Antonio Carvajal, dorado presente

En busca de lo mejor de este legado, el profesor, escritor y crítico Francisco Silvera ha recogido para Cátedra, bajo el título de 'Nos diferencia el cuerpo', una nutrida antología de su poesía entre 1968 y 2022, sobre la que resulta apasionante seguir el camino desde la aparición de 'Tigres en el jardín', en la colección El Bardo, hasta sus últimos poemas, más allá del último libro exento publicado como tal, 'El fuego en mi poder', editado por Hiperión en 2015. De aquella aparición del ángel de la poesía «envuelto en seda y nardos, encajes y rubíes» de su opera prima hasta el «gozo y vuelo de aves, siembra de astros, / aves o lunas de promesa y surco» del 'Concerto grosso' de su poesía última. Siempre con el mismo fulgor y la misma emoción profunda del decir y el cantar de la palabra encendida, al paso por títulos como 'Sol que se alude' (1983), 'Del viento y los jazmines' (1984), 'De un capricho celeste' (1988), 'Testimonio de invierno' (1990), 'Miradas sobre el agua' (1993), 'Alma región luciente' (1997), 'Los pasos evocados' (2004), 'Una canción más clara' (2008) o 'Pequeña patria huida' (2009).

Una obra por la que el poeta y profesor de Métrica de la Universidad de Granada ha recibido, a lo largo de su trayectoria, premios como el Ciudad de Baeza, el Andalucía y el Nacional de la Crítica o el Nacional de Poesía, que obtuvo en 2012 por 'Un girasol flotante'. La elegancia y la música de una obra que busca, más allá de la conmoción de los sentidos, un compromiso profundo, casi órfico, con las pulsiones del hombre sobre el mundo: con su sed secular de belleza. Un nuevo humanismo trazado por Carvajal en su producción poética, pero también en sus obras escénicas y en sus colaboraciones permanentes con artistas plásticos y con músicos, como Antón García Abril o Gustavo Yepes. «Si se ha tenido la suerte de oír hablar o de leer a Carvajal sobre metro y poesía -escribe Silvera en el revelador estudio introductorio de la antología- se habrá podido comprobar su pasión por la música y cómo, en no pocas ocasiones, expresa su ambición de considerar el poema como una partitura que se interpreta tal lo haría una pianista o un director de orquesta ante el pentagrama».

Así, en 'Nos diferencia el cuerpo', podemos leer en la práctica de su propia obra lo que Carvajal ha contado tantas veces en sus ensayos o como profesor en la Universidad: «Nuestro autor rehúye -escribe también Silvera- permanentemente dar una explicación sobre su poética y, probablemente, ningún otro poeta nos lega tanto escrito sobre esta cuestión». En la antología, junto a sus versos, una bibliografía profusa que nos permite seguir la obra de Carvajal al pie de la letra mucho más allá de este libro. Y, sobre todo, la recopilación de textos de todos sus libros de poemas, junto a otros buscados entre antologías anteriores, cuadernos, pliegos, hojas sueltas, colaboraciones, libros y carpetas de artista, obras de bibliografía, ediciones ilustradas, ensayos… y hasta la orla que le encarga para el reloj de su fachada principal el Ayuntamiento de Granada, donde las palabras de Carvajal proclaman: «Feliz quien ve sus horas en dorado presente».

Dorado presente el de un poeta que nos muestra en 'Nos diferencia el cuerpo' el esplendor de una obra trazada con minuciosidad de relojero, de orfebre de la palabra, en plena «armonía entre tradición y vanguardia». Lo que a la música Debussy, dice el antologador Silvera, es Carvajal al arte poético: «se adelanta y abre los caminos de una parte de la poesía, de la literatura actual». Algo que le convierte en un clásico entre los renovadores y los modernos. Además de en un «acelerador de la poesía en su contorno», con una importante proyección en las generaciones más jóvenes a través del premio que lleva su nombre, que convoca anualmente el Ayuntamiento de Albolote, su localidad natal, con proyección internacional.

Una obra profusa y generosa que, en la antología, y al modo de los pájaros de Juan Ramón, se cierra con el poema que le encargó 'El Norte de Castilla' en 2021 sobre su relación con la Naturaleza, en el que Carvajal habla del paso de la vida y dice: «Todo lo que he vivido y la memoria / conserva y la esperanza me promete / (si corta en días larga en ilusiones) / una palabra lo resume: muerte; / otra palabra lo reduce: nada». Y a continuación añade: «Y habrá nuevos almendros que en invierno / florezcan, más olivos que maduren / en invierno su oscuro fruto de oro». Fruto y semilla poética, la de Carvajal, como muy pocas en la historia de nuestra literatura contemporánea.