Una gran chapuza convertida en un crimen perfecto
Crímenes sin resolver ·
Los cinco asesinatos en el cortijo Los Galindos prescribieron en 1995 y se ha perdido el sumario. Hay varias teorías y solo una certeza: los autores fueron dosSecciones
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Crímenes sin resolver ·
Los cinco asesinatos en el cortijo Los Galindos prescribieron en 1995 y se ha perdido el sumario. Hay varias teorías y solo una certeza: los autores fueron dosMartes, 22 de julio de 1975. España sufre una ola de calor. Sevilla se derrite bajo un sol abrasador. A 50 kilómetros, en la campiña de Marchena, la tarde es insoportable. Varios braceros del cortijo Los Galindos descansan bajo los olivos del predio de 400 ... hectáreas que Manuel Delgado dejara en herencia a su hija Mercedes, casada con un aristócrata venido a menos: Gonzalo Fernández de Córdoba, marqués de Grañina, un militar que abandonó el Ejército para ocuparse de la herencia de su esposa.
Olivos, trigo y girasol se cultivaban en una explotación de la que Manuel Zapata -un adusto ex uardia civil- era capataz. Hace 47 años el cortijo Los Galindos era un cierro con muros blancos que acogía un patio que daba acceso al almacén de las maquinas, y a sendas viviendas, una utilizada por el capataz y su esposa, y la otra, usada esporádicamente por los marqueses, además de un granero situado extramuros. El resto de los empleados vivían en la villa de Parada, a cuatro kilómetros del caserío.
Dos de la tarde. El mercurio se acerca a 49 grados. El capataz y la casera han almorzado algo típico, quizás unas tagarninas esparragadas recolectadas en la misma finca. Después, la mujer se afana en sus labores, mientras que su marido está en el almacén de las máquinas arreglando la empacadora junto a Ramón Parrilla, uno de los dos tractorista de la casa.
Hora 'de la Misericordia'. Tres de la tarde. Otro escenario. Bajo aquel sol de justicia, un Seat 600 circula por la polvorienta vereda que une Paradas con Los Galindos, hacia donde se dirige. Lo conduce José González, el otro tractorista de la finca. Inusualmente le acompaña su mujer, que nada tiene que ver con el cortijo. Nadie sabe por qué ese día decidió ir a recogerla al pueblo y llevársela al caserío.
Cuatro y media de la tarde. Los braceros dan por acabada su jornada. El sol luce con toda su ferocidad y la tierra quema. Uno de ellos, el mandadero, ve desde lejos una densa humareda que sale del cobertizo exterior. Acude a ver qué sucede. Merodea por los alrededores, pero no ve a nadie, lo que le extraña. Corre a dar cuenta del incendio a la Guardia Civil de Paradas, un exiguo destacamento formado por un cabo y un número.
Al regresar al cortijo, se topan en el patio con dos regueros de sangre: uno se dirige hacia la casa del capataz, y el otro sale de la sala de máquinas y va hasta el portón de entrada al cortijo. Algo muy grave ha sucedido. Tiran la puerta de la casa que está trancada con un candado. En el interior, el rastro sangriento les lleva hasta un dormitorio. Allí se dan de bruces con una tremenda escena. En el suelo, está el cuerpo de la esposa del capataz, con la cara desfigurada, cubierta de sangre. Ha sido golpeada con una pieza de la empacadora llamada 'pajarito', una herramienta de mas de dos kilos de peso.
Marchena, cabecera del partido judicial del que depende Paradas -en cuyo término está el cortijo Los Galindos- tenía vacante el puesto de juez. Hace sus veces el titular de Carmona, pero está de vacaciones, así que tiene que ser el abogado municipal quien, junto al forense, se personen en el cortijo como autoridades civiles. Son las ocho y media de la tarde y la noticia ya haa corrido como la pólvora por el pueblo. La hacienda es un hervidero de gente.
Al cortejo oficial se ha unido el hijo del forense, un estudiante de Medicina que se acerca al granero encontrando una escena aterradora: entre la paja aún humeante asoma lo que parece una pierna, y en lo alto de la pila, lo que puede ser un cuerpo. Al desmontar el henil encuentran dos cadáveres carbonizados. Una vez examinados se confirma que son los restos del tractorista y su esposa -los que habían llegado en el Seat 600- a quienes les han machacado la cabeza.
