El desastre que marcó el fin de la Restauración
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La tragedia de Annual, que nadie esperaba, se debió a una combinación de carencias y errores tácticos y su impacto fue tan grande que desestabilizó el régimen«Revueltas las fuerzas, confundidas, sin Jefes puede decirse, acosadas por el enemigo y sin más ideas visibles que la de la salvación individual por la huida… Es imposible hacer la descripción exacta de este momento de pánico». El 22 de julio de 1921, hace ... ahora cien años, se produjo la huida masiva de las tropas españolas con las que se quería penetrar en Marruecos. El desastre de Annual, la mayor derrota militar española desde la guerra de Cuba y Filipinas de 1898, ponía en cuestión la aventura colonial iniciada tras la conferencia de Algeciras en 1906.
En Algeciras los países europeos reconocían el norte de Marruecos como zona de influencia española -con lo que evitaban la presencia de una gran potencia al sur del estrecho de Gibraltar-, mientras el resto correspondía a Francia. España buscaba recuperar la tradición imperial, pero la conquista del futuro protectorado español fue ardua y difícil, contra lo que había supuesto la prepotencia patriótica.
El intento de penetrar desde Melilla comenzó en 1909. Tras los primeros enfrentamientos, que se creyeron fáciles y victoriosos, el Gobierno hubo de enviar un contingente de refuerzo (50.000 soldados), mientras se producía la Semana Trágica de Barcelona, como reacción a la marcha de soldados a Marruecos, y alguna derrota importante, la del Barranco del Lobo. En 1910 el desgaste había servido solo para ocupar 300 km2. En 1912 el convenio hispano-francés reconocía a España un territorio de algo más de 20.000 km2 (400.000 para Francia). Hubo entusiasmo en algunos grupos empresariales y sectores imperialistas, como si bastase el acuerdo entre europeos para asegurar el éxito.
Siguieron unos años de paralización de la empresa colonial, aunque con incidentes y la severa oposición Ahmed er-Rasuni en Yebala, al sur de Ceuta, contrario al sultán y a la presencia española. Este enfrentamiento fue costosísimo, antes de lograr cierta estabilización de la zona.
Tras el fin de la Primera Guerra Mundial se quiso reorganizar el territorio. España nombró como comisario al general Dámaso Berenguer. A comienzos de 1921 se iniciaron las operaciones en el Rif, buscando avanzar desde Melilla hacia el oeste, para conectar en el golfo de Alhucemas con las fuerzas españolas de Yebala y propiciar la ocupación de las minas de Ulixan.
La moral de los soldados, de extracción humilde -cabía librarse del Ejército pagando una cuota-, era bajísima y el Ejército, al mando del general Fernández Silvestre, llevó a cabo una torpe campaña de ocupación. Los mandos españoles no advirtieron el potencial de las tropas movilizadas por Abd-el-Krim, el cadi rifeño, que tenía gran capacidad de liderazgo político y militar.
Las tropas españolas lograron los mayores avances hasta el momento («Olé ahí tus cojones», decía al parecer el telegrama de Alfonso XIII al general Silvestre, aunque después no pudo confirmarse). Pero los avances se dieron sin proteger los flancos, estableciéndose puestos fijos y aislados, casi 150 blocaos situados en lugares altos sin agua, que habían de traer diariamente.
Los rifeños asistieron vigilantes al avance y cuando las tropas españolas cruzaron el río Ameqran intervinieron. El 1 de junio tuvo lugar 'el zarpazo de Abarrán', al otro lado del río, un descalabro para el destacamento, con el que Abd-el-Krim mostró a los rifeños la vulnerabilidad de los españoles. El general Silvestre entendió que era un incidente aislado, no el preludio de un contraataque de gran alcance. Así continuó el avance español, cuyo centro de operaciones estaba en Annual, al fondo de un valle, rodeado de montes, difícil de defender y con solo una vía de comunicación con Melilla. El 17 de julio comenzó el ataque rifeño contra el puesto de Igueriben, a unos diez kilómetros. Fue sitiado durante cuatro días y ocupado el 21, sin que las tres columnas que llegaban de Annual pudieran auxiliarlo.
El 22 de julio se produjo el desastre. Sin reservas de agua y con solo munición para un día, se entendió que Annual, con cinco mil hombres, era indefendible. Ante la amenaza rifeña, empezó la retirada, mal organizada y pronto caótica. A los oficiales se les fue la situación de las manos. Los soldados, desmoralizados, emprendieron la fuga. La retirada se convirtió en un sálvese quien pueda, en medio del pánico, que afectó también a los mandos, incapaces de organizar la retirada. Silvestre murió o se suicidó en Annual. La desbandada convirtió en un blanco fácil a los soldados españoles, que murieron por centenares, al tiempo que los blocaos eran ocupados, algunos con la muerte de todos los defensores.
Las sucesivas estampidas de las tropas fueron a veces precedidas por la huida de oficiales, en una marcha terrible de seis días. Unos 3.000 soldados llegaron a protegerse en el monte Arruit, al sur de Melilla, que fue cercado: solo sobrevivieron 60.
La desbandada llegó hasta Melilla, seguida por los rifeños, que no asaltaron la ciudad por temor a la reacción internacional y al subestimar su superioridad militar.
Cuando se consumó el desastre, el 9 de agosto, habían muerto alrededor de 14.000 soldados (no se saben las bajas rifeñas, verosímilmente muy inferiores), además de los desaparecidos y centenares de prisioneros, a lo que habría que añadir la pérdida de material militar, de los avances realizados desde 1906 y del prestigio militar. El desastre, el mayor sufrido por un ejército colonial europeo, era imputable a la pésima actuación militar española. Las causas: escasa instrucción de los soldados, errores tácticos, mal equipamiento de las tropas, deficiente comportamiento de los oficiales, incompetencia... Entre los responsables se señaló a Alfonso XIII y a los principales mandos, culpados en el informe Picasso por su temeridad (Silvestre) o negligencia (generales Berenguer y Navarro).
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Nunca se dilucidaron las responsabilidades. Cuando las Cortes iban a estudiar el Informe Picasso, se produjo el golpe de Estado de Primo de Rivera. Posteriormente no llegó a abordarse la cuestión.
El desastre de Annual marcó la crisis de la Restauración, el régimen iniciado en 1876 que caería dos años después. La ocupación colonial del norte de Marruecos se llevó a cabo a partir del desembarco de Alhucemas de 1925, en una operación mejor organizada. España mantuvo después su presencia militar en la zona, con un papel fatal en la Guerra Civil.
El vencedor de Annual fue Abd-el-Krim, que logró mantener una república del Rif hasta 1926. Después fue enviado a la isla Reunión. Desde 1946 hasta su muerte, en 1963, vivió en Egipto, manteniendo su discurso anticolonial.
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