
La biografía como escuela de vida
Del personaje al autor. ·
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Del personaje al autor. ·
Proliferan obras con distintos enfoques y estilos sin que exista un criterio claro sobre la esencia del géneroEduardo Laporte
Sábado, 12 de abril 2025, 00:02
No me cuentes tu vida'. La editorial Altamarea acaba de publicar un libro con este atractivo título y el elocuente subtítulo de: 'Límites y excesos ... del yo narrativo y editorial'. Un libro, por tanto, relacionado con la autoficción y demás narrativas autobiográficas y que previene de los peligros del narcisismo a la hora de crear.
¿Y qué pasa con las biografías? ¿Cuáles son sus límites? ¿Cómo se debe abordar la vida de un personaje? ¿Qué contar, qué no contar? Y, sobre todo, cómo contarlo. El año pasado se publicaron dos biografías de las consideradas monumentales. Por un lado, las 524 páginas que J. Benito Fernández dedicó a Juan Benet ('El plural es una lata', Renacimiento) y, por otro, las nada menos de 1.568 que Xavier Pla dedicó a Josep Pla (no son parientes) en 'Un corazón furtivo' (Destino).
La literatura, como cualquier arte, requiere selección. ¿Qué incluir y qué dejar fuera? Alberto Olmos, en un artículo en 'El Confidencial', criticaba del libro de Benet su exceso de «naderías agotadoras». Y ponía como ejemplo de dato irrelevante la llegada de una multa de tráfico a casa de la familia Benet, mientras esta se encuentra fuera del domicilio. En cambio, ponderaba como un hecho 'biografiable' la tuberculosis de Camilo José Cela, hecho que le lanzó a la lectura y lo convirtió en escritor.
Josep Pla defendía la idea del «ser trabajado», al que definía como «alguien que había tenido que enfrentarse a sí mismo y al hacerlo había comprendido la necesidad de hacerse por dentro». Esto lo dice en su biografía sobre Manolo Hugué, 'Vida de Manolo', y lo recoge Anna Caballé en su libro 'El saber biográfico' (Nobel). Y la experta en este género literario añade en dicho libro que el espíritu de la biografía pasa por no entender la vida como un «mero saco de existencias extintas», sino como parte de un conocimiento que nos es fundamental. Así, según Anna Caballé, la biografía puede ser una «buena escuela de vida». Por tanto, todo aquello que refuerza esa idea sería buen material biográfico.
¿Qué opinan los biógrafos? Ignacio Peyró, autor de la reciente 'El español que enamoró al mundo. Una vida de Julio Iglesias' (Libros del Asteroide) tiene sus dudas sobre el poder iluminador de una biografía. «Desconfío de nuestra capacidad de aprender en cabeza ajena cuando no tantas veces aprendemos en la propia. Pero sí se aprende algo no por difuso menos cierto: a reconocer la grandeza o la maldad, la arbitrariedad de la vida, la voluntad, la existencia del carácter, la libertad de un individuo que busca abrirse paso», sostiene.
Del éxito sin límites de Iglesias a una vida sin habitación ni casa propia, marcada por el exilio, como la de la Mercè Rodoreda que retrata Mercè Ibarz en 'Abeja furiosa de su miel' (Anagrama). «Una buena escuela de vida a partir de ella sería el logro de una obra perdurable, sin desfallecer, a pesar de guerras y destrucciones y del dolor íntimo generado», sostiene Ibarz.
Antonio Rivero Taravillo, autor de trabajos biográficos sobre poetas como Cirlot o Cernuda, considera que «las vidas ajenas bien reconstruidas en las mejores biografías pueden ser espejos en los que mirarnos». Así, una buena biografía, por muy exótico que sea el personaje, también nos habla a nosotros, de nosotros.
Hay autores de mapa y otros de brújula. En cualquier caso, contar con buenas referencias es fundamental para no perderse en el camino. Como en el caso de la voluminosa 'Un corazón furtivo', de Xavier Pla, cuyo autor señala que se apoyó, a la hora de redactar, en 'Vencer el miedo. Vida de Gabriel Ferrater', de Jordi Amat, y en la biografía sobre Roland Barthes escrita por Tiphaine Samoyault. Dicho esto, Pla considera que en el momento de escribir una biografía «el autor debe acabar haciéndose su propio modelo según el tipo de biografiado en el que trabaja».
Ignacio Peyró tuvo en cuenta el modo de entender la biografía de Evelyn Waugh en su trabajo sobre Edmund Campion. «En lo que me fijé de Waugh es en la posibilidad de hacer una vida que no quiera contarlo todo sino que sea una crónica vital», observa Peyró, que en su obra sobre Julio Iglesias no reniega de lo ameno, de un toque hedónico como el que encuentra en la aproximación de John Lukacs a Winston Churchill.
Mercè Ibarz, la experta en Mercè Rodoreda, además de modelos literarios, tiene un método propio: «Investigo a fondo las etapas cruciales y las vierto a menudo en primera persona; no escribo biografías exhaustivas». No obstante, para este libro se ha dejado influenciar por el buen hacer de Edna O'Brien al escribir sobre James Joyce y por las biografías de Natalie Ginzburg y Janet Malcolm sobre Chéjov. «Y tantos artículos de Virginia Woolf. Libros todos en efecto muy leíbles y placenteros y, mejor aún, breves. Concisos e iluminadores, van al grano, al meollo del autor y su obra».
Por su parte, Antonio Rivero Taravillo considera que «lo ideal es un equilibrio entre el disfrute que pueda hallar el lector y los datos relevantes que reciba». En ese sentido, recomienda la biografía de Yeats, en dos tomos, de Roy Foster. Aunque para leerla en español, aviso para editores, alguien tendrá que traducirla primero.
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