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Ciencia y tecnología

Los caminos de la selección sexual

Biología ·

Darwin ya observó que en el reino animal las hembras preferían a los machos hermosos y victoriosos

MAURICIO-JOSÉ SCHWARZ

Viernes, 11 de septiembre 2020, 21:50

En sus observaciones del mundo natural, Charles Darwin desarrolló la idea de que los organismos mejor adaptados a su entorno podrían sobrevivir mejor que los menos adaptados, una 'selección natural' que genera una tendencia acumulativa de cambios en la especie a lo largo del tiempo ... que llamamos evolución.

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Pero Darwin también observó que muchos organismos exhibían características que no parecían tener un valor de adaptación al medio ambiente, pero sí en cuanto a la capacidad de conseguir pareja y reproducirse. Llamó a este proceso 'selección sexual', sugiriendo que provocaba una presión de selección tan relevante como la selección natural y tan poderosa que incluso podía aumentar el éxito reproductivo de un individuo aunque redujera sus posibilidades de supervivencia.

Si la selección natural expresaba la lucha por la existencia, la selección sexual resultaba de la lucha por la reproducción, y ambas eran fuerzas relevantes para impulsar la evolución.

El ejemplo que llamó la atención de Darwin fue la cola del pavo real macho. No tiene ninguna función de supervivencia y si sus plumas son demasiado largas, impiden el vuelo. Darwin imaginó que la majestuosa cola existía para atraer a las hembras de pavo real, grisáceas y poco espectaculares, pero que son las que deciden con qué macho aparearse. Según Darwin, debemos suponer que «admiran la cola tanto como nosotros». Las plumas pequeñas y poco coloridas son la marca del solterón.

Hay dos elementos que influyen en la selección sexual: la competencia entre los machos para acceder a posibles parejas y la elección de las hembras. En muchos casos, estos dos aspectos están unidos, como en las luchas entre carneros que, además de determinar la superioridad de un individuo sobre otro sirven como exhibición de rasgos que pueden resultar atractivos a las hembras, quienes tienen la última palabra.

Por cierto, Darwin aplicó toda su honestidad científica al análisis de sus datos pues en su sociedad y en su momento la idea prevaleciente era la de la inferioridad de la mujer, y Darwin se adscribía a ella como resultado de su circunstancia, y de hecho la selección sexual fue uno de los aspectos más controvertidos de su libro 'El origen de las especies'. Un año después escribiría: «Me genera muchas dudas la parte que los machos y las hembras juegan en la selección natural; sospecho que el macho se apareará con cualquier hembra y que las hembras seleccionan al pavo más victorioso o más hermoso, o al que combina la belleza y el valor». Una idea revolucionaria que tardó en ser aceptada.

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Pero la observación de la naturaleza confirmó una y otra vez que la conclusión de Darwin era sólida. Puede ser que la idea de 'belleza' de muchas especies no sea coincidente con la nuestra, pero su influencia, así como el papel decisivo de las hembras, ya no están en duda. Algunos casos, incluso, son llamativos o pueden llegar a ser perjudiciales para la especie como el caso del pavo real.

Curiosidades de la elección

El pájaro con el canto -si se le puede llamar así- de mayor volumen es el campanero blanco (Procnias albus), que vive en el norte de Suramérica, principalmente del Amazonas. La estrategia del macho para 'ligar' es acercarse a una potencial pareja y lanzarle, directamente a la cara, un estridente chillido a un volumen de unos 125 decibelios… más o menos el volumen que se escucha si uno se pone junto a los altavoces en un concierto de rock, o si opera una remachadora neumática. Este volumen puede ocasionar daños auditivos permanentes a un ser humano, pero al parecer el oído de las hembras del campanero blanco ha evolucionado de modo tal que no encuentra molesto el ruido. Al contrario, de los machos que se le acerquen con su graznido hallará más atractivo al que alcance más volumen.

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Las aves del paraíso, especies emparentadas que viven sobre todo en Papúa Nueva Guinea y el oriente de Australia, son otro peculiar extremo de la selección sexual. En la época de apareamiento, los machos se distribuyen en el terreno y despliegan diversos comportamientos enormemente complejos, algunas especies construyendo elaboradas estructuras de ramitas y diversos objetos atractivos, otras realizando elaboradas danzas de cortejo exhibiendo vistosos plumajes de variados colores y que son capaces de desplegar en distintas formas. Algunos hacen una especie de tutú esponjando las plumas del pecho, haciendo un abanico con las alas o agitando distintas partes del cuerpo enérgicamente. Las hembras van de macho en macho decidiendo cuál es el que van a elegir para que sea el padre de su siguiente nidada. La complejidad de estas conductas y plumajes, evolucionados a lo largo de millones de años, ha dependido mucho de la escasez de depredadores en el hábitat de las aves del paraíso, de modo que la selección sexual se ve favorecida por la ausencia de la presión de selección que implicarían unos depredadores eficaces.

Un despliegue similar aunque menos obvio es el vuelo nocturno de las luciérnagas en época de cría. A la caída de la tarde, las luciérnagas machos lanzan patrones de destellos luminosos mientras vuelan haciendo complejos diseños. Las hembras observan tranquilamente y a oscuras el espectáculo, hasta que deciden que uno de los machos les resulta lo suficientemente atractivo, y entonces responden con su propia señal luminosa. El macho aterriza junto a la hembra y se acerca a ella intercambiando destellos luminosos hasta que están juntos y se aparean.

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Estos ejemplos, y otros muchos (las enormes astas del enorme alce irlandés, Megaloceros giganteus, que probablemente colaboraron en su extinción hace 11.000 años, el baile de la araña pavorreal, la berrea de los machos de venado rojo junto con sus combates, las luchas entre elefantes marinos y entre narvales, etc.) no bastan para entender cabalmente cómo es que un concepto tan subjetivo como la 'belleza' puede influir de manera tan decisiva en el curso de la evolución de los seres vivos. Como misterio que aún tiene muchos espacios por ser explorado, nos dice sin embargo que nuestras preferencias estéticas no son tan irrelevantes como algunos tienden a creer: nos dan forma como seres vivos.

¿Es útil o solo hermoso?

En algunos casos, como los despliegues de fuerza o habilidad, se puede suponer que el macho que gane la competencia y se aparee está aportando un beneficio directo a la pareja en cría, como la defensa ante depredadores o un buen cuidado paterno. Pero en otros los beneficios no son tan claros y, aunque hay autores que hablan de beneficios indirectos que se tienen que interpretar a veces de modo demasiado alambicado, siempre queda la posibilidad de que algunos rasgos producto de la selección sexual sean simplemente resultado de la percepción subjetiva de la belleza.

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