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Íntima y universal, lírica y teñida de violencia, la obra de la colombiana Doris Salcedo es protagonista en la Fundación Beyeler, en SuizaBegoña Gómez Moral
Sábado, 8 de julio 2023, 00:00
Una de las instalaciones más recientes entre las que incluye la nueva exposición en la Fundación Beyeler lleva por título 'Fragmentos' y está hecha a partir de láminas de metal que cubren el suelo. Fue encargada en 2017 por el Gobierno colombiano a Doris Salcedo. ... Nacida en Bogotá, la capital del país que a menudo ha descrito como «epicentro de la catástrofe», la artista concibió el proyecto 'site specific', pensado en concreto para dialogar con los restos coloniales que forman parte del Museo Nacional de Colombia en el barrio de La Candelaria. Evitando otorgarle a la violencia una forma estética, en lugar de elevarse, ese 'contramonumento' invita a dirigir la mirada hacia abajo, a caminar sobre esa tabla rasa, asumiendo el pasado.
En su emplazamiento original, acompaña los pasos de quienes observan el muro, cuidadosamente conservado y acotado, que -incluso en ruinas- consigue transmitir la sensación de inmutabilidad. El metal que se estremece bajo los pies tiene un eco muy significativo. Proviene de la fundición de más de 30 toneladas de armas entregadas por las FARC en 2016 como parte de los acuerdos de paz. Veinte mujeres supervivientes de la violencia sexual llevaron a cabo la tarea de martillear esa materia incandescente hasta darle nueva forma y nuevo sentido. Ese proceso, cargado de significados en diálogo, enfatiza, en el imaginario de Salcedo, la similitud entre distintas facetas de la agresión: la violencia es la misma, por más que se matice como colonial, sexual o política.
La idea de duelo y de restitución de la dignidad para las víctimas ignotas, las que la apisonadora del tiempo amenaza con borrar entre cifras sin identidad, vertebra el trabajo de Doris Salcedo desde su inicio. 'Palimpsesto', que se presentó por primera vez entre octubre de 2017 y abril del siguiente año en el Palacio de Cristal del madrileño parque del Retiro, hace referencia, como su título indica, a la superposición de palabras, en este caso nombres e identidades que aparecen y desaparecen. De nuevo la atención ha de dirigirse a la base, al suelo, hacia una superficie inabarcable compuesta de placas sobre las que los nombres, completos y reales, de personas que murieron haciendo la travesía del Mediterráneo en busca de un futuro mejor se dibujan brevemente con gotas de agua para desaparecer poco después dejando apenas un rastro que pronto ocupa otro nombre. Su vigencia es absoluta.
El testimonio es la base en el proceso de trabajo de Salcedo. Antes de iniciar la tarea que culmina cada proyecto, que, en el caso de 'Palimpsesto', reunió a un grupo de 30 personas y se desarrolló a lo largo de cinco años, el acto sencillo de escuchar a las víctimas o a sus familiares ha sido el punto de partida previo a la labor de interiorizar esas narraciones de pérdida y dolor, siempre distintas y siempre iguales.
A finales de la década de 1980 visitó un orfanato al norte de su país. Una niña, que, igual que muchos de sus compañeros, había presenciado el asesinato de sus padres, llamó su atención por su negativa a cambiarse de vestido. Incluso en las limitadas condiciones del centro podía hacerlo, pero ella se negaba. Cada noche, mientras los demás jugaban o descansaban, lavaba y tendía el vestido para volver a ponérselo al día siguiente. Su madre lo había cosido para ella y llevarlo era una forma de memoria. La única a su alcance.
A partir de testimonios como ese Doris Salcedo creó 'Unland', en cuyo título resuena la poesía de Paul Celan. Se trata de un proyecto en tres partes: 'Testigo irreversible', 'Audible en la boca' y 'El vestido de la huérfana', que se compone de dos fragmentos de mesas encontradas en las calles de Bogotá. La familiaridad de esos muebles corrientes se rompe al ensamblarlas con tela y cabello humano en tributo y recuerdo a las vidas deformadas por la violencia. Los engranajes de ese mecanismo se ponen en marcha también en 'Atrabiliarios', donde Salcedo recupera los zapatos que recibió de los familiares de mujeres desaparecidas en diferentes zonas rurales de Colombia.
En más de una ocasión, Doris Salcedo ha afirmado que su trabajo parte del sufrimiento humano para crear después un 'horizonte distinto' capaz de hacer visibles los deseos y las esperanzas de quienes lo padecen. 'A flor de piel' es, a simple vista, una enorme manta que prácticamente cubre de pliegues orgánicos el suelo de una de las salas. Es necesario mirar bien para notar que está hecha a partir de miles de pétalos de rosa cosidos entre sí. Salcedo y su equipo trataron las delicadas membranas con colágeno antes de coserlas pétalo a pétalo con hilo quirúrgico, como se cose la piel de una herida en la mesa del quirófano. La exuberancia del color de las flores se identifica con el tono cambiante de la piel magullada y de la sangre en alerta a unos milímetros bajo la epidermis.
Extremadamente frágil, es, en palabras de su autora, un sudario creado con el material más delicado que pudo imaginar, los pétalos de rosa, en homenaje a las mujeres violadas, torturadas y asesinadas en el contexto del conflicto armado colombiano. Pero también es un tributo -una 'ofrenda floral'- a una víctima concreta, única y universal, que concibió a raíz de los hechos que rodearon la muerte de una enfermera torturada y cuyo cuerpo despedazado no se ha encontrado.
Entre las obras más conocidas de Salcedo se cuenta 'Plegaria muda', creada a partir de 2008, cuando Salcedo investigó la violencia de las bandas en Los Ángeles y el porcentaje de ocasiones en que víctimas y agresores compartían entornos igualmente desfavorecidos. La instalación consiste en mesas estrechas y alargadas, de un tamaño que recuerda demasiado al de un ataúd para ser fortuito, apiladas una encima de la otra en parejas, cada una separada por una capa de tierra donde -con el trascurso de la exposición- brotan delicadas briznas de hierba que crecen por encima de las estructuras. Cada grupo simboliza uno de los cientos de dramas entre agresor y víctima, cuyos destinos permanecen entrelazados.
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