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«En el centro de todo está Cervantes»
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Ha publicado la segunda entrega de su monumental ciclo sobre la vida del autor del 'Quijote'El trabajo de toda una vida, así podría definirse la obra sobre Cervantes que está escribiendo Álvaro Espina. Hace unos años publicaba el primer tomo, ' ... Cerbantes en la Casa de Éboli', en el que lo acompañaba en su desempeño como secretario privado de los príncipes de tal nombre y preceptor de su hija Ana mientras preparaba su examen de Bachiller por la Universidad Complutense. Allí daba sus primeros pasos como narrador, encandilando a su noble público casi como un juglar, un verdadero mago de las palabras. Aquel ascenso social se veía cortado por ciertos secretos que Cervantes no debería haber conocido nunca, y, como consecuencia, una condena y una persecución que lo llevan a las aventuras -y desventuras- del segundo volumen de la trilogía. 'Cerbantes. Marino, espía, cambista, cautivo' (Suma) viaja por todo el Mediterráneo y recala vestido con distintos ropajes (de tesorero a esclavo) en todas sus orillas, para desentrañar la época -de cambio, de lucha- y lo que podría haber vivido realmente un escritor que fue «un personajazo». A Espina le queda aún un tercer tomo, ese en el que el protagonista iniciará su «combate con las letras» para convertirse, sin saberlo, en un autor universal. Pero esa es, aunque sea la misma, otra historia, y ya se contará...
- Menudo personajazo este Cerbantes.
- Lo es. Ya se sabía. Pero luego los cervantistas han imaginado que los sitios por los que anduvo fueron los que reflejó en sus obras, y no es necesariamente así. Yo he tratado de escribir una ficción coherente con su época y con lo que se sabe de él, con el negocio y la actividad de las personas con las que tuvo contacto, en el contexto del final del Renacimiento y de lucha entre grandes imperios en el Mediterráneo, entre Oriente y Occidente. La batalla de Lepanto sucede en ese momento, pero luego se da una política de contención en la que Cervantes tomará parte.
- Esa época tiene una importancia fundamental en la trama. Las intrigas, los intercambios, parar el avance de un Imperio. ¿No sería lo que de verdad quería usted contar?
- De hecho, cuando yo empecé con esto, era un proyecto de tesis doctoral que el historiador José Antonio Maravall me aconsejó que no hiciera porque me iba a eternizar. Si lo hacía como obra de madurez, como ficción, mejor. El interés era justamente toda esta Historia. Lo que conocíamos del Mediterráneo en tiempo de Felipe II era apasionante, era lo que había escrito Braudel, que era casi casi mejor que una novela, sobre todo la segunda parte. Todo este tránsito de colectividades, de etnias, de políticas distintas, con el final del Renacimiento y esos príncipes que son por un lado guerreros y condotieros y por otra parte patrimonialistas, con estados que pertenecen a una dinastía y esto produce una rivalidad enorme y una lucha de todos contra todos... Es lo que encuentra Cervantes.
- ¿Qué es él en este contexto?
- Esta figura me interesaba, en su día, porque es un gozne entre Renacimiento tardío y Barroco, momento en el que todo esto se consolida. Era una dinámica brutal y en el centro de todo, en el cogollo, está Cervantes. Desde 1669 a 1681, son doce años entre sus 22 y sus 34. Es un tiempo, tanto en su vida como en la vida de Europa, absolutamente apasionante.
- Y hace que el personaje pueda ser desde cambista a caballero galante, por no hablar de guerrero y esclavo. Está en todas.
- No es algo tan anormal esto de andar corriendo de un lado para otro. Sobre todo entre los nobles que cometían alguna tropelía y se tenían que alistar en tercios y recorrían medio mundo. Muchos de ellos caían cautivos. Hay cierto número de personajes que han dejado huella documental importante que vivieron este tipo de experiencias. Luego Cervantes los traducirá en la aventura a través de La Mancha. Hará ese reduccionismo en sus novelas, esa jibarización del mundo y de lo que ha sido su vida; como por otra parte ocurrió con las vidas de Felipe II y su padre, Carlos, tan diferentes en esto de los viajes.
- En doce años Cervantes recorrió el Mediterráneo.
- Y conoce a todo el mundo. Pasa por todas las cortes, o especies de cortes. Conoce a Malaspina, a Isabella de Medici y Eleonor de Toledo, a Giordano Bruno, a la familia Mendes-Nassi...
- Lo convierte usted en un galán...
- De hecho, cuando pensaba en hacer una tetralogía, el título iba a ser 'Marino, espía, cambista, amador'. Pero luego metí Argel en este tomo y entonces tenía que aparecer la palabra cautivo. Es un amador prolífico. Un gran seductor porque son las mujeres las que se acercan a él. Las trata con la misma exquisitez con las que luego el caballero Don Quijote tratará a las damas. Encuentran, como muy bien decía su hermana, que es un hombre simpático, que hace amigos por todas partes. Y lo mismo desface entuertos que desagravia a las doncellas, algunas de las cuales soportan verdaderos suplicios, como Eleonor de Toledo. Con esos machistas de los Medici sufren lo indecible y buscan consuelo en el cariño de Cervantes.
- ¿Hay un equilibrio entre los hechos de archivo y lo que Cervantes narra en sus historias?
- Hay una mezcla de la realidad y su propia ficción, poniendo como primero de todo la coherencia. La propia dinámica de la escritura va generando una lógica, un desarrollo, que se impone y te arrastra. Afortunadamente, toda esa etapa histórica la tenía ya en la cabeza por mi trabajo y luego he ido leyendo todo lo que se publicaba, tienes que estar al tanto; ahora además es mucho más fácil acceder a archivos, casi todo está digitalizado. Y está muy presente ese tipo de personajes y de reflexiones y la forma de enfocar el mundo que lo rodea que Cervantes dejó escritos no solo en El Quijote, sino en 'La Galatea', en las novelas ejemplares, en 'Los trabajos de Persiles y Segismunda'.
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