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Ucrania ganó en Eurovisión, ha tenido presencia en el festival de Cannes y la guerra sigue. Sus crueldades también. La cuestión es si la crueldad se convertirá en entretenimiento a fuerza de repetirse y perderá su fin primero, que fue conmover a quienes la presencian; ... ese dilema es una vieja historia. Cuando la crueldad entretiene, queda más aislado quien la padece. Quizá Homero escribió la 'Ilíada' para conmovernos, quizá el combate entre Héctor y Aquiles sobrecogió a quienes lo escucharon convertido en versos. El mundo es ahora mucho más viejo y se desvía hacia el entretenimiento con rapidez. La filósofa ucraniano francesa Rachel Bespaloff afirma, en su ensayo 'De la Iliáda', que Héctor es el guardián de las felicidades perecederas. Tiene razón; la pelea de Héctor con Aquiles sobrecoge porque Héctor es el campeón de la comunidad que le observa desde lo alto de las murallas. Aquiles, en cambio, es menos humano en su genealogía y no le hace ascos a la crueldad. Los aqueos agresores son más crueles que los troyanos. Y ganan. Con ayuda de dioses volubles; eso sí.
Dice Andy Warhol que lo que a los norteamericanos realmente les gusta es comprar. Gente, dinero, países. Quizá la guerra desatada por Putin es una rabieta de quien no puede comprar mucho y se ve obligado a la antigualla de meterle tanques al vecino. Quizá el Kremlin no aprendió bien del todo a comprar y busca la admiración ajena en un mundo tan desdeñoso como el actual, en el que la admiración dura poquísimo; hubo un tiempo en el que ciento un niños españoles se llamaron Neymar. La admiración se desplaza deprisa. Si en algún momento del futuro hiciera falta retratar nuestros días de ahora mismo, las tristezas de Ucrania compartirían espacio con las cifras que convencieron a un futbolista famoso para quedarse donde estaba: no solo a los norteamericanos les gusta comprar, evidentemente. En la isla de Kranai, frente a la costa del Peloponeso, es fama que pasaron su primera noche Paris y Helena camino de Troya. Es un lugar tan encantador que se podrían haber quedado allí y dejarnos sin 'Ilíada'. No es destitución, le dijo (quizá) Helena a Menelao justo antes de plantarlo; es sustitución. Y Menelao montó en cólera. Está claro, nunca funcionó esa frase. Feliz junio.
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