Ana Blandiana o la necesidad de inaugurar el mundo
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Aparecen ahora en un solo volumen los dos primeros poemarios de la escritora rumana, a quien este año la Universidad de Salamanca ha concedido el Doctorado Honoris Causacarlos aganzo
Sábado, 16 de octubre 2021, 02:27
De la aldea de Transilvania en la que nació su madre, tomó su nombre literario. De la entereza con la que vivió su padre la represión del régimen comunista rumano de la posguerra, su rebeldía poética. La primera represalia que vivió por sí misma, a ... los 17 años, fue la prohibición de acceder a la Universidad. Hija, como era, de un 'enemigo del pueblo', había tenido en 1959 la osadía de publicar un poema en una revista. Cinco años después, sin embargo, aprovechando la caída en desgracia ante el Kremlin del líder de su país, Gheorghe Gheorghiu-Dej, publicó su primer poemario, 'Primera persona del plural'. Y así Otilia Valeria Coman (Timisoara, 1942) se convirtió, en 1964, en Ana Blandiana.
Tras su muerte, Nicolae Ceaucescu sustituyó, en 1965, a Gheorghiu-Dej. Y durante unos años se distinguió por su desafío a la Unión Soviética. Hasta que, en 1971, al regreso de un viaje a China y Corea del Norte, terminó por instalar en su país uno de los regímenes dictatoriales más singulares de su tiempo. El paréntesis 'liberal' de los años sesenta supuso para Rumanía apenas un respiro entre la ocupación de los nazis y los soviéticos y el nuevo modelo salvajemente personalista del dictador. Para la cultura, sin embargo, representó la oportunidad de forjar una nueva generación, la de los 60 o de los neomodernistas, que registraría algunos grandes nombres de la literatura rumana contemporánea, como los de Nichita Stanescu, Marin Sorescu, Ileana Malancioiu o Ioan Alexandru. O Ana Blandiana. Todos nacidos entre 1933 y 1942.
Poetas, ensayistas, periodistas, novelistas, dramaturgos, activistas que, partiendo del rechazo a la ética y la estética del realismo socialista, publicaron sus primeras obras en aquel tiempo de amnistía y grandes sueños. Y no tardaron mucho en convertirse en verdadero azote de la dictadura. Cada uno con su trayectoria, pero todos reunidos bajo la vitola de 'poetas subversivos'. «La dicha es agua solemne/ y del cauce aniñado que conforma,/ ¿quién se atrevería a ofender,/ de mi generación, su alta honra?», escribe Ana Blandiana, en referencia a ese grupo de escritores que se enfrentaron al 'proletcultismo' de su tiempo, con la propuesta de una nueva poesía intimista, personal y en ocasiones hasta metafísica.
Con sus primeros libros -'Primera persona del plural' (1964), 'El talón vulnerable' (1966), 'El tercer secreto' (1969) y '50 poemas' (1970)- Ana Blandiana, la más joven de esta generación, comenzó a forjar una carrera literaria que se complementaría más tarde con su trabajo como periodista, lo que le permitió viajar y forjar una visión de su país diferente a la de los que vivían en él sujetos a la cerrazón del régimen. Más de treinta libros de poemas, once ensayos, novelas y dos espléndidas colecciones de relatos, traducidos a más de veinte idiomas, permitieron que la escritora fuera reconocida en 1982 con el premio Herder, por el conjunto de su obra literaria, de la Universidad de Viena, que hoy sea candidata permanente al Nobel de Literatura, o que la Universidad de Salamanca le haya concedido, este mismo año, su Doctorado Honoris Causa. Hace apenas unas semanas, la poeta estuvo en el Hay Festival de Segovia, donde habló de Arte y de Naturaleza, dos de las constantes vitales de su poesía.
A pesar de todo lo anterior, lo cierto es que la obra de Ana Blandiana apenas tiene unos pocos títulos traducidos al español: obras como 'Cosecha de ángeles', 'Proyectos de pasado', 'Las cuatro estaciones' o 'Mi patria A4', publicadas entre 2007 y 2014. Visor publica ahora, en un solo volumen y en versión bilingüe rumano/español, sus dos primeros libros de poemas: 'Primera persona del plural' (1964) y 'El talón vulnerable' (1966), inscritos en la primera etapa de su creación poética, pero definidores ya de la gran obra que se sucedería a continuación. Una edición traducida por Natalia Carbajosa y Viorica Patea que cuenta, además, con una valiosa introducción de la segunda, acerca del valor generacional de ambos libros.
La exaltación de la existencia, sobre la propia emoción de la Naturaleza y de sus ciclos, marcan la impronta de este inicio de la carrera literaria de Ana Blandiana. Una poética vocación de ser, de afirmar la individualidad en primera persona del singular, y al mismo tiempo de ser con los otros, de inaugurar el mundo más allá de la oscuridad y las puertas cerradas del autoritarismo. La poesía como espíritu en el que se confunden y se amalgaman el yo y el nosotros, hasta el punto de que algunos de estos poemas llegaron a ser leídos como verdaderos manifiestos poéticos y políticos. «Sé que está feo decir: Soy la mujer más bella./ Está feo y, quizás, ni siquiera sea cierto,/ pero déjame cuando llueva/ y solo cuando llueva,/ pronunciar las palabras mágicas: Soy la mujer más bella», escribe Ana Blandiana en su poema 'Hechizo de lluvia', tal vez uno de los más conocidos, musicalizado y convertido en canción y símbolo de toda una generación de mujeres de su época.
Poco tardó en identificarse, efectivamente, este canto a la juventud, a la sensualidad y al latido del mundo de los primeros libros de Ana Blandiana, con el deseo de libertad de un país que arrastró su dictadura hasta el límite, cuando en 1989 la ejecución de Ceaucescu coincidió prácticamente con la caída del Muro de Berlín. Una alegría de vivir sentida desde dentro en todos y cada uno de estos versos, pero al mismo tiempo la necesidad de compartir con los demás la llegada de un tiempo nuevo. «Como los muchachos, pisaba con rencor los escombros…/ Mudos por las calles doloridas del barrio,/ el gato muerto de las nieblas arrastrábamos», dice Ana Blandiana en uno de sus poemas de esta época. Y enseguida: «Me gustaría juntar las palabras todas en un lugar./ Encenderlas, despojarlas de su universo». Tal vez eso es lo que hizo entonces, demostrando que las palabras encendidas pueden tener un valor cien mil veces más grande que ninguna otra resistencia, que ninguna otra lucha, que ningún otro afán.
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