La edición española de 'Terapia de grupo' reúne en un volumen los tres álbumes de la original, aparecidos entre 2020 y 2022. En este título, Larcenet vuelve a una autobiografía cómica, nutrida con datos reales e invenciones descabelladas. La protagoniza una caricatura del autor, con la que se burla de los comportamientos y preocupaciones del oficio de historietista.
Los rasgos físicos del protagonista lo condenan a una clave cómica. Bajo y grueso como un tonel, calvo y barbado, dotado de una narizota enorme con forma de berenjena, su aspecto desautoriza de antemano toda tentación de tomárselo en serio. En coherencia con su fisonomía, gesticula, emana gotas de sudor y nubarrones de enfado, se agita y vocea sus estados de ánimo.
Larcenet ha creado de nuevo un 'alter ego' ridículo que encarna los absurdos de su profesión y las inseguridades del artista. 'Terapia de grupo' presenta a Manu Larcenet en un mal momento. Tras el éxito multitudinario de hace unos años, siente agotado su talento, se ve incapaz de idear una historieta atractiva. Se medica con ansiolíticos y hasta ingresa en una residencia psiquiátrica para una cura de reposo. Es, afirma, un artista acabado.
Larcenet urde una historia larga que encadena los esfuerzos desesperados de su personaje por crear de nuevo una obra de éxito. Sigue las sucesivas intentonas fallidas, los reconcomios, los desesperos, que se traducen una y otra vez en episodios risibles. El dibujo humorístico de Larcenet suele ser desenvuelto y resuelve las figuras mediante las exageraciones caricaturescas usuales. Apoyado por un color funcional, logra un humor ágil. En 'Terapia de grupo' la forma se complica lo mismo que el relato.
Narra en primera persona el protagonista y su voz, obsesiva y caudalosa, impone las cajas de texto sucesivas, que organizan visualmente su verborrea. Las páginas acumulan acciones y diálogos, además de tentativas fallidas del protagonista, en una verdadera antología de parodias y guiños. Los fantaseos de Manu dan lugar a planchas de aire alucinado.
El color está aplicado con minucia inusual. Frente a los colores planos y escuetos de costumbre, el de 'Terapia de grupo' detalla volúmenes, sombras y hasta brillos de la piel. Está concebido para representar el laberinto mental del historietista acabado, pero ansioso de resucitar. Manu Larcenet, además de revelar de nuevo las risibles angustias del artista, explora las formas del dibujo cómico, pone a prueba los recursos del humor.
Casi su reverso formal y de contenido, 'La carretera' adapta la atroz distopía homónima de Cormac McCarthy y mide posibilidades del dibujo más sombrío de Larcenet. Frente al humor dicharachero, el silencio o un laconismo extremo; frente a la caricatura, un realismo cruel que sume al lector en el fango de la ruina definitiva de todo.
El dibujante echa mano de las negruras de la tinta para siluetear escombros y dar cuerpo a los restos andrajosos que se topan dos supervivientes, padre e hijo, que siguen la carretera en su peregrinaje rumbo a un Sur inalcanzable. El color apagado y casi uniforme, como una capa de suciedad, refuerza, más que atenúa, las sombras predominantes. Juntos traducen las texturas y sensaciones de una realidad arruinada.
Larcenet prescinde de voz narrativa y apenas tolera unos diálogos escuetos, que suenan a reiterados. Las páginas de 'La carretera' parecen tan vacías y asoladas como los parajes que recorren. Tan oscuras como una condena sin remisión. Los protagonistas se limitan a sobrevivir en el erial de cenizas y despojos a que quedó reducido su mundo, en el que cualquier ser humano es una amenaza. La esperanza puesta en el lejano Sur parece agotada en cada episodio, pero no. La narración continúa como la carretera, entre manchas oscuras y a la luz mortecina de un invierno permanente.
'Terapia de grupo' y 'La carretera' muestran de nuevo la versatilidad de Larcenet y su infatigable indagación en las posibilidades de su dibujo para traducir la risa y el llanto callado.
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