Once de la noche. El estudiante descubre otro rastro de sangre en el camino de acceso al cortijo. Lo sigue y encuentra un montón de paja en una cuneta. Al levantarla asiste a la cuarta escena macabra: Ramón Parrilla, el otro tractorista, yace muerto con dos disparos de escopeta hechos a quemarropa.
Son cuatro los cadáveres, pero ¿dónde está el capataz?, ¿será el asesino? Seguramente: es el autor de las muertes y ha huido, piensan todos. Mientras tanto, el cortijo es una romería entre autoridades, curiosos, braceros… y periodistas. Los cuatro cadáveres son trasladados al cementerio, donde se les practica la autopsia y son enterrados.
Al día siguiente de la masacre, miércoles, la Benemérita informa a las autoridades de que un hombre ha aparecido ahorcado en un olivar. Pero no es el capataz, sino un pastor vecino de Paradas. Coincidencias de la vida. Transcurridos tres días desde el crimen, el viernes 25 de julio, se encuentra el cuerpo sin vida del capataz detrás del cortijo -por donde curiosamente había circulado gente- tapado por paja y en avanzado estado de descomposición. La autopsia revelará que había muerto el mismo día que el resto de las víctimas, por un golpe en la cabeza y atravesado por una horca.
La mala custodia de las pruebas y un escenario plagado de merodeadores contribuyeron a que se difuminaran los vestigios que podían haber aportado datos de quien o quiénes habrían perpetrado tal matanza.
En 1995 se dio por prescrito el crimen y cerrado el sumario sin culpables. Hoy, casi medio siglo después, solo hay teorías y una certeza: la masacre fue obra de dos personas, conclusión a la que llegaron los investigadores tras estudiar el arrastre de los cuerpos de los cinco asesinados. ¿Fue un episodio de odio rural en la España profunda? ¿Un asunto de celos? ¿Un crimen perfecto? No. Fue el resultado de una serie de chapuzas que impidieron determinar qué había ocurrido en el cortijo. Para mayor desatino, el sumario de mil folios desapareció en 2014 tras el derrumbe del techo del Juzgado de Marchena. En una pared del cortijo quedó escrita esta frase: 'Aquí mataron a cinco'.
La tragedia se convirtió en una película, varios libros y ensayos. Fue un referente la novela de Alfonso Grosso, 'Los invitados', en la que plantea la teoría de que un exlegionario británico simula una avería en su coche y llega hasta un cortijo, donde se gana la confianza del capataz quien, para ayudar económicamente a una hija, se aviene a cultivar marihuana entre las extensiones de algodón por encargo de unos traficantes. Acuciado por los reparos de su mujer decide quemar el sembrado, lo que desata la venganza de los traficantes y el asesinato del matrimonio y de los posibles testigos.
En 1987, Víctor Barrera lleva al cine esta historia con el mismo título 'Los invitados'. Antes, el periodista Francisco Pérez Abellán publicó 'Orgía de Sangre: el crimen de Los Galindos'; Ismael Fuentes, 'El crimen de Los Galindos' y el propio Barrera, el guión de la película en la colección 'Cine para leer'. Una versión bien documentada es la del periodista de 'El Correo de Andalucía', Francisco Gil que plasmó su experiencia en primera línea, con el título 'El crimen de Los Galindos'.
La última, y mas llamativa, es la versión de Juan Mateo Fernández de Córdova, hijo de los propietarios del cortijo, que asegura que su padre, y el administrador, fueron los autores de la masacre para ocultar un delito fiscal. El hijo díscolo y desheredado de la familia desarrolla su teoría en 'El crimen de Los Galindos: toda la verdad' y anuncia una segunda entrega. De cualquier manera, el crimen quedará sin castigo. En 2022, el cortijo sigue activo, ahora en manos de los herederos de los marqueses y sin la pintada en la pared.
Manuel Zapata
Juana Martín
José González
Asunción Peralta
Ramón Parrilla
Novelas: 'Los invitados' de Alfonso Grosso. 'Orgía de sangre: el crimen de Los Galindos'. Francisco Pérez Abellán. 'El crimen de Los Galindos'. Isamel Fuentes. 'El crimen de Los Galindos'. Francisco Gil Chaparro. 'Los invitados'. Colección Cine para leer. Vicente Barrera.
Película: 'Los invitados'. Director, Vicente Barrera. Protagonizada por Lola Flores, Amparo Muñoz y Pablo Carbonell.
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