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El latido cultural

Esas divas italianas

Con la muerte de Gina Lollobrigida desaparece una de las últimas grandes estrellas de ese país y la primera 'maggiorata'

Sábado, 28 de enero 2023, 00:09

De las más veteranas solo quedan Sophia Loren y Claudia Cardinale; que sea por mucho tiempo. Gina Lollobrigida, la 'Lollo', fue calificada de 'maggiorata' por Vittorio de Sica, a quien se atribuye ese neologismo que permaneció y se hizo extensible a otras nuevas actrices italianas ... de afortunados atributos físicos. De Sica se refirió a Gina como 'maggiorata', o más bien a su personaje de acusada desde el suyo de abogado defensor, en la película de episodios 'Sucedió así' (Alessandro Blasetti, 1952). Se consideró con ese término a actrices italianas muy guapas, sensuales y de cuerpo exuberante. Eran los años del neorrealismo y esas mujeres despampanantes, que solían darse a conocer en concursos de belleza, frecuentes en la posguerra, tenían que ser al mismo tiempo reales y próximas como una guapa vecina o la chica de la frutería, y por tanto accesibles para el imaginario popular.

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La 'maggiorata' por excelencia sería Sophia Loren, convertida en estrella internacional tras llegar a Hollywood, como también le sucedió a Lollobrigida. Volví a ver 'Dos mujeres' ('La ciociara', 1962), quizá la mejor película dirigida por Vittorio de Sica, que dio a la Loren ese poderoso personaje basado en la novela de Alberto Moravia. La bella Claudia Cardinale también se ajustó a ese canon. Me quedo con su rutilante presencia, muy joven, en la secuencia del baile en 'El gatopardo' (1963), magna obra de Luchino Visconti que crece con el tiempo. De fama más de andar por casa fue Sandra Milo, que tomó su apellido artístico de la escultural Venus. La recuerdo en su papel de prostituta en 'El general de la Rovere' (1959), una de mis películas preferidas de Rossellini. Semejante proyección discreta tuvieron la guapísima Gianna Maria Canale y Eleonora Rossi Drago. Inolvidable la carga sexual de Silvana Mangano, otra estrella 'maggiorata', en 'Arroz amargo' (Giuseppe de Santis, 1949), donde se dio a conocer al mundo con su interpretación de una recolectora de arroz en el valle del Po. En los anales del erotismo en el cine italiano, permanecerá la Mangano con su imagen en esa película con suéter ajustado, pantalones muy cortos y medias negras. Como sucede con Anita Ekberg y su baño en la Fontana de Trevi en 'La dolce vita' (1960), de Fellini. De hecho, a la nórdica Ekberg se la consideró una 'maggiorata' importada. También a Lucía Bosé se la encuadró en la división 'maggiorata', aunque su elegante rostro hacía pensar más en una aristocrática princesa romana que en una accesible chica del pueblo.

No se puede integrar en ningún canon preestablecido a Anna Magnani, que atrapaba toda la fuerza de la cámara y se la llevaba consigo. Si tuviera que hacer una selección de secuencias preferidas de la historia del cine, una de las que no dudaría en incluir es la emblemática de la Magnani en 'Roma, ciudad abierta' (1945), la incontestable obra maestra de Rossellini. Me refiero al final de la secuencia de la redada de nazis y fascistas, en busca de resistentes, en la casa de pisos. Desalojan a los vecinos, entre los que está Anna Magnani. Entonces ve que han detenido a su hombre, a Francesco, y lo suben a un camión. Gritando su nombre con desesperación, ella corre tras el camión hasta que le pegan un tiro, cae y queda en el asfalto como rota, con la falda levantada que muestra sus piernas con ligas y las medias con carreras.

Monica Vitti tampoco encaja en ninguna división. Fue una buena actriz de belleza moderna, más tipo europea del norte que de estilo mediterráneo. Ha quedado como musa de Antonioni, vaca sagrada a quien salvo excepciones como 'La aventura' (1960), aprecio tan poco como a Godard. Siempre he tenido debilidad por Stefania Sandrellí, de carrera con títulos dispares. Escojo su variado rol en 'Yo la conocía bien' (Antonio Pietrangeli, 1965), donde con tan solo 19 años era toda una mujer que encandilaba en cada plano.

Una 'maggiorata' más tardía fue la hermosa Laura Antonelli, que alcanzó la fama como objeto de deseo del jovencito Alessandro Momo en la mediocre comedia de iniciación 'Malicia' (Salvatore Samperi, 1973). En el cine reciente, debemos a Paolo Sorrentino que en la celebrada 'La gran belleza' (2013), contara con Sabrina Ferilli, una madura 'maggiorata' arrebatadora en su personaje de la carnal Ramona. Y dejo para el final a Monica Bellucci, un paradigma de bellísima 'maggiorata' atemporal que con más de 50 años se permitió ser chica Bond.

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