Francotiradores: por qué el cine encumbra la figura del tirador solitario
Atracción ·
La crónica diaria de la guerra demuestra hasta qué punto la literatura y el cine se han aproximado a la psicología del francotirador. «Si coges un arma, tienes que entender para qué lo haces y así no te torturas»
Kurt. Francotirador. Combate a los rusos en Ucrania desde los primeros disturbios de 2014. Su cuenta 'oficial' asciende a una sesentena de objetivos confirmados. Muertos. Soldados rusos asesinados con su rifle de alta precisión. Él calcula que un kilómetro es una buena distancia para matar. ... La suficiente para recuperarse del golpe de culata durante el disparo, enfocar la vista de nuevo por la mira telescópica y ver caer desplomado al enemigo. «Si coges el arma en tus manos, tienes que entender para qué lo haces. De ese modo, nada te tortura», resume.
La cultura militar ha dibujado la figura del francotirador como un individuo de características excepcionales mientras la literatura y el cine simplemente la han sublimado. Se trata de un subgénero que hace bueno el antiguo ripio escolar de 'la letra con sangre entra', pero en su versión satánica: los libros sobre tiradores de élite tienen un alto grado de aceptación dentro de la literatura bélica, junto con las narraciones históricas. Sin embargo, son el cine y la televisión los medios que han propulsado su épica.
La cuestión es: ¿Resulta real toda esa mitología? «La leyenda y el símbolo son distintos a la persona», sostiene 'Wali', el canadiense considerado como el francotirador más letal del mundo. En su caso, a las decenas de víctimas abatidas en distintas guerras se añade un activo manejo de las redes sociales que le ha permitido reforzar la leyenda. También le han supuesto reproches de quienes ven el riesgo de que sus vídeos y mensajes inciten a jóvenes inmaduros a tomar las armas.
A todo ello, el sargento Mykhailo responde desde el frente sur ucraniano que resulta complicado evaluar, fuera de la guerra, la conciencia de unas personas cuya única función es matar desde que se levantan hasta que se acuestan. «La violencia en cualquier conflicto es procesada de manera distinta por quienes están involucrados y quienes no. Existe una afirmación de que durante la guerra es mejor ser soldado. Tienes más información. No te quedas sentado esperando lo desconocido. Es más difícil para los civiles. Todo lo posible vuela hacia ellos durante un bombardeo».
No todos los cineastas comparten una visión idealizada e incluso romántica de los tiradores de élite. «Mi tío fue asesinado por un francotirador en la Segunda Guerra Mundial. Nos enseñaron que los francotiradores eran cobardes. Te disparan por la espalda. No son héroes», dice Michael Moore, director del documental 'Bowling for Columbine', que describe el asesinato de doce estudiantes y un profesor en un instituto de Estados Unidos en 1999.
«La leyenda y el símbolo son distintos a la persona», matiza 'Wali', el tirador «más letal del mundo»
Aun así, no existe un año sin que se produzca una película o una serie de televisión con ese perfil. Según algunos críticos, el francotirador encarna la posibilidad de engrendar a los dos tipos de protagonista tradicionales desde la época del wéstern. «Lo puedes vestir como un héroe o como un villano terrible porque mata por la espalda y nunca le ves venir». Un protagonista fracotirador siempre es chulo, da empaque y lo dice todo sin necesidad de justificar las escenas de acción ni la facilidad para dar cera a los adversarios.
David Fincher hizo su aproximación particular y psicológica en 2023 con 'El asesino', protagonizada por Michael Fassbender y Tilda Swinton, si bien la película aborda la faceta del tirador como asesino a sueldo, urbano. La de los asesinos de larga distancia que actúan por dinero o motivos ideológicos constituye una éxitosa saga que hace medio siglo tuvo su gran eclosión en 1973 con 'Chacal', de Fred Zinnemann, quien encontró un gran material inspirador en la novela homónima de Frederick Forsythe, y -antes que eso- en el psicópata Scorpio de 'Harry el Sucio' (1971).
En cualquier caso, la confrontación de esta clase de francotirador 'aseado' y callejero con el que se la juega en el frente, donde todo es un festín de sangre, suciedad y muertes, supone un desfase similar al de comparar al jovial 'Batman y Robin' de Joel Schumacher (1997) con 'El caballero oscuro' o 'The Batman', la última recreación del hombre-murciélago a cargo de Matt Reeves (2022). Las memorias de dos tiradores de élite, el «seal más letal de la historia» Chris Kyle y el kurdo Azad Cudi, son posiblemente las dos obras más recientes que se ajustan a la oscuridad. Escritas con el cuerpo en tierra. Generan un interrogante: ¿Cuánto de cierto relatan respecto a la realidad?
