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El azul es el color que todos compartimos y nos vincula como seres humanos a lo largo de los siglos. El motivo es sencillo, cotidiano, ... obvio. «Es lo que ves cuando abres la ventana por la mañana y dices que hace bueno», explica Thomas Berthuel Bonnes. «Supone una cura, un antídoto contra la desesperación», alega. El paisaje cambia según los deseos y necesidades humanas, pero el cielo permanece aunque modifique constantemente sus tonalidades. La exposición de este artista francés, residente en Toulouse, implica todo un alegato ecologista. Su obra se halla íntimamente ligada al firmamento, al océano y la naturaleza, y puede interpretarse como una exultante expresión de vida.
La presencia de autores extranjero resulta infrecuente en el circuito comercial vasco y esta ocasión nos permite conocer a un autor con una gran capacidad de seducción. Pero él, antes de nada, quiere manifestar su compromiso ético con el medio. «El hombre mira hacia el cielo llorando por su pasado mientras su futuro muere bajo su pie», declara.
Esa interpretación dramática no condiciona su mirada y parece rebelarse ante el pesimismo apelando al diario y cambiante espectro de azules, tantos como los matices cromáticos de la 'golden hour', el periodo entre la puesta de sol y la oscuridad completa, cuando tienen lugar fenómenos de percepción alterada como los fosfenos que le atraen particularmente.
La naturaleza se refleja en las formas orgánicas y en la comunión entre la arquitectura y el medio, tal y como él halla en la visión cenital del Museo Óscar Niemeyer de Niteroi. La relación con el entorno también se percibe en su forma de trabajo, en la que recurre al sol para el secado del lienzo e incluye el azar en la resolución final.
Sus composiciones son plenamente abstractas, herederas del expresionismo de Ellsworth Kelly, según sus propias palabras, ricas en texturas generadas por la superposición de capas y ágiles gracias a flujos de pintura que establecen dinámicas propias que él denomina coreografías. Berthuel-Bonnes remite, una vez más, a la esperanza. «Cuando reparas en el cielo y el mar, ya no querrás destruirlo, algo que sucede si permaneces ajeno a tu entorno».
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