Como suele ser habitual, fue la película dirigida en 2015 por Clint Eastwood la que desveló el huracán de reflexiones explosivas que se escondía entre los párrafos de 'El francotirador' (Booket). En su autobiografía Kyle calificaba a sus enemigos en Irak como «salvajes» y admitía no haber sentido ningún arrepentimiento por sus 160 muertes confirmadas (220 estimadas) en la guerra. «Y lo digo de veras. La primera vez que disparas a alguien te pones algo nervioso. Piensas: ¿De verdad puedo abatir a ese tipo? ¿De veras está bien? Sin embargo, después de matar al enemigo, te das cuenta de que es así, y te dices: 'Mola'. Vuelves a hacerlo, una vez y otra. Lo haces para que el enemigo no acabe contigo ni con tus compatriotas. Y sigues haciéndolo hasta que no queda nadie a quien matar».
¿Qué comenta Kurt, el francotirador, sobre su experiencia real en Ucrania? «Lo más difícil es hacer el primer disparo desde la mira óptica. No es lo mismo que tirar a un maniquí de cartón durante un entrenamiento. El maniquí no respira y no te devuelve el tiro. Hay que ser un cazador en ese momento, y toda tu rabia debe estar puesta en esa pequeña bala que va a volar al enemigo», explica en Infobae quien durante años ha tenido el récord de distancia, con un tiro mortal efectuado a 2,1 kilómetros. ¿Y después? «Hay que mantenerse tranquilo y en equilibrio. Cuando hiciste bien ese primer tiro, te empieza temblar todo. Te culpas, pero si en tu cabeza entiendes que todo lo que haces no es en vano, que no eres un asesino sino un destructor, ahí te calmas. Yo no mato a nadie, estoy destruyendo al enemigo».
Respeto o conservadurismo
Las semejanzas entre las reflexiones de Kyle y de Kurt son evidentes. Reales. Y, por eso, son las memorias del marine estadounidese las que sacaron a los tiradores de su zona de confort épico-cinematográfica para trasladarlos al terreno de la política y la violencia. Los demócratas más progresistas de EE UU lo calificaron como una muestra de ultraconservadurismo y propagandismo de las armas mientras una mayoría de republicanos se manifestó a favor de su «respeto» al ejército. «No sois dignos de limpiar las botas de combate de Chris Kyle», espetó en su momento la trumpista exgobernadora de Alaska, Sarah Palin. Kyle nunca llegó a presenciar la controversia. Murió en 2013 junto a un amigo marine en un campo de tiro de Texas, acribilladopor un militar traumatizado.
La cultura del francotirador bebe de su propia naturaleza. Se trata de un soldado ajeno a la actividad del resto de unidades, pero del que dependen sus compañeros. «En caso de ataque diurno, el francotirador elige una posición elevada, como un edificio o una colina, y cubre el avance de los soldados desde atrás. De noche es un francotirador con visión nocturna quien dirige el ataque, pues es el único que puede ver el objetivo», relata Azud Cudi en 'Larga distancia' (Capitan Swing).
«No soy un asesino sino un destructor. Cuando disparo no mato a nadie, destruyo al enemigo»
La frialidad del personaje resulta escrupulosamente cierta a tenor de los abundantes reportajes publicados por la prensa del este, y los no menos numerosos vídeos grabados con los soldados siendo abatidos; una costumbre al alza entre los fusileros en la guerra ruso-ucraniana. «No estoy orgulloso de matar, pero es mi trabajo», explica Raptor en 'The New York Times', mientras el periodista cuenta cómo, a la hora de la cena, el tirador se disculpa por no haber matado a ningún soldado ese día para su reportaje.
El otro estereotipo más fiel es la paciencia. «Pasamos muchas horas quietos, observando por la mira. Hace falta una enorme concentración. Minimizas el gasto de energía y acompasas la respiración para permanecer inmóvil». La viva imagen del soviético Vasili Záitsev (Jude Law) y el alemán Erwin König (Ed Harris) en 'Enemigo a las puertas', la película de Jean-Jacques Annaud que en 2001 abrió nuevos ángulos introspectivos en la cultura del fracotirador. «Tienes miedo porque sabes que puede haber un ruso enfrente observándote con la misma misión de dispararte. Pero desaparece cuando pasas a la acción», ilustra el ucraniano Uman, cuya inspiración procede de 'los fantasmas de Bajmut', un grupo de tiradores que, según se asegura, ha matado a 250 soldados rusos.
Los fantasmas de Bajmut. El apodo cumple con los cánones de la fantasía. Se da por hecho que la invasión dejará tras su trágico rastro una avalancha de filmes, libros y documentales al estilo del oscarizado '20 días en Mariupol'. Existen rumores de que la industria norteamericana estaría trabajando ya en varios guiones. Quizá la historia de 'Wali' o la de Irina Starikova, 'Bahgeera', la más famosa tiradora de la Undécima División de Operaciones Especiales rusa, que permanece presa de los ucranianos después de que resultara herida en Donetsk y sus compañeros la abandonaran. Un guión que supera la ficción.
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