El antecedente del escritor progresista
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No hay otro autor en la literatura española que muestre en su obra una mayor pasión por la libertadLos manuales de Literatura dicen que Pérez Galdós sienta las bases del realismo en la novela española. Es cierto. En su obra ya han desaparecido los excesos, mitificaciones, mistificaciones y enrarecimientos de la realidad propios del Romanticismo, y hay una clara sintonía con el naturalismo ... francés. Pero hay algo más de lo que sienta las bases el autor de 'La desheredada': del arquetipo y también del estereotipo del oficio literario como inherente a la conciencia progresista. Ese modelo ha perdurado hasta nuestros días, pese a quedarse en muchas ocasiones en lo más superficial, en simple imagen o en pura superstición, y pese a que la generación que, cronológicamente, sucede a Galdós, la del 98, no obedece a dicho cliché: se rebela a él, lo contradice en nombre de un profundo individualismo. Unamuno, Baroja o Azorín se ven, curiosamente, muy libres de dar bandazos a la izquierda y a la derecha según van analizando de modo crítico la realidad española. Galdós, en cambio, se mantiene en una misma línea ideológica de un liberalismo republicano, constructivo y tolerante, aunque no exento de una gran conciencia social que le acercaría políticamente a Iglesias, el fundador del PSOE, y que resulta totalmente acorde con los contenidos de su propia poética narrativa.
Sí. En Galdós, el progresismo no es postureo posmoderno que esconde valores, atavismos o tics reaccionarios, como sucede en nuestros días. No hay un escritor que muestre en sus obras mayor pasión por la libertad. Todas sus novelas plantean una misma lucha por la emancipación personal, por la luz del progreso, por la modernidad y por la felicidad. Una lucha que inevitablemente se dirime contra el tradicionalismo, el dogmatismo, la hipocresía y el prejuicio pacato. Ya en su primera y primeriza novela 'La Fontana de Oro', publicada en 1870, se escenifica esa pugna entre el amor que el protagonista, un joven liberal llamado Lázaro, siente por la huérfana Clara, y el tío de esta, un absolutista intolerante que constituye un obstáculo para la relación. Si referencias históricas de esta obra (el levantamiento de Riego y la llegada a Madrid de los Cien Mil Hijos de San Luis para imponer el regreso al absolutismo) prefiguran los 'Episodios Nacionales', el argumento de ese amor contrariado por la intransigencia del tío prefigura 'Doña Perfecta', otra de las obras del ciclo llamado 'Novelas de tesis', en la que una viuda mediatizada por un estricta moral religiosa se opone, tomando por aliado al cura del pueblo, Don Inocencio, a la atracción mutua que experimentan su hija Rosario y su primo Pepe, un ingeniero educado en un catolicismo más liberal y abierto. En 'Gloria', otra novela de ese mismo ciclo que vio la luz en 1877, un católico fanático muere ante el disgusto que le produce el hecho de que su hija se enamore de un judío.
En los casos citados, la intransigencia que a un personaje le dicta su estrecha moral conservadora hace daño a los otros, pero en 'La familia de León Roch', última entrega de las 'Novelas de tesis', escrita en 1878, la beatería de María, una esposa de la alta sociedad madrileña, le inflige daño a ella misma al alejarse sentimentalmente de León, su marido, que le atrae en el plano sexual pero le repele en sus ideas de librepensador convertido al krausismo.
El distanciamiento del matrimonio lleva a León a caer en los brazos de Pepa, una amiga de la niñez que siempre ha estado enamorada de él, así como a María a los celos y a la muerte. Pero León y Pepa no podrán ser felices, porque ella es una mujer casada. El racionalismo del protagonista, que le impone respetar los convencionalismos sociales, le termina conduciendo de manera paradójica a la misma renuncia que el fanatismo religioso condujo a la esposa muerta.
En realidad, esta última de las 'Novelas de tesis' traza un puente con el siguiente ciclo en el que trabajó Galdós, el de las 'Novelas españolas contemporáneas' y concretamente con la serie espiritualista y con un personaje femenino como el de 'Halma', la obra que Galdós publicó en 1895 y que Buñuel llevaría al cine en 1961 con el título de 'Viridiana'. En ella se plantea un tema genuinamente galdosiano: el del idealismo cristiano que también aborda en 'Nazarín', novela publicada en ese mismo año de 1895, y en 'Misericordia', que saldría dos años después, en 1997.
El caso de 'Halma', la paradisíaca comunidad agraria que trata de construir para acoger a los desheredados, deriva en un desenlace trágico debido al choque que ilustran sus páginas entre un puro y caritativo utopismo cristiano-burgués, compatible con la preservación de la propiedad privada, y la miseria física de la realidad o de la propia condición humana. Galdós era un hombre preocupado por las ideas de su tiempo, y detrás de esa iniciativa altruista que pone la casa propia al servicio de los pobres se hallan no solo la bondad contrariada sino las comunas marxistas y libertarias del siglo XIX o los falansterios de Charles Fourier y demás sueños autogestionarios del socialismo utópico.
Otra de las constantes galdosianas es la comparecencia de la mujer en una situación de inferioridad con respecto al hombre, en un sistema social y económico que la condena una y otra vez a la dependencia de este. Ese retrato de la mujer como víctima ya está presente en el primero de sus ciclos narrativos, el de las 'Novelas de tesis', y concretamente en 'Marianela', publicada en 1878 y en la que una joven huérfana, poco agraciada físicamente, cuida de Pablo, un muchacho ciego pero de una acomodada posición social. Ambos parecen enamorados uno del otro hasta que surge la posibilidad de que él recupere la vista mediante una intervención médica a la que acude su prima, Florentina, que es una mujer bella, además de económicamente bien situada, y a la que no ha visto jamás. Cuando Pablo recupera la visión cree que esa chica guapa y aparente es la propia Marianela y esta sufre una decepción sentimental que la conduce a la muerte.
El desventajoso papel de la mujer en la sociedad de su tiempo es tan importante para Galdós que a él vuelve a dedicar la primera novela del segundo ciclo, la que lleva el título de 'La desheredada' y que se publicó en 1881. Su protagonista es Isidora, una pobre chica llena de encanto a la que le han hecho creer que heredará un marquesado y que verá desmoronarse sus sueños de grandeza cuando aterriza en la Corte, después en la prostitución y finalmente en la cárcel. En 'Tormento', obra del mismo ciclo y la misma serie llamada 'De la materia', que fue publicada en 1884, otra joven desamparada que ha perdido a sus padres es tan devota que accede a una relación sexual con un sacerdote sin escrúpulos y se resiste largamente a ser rescatada de esa situación lamentable por un bienintencionado indiano. En 'Fortunata y Jacinta', novela de ese mismo ciclo y esa misma serie, dos mujeres son víctimas de un crápula, una como esposa y otra como amante. En 'Tristana', publicada en 1892 y llevada al cine por Buñuel en 1970, otra hermosa huérfana es acogida por un amigo de la familia del que trata de escapar pero con el que acabará casándose, resignada, cuando pierde una de sus piernas y el hombre al que de verdad ama contrae matrimonio con otra mujer.
Benito Pérez Galdós escribió en periódicos durante toda su vida. Escribió para 'La Nación' y 'La Prensa' de Buenos Aires; para publicaciones como 'La Ilustración de Madrid' o la 'Revista del Movimiento Intelectual de Europa'. Escribió artículos de tema político, musical, teatral y hasta circense; perfiles de personajes y crónicas de sucesos y acontecimientos de su época, como 'El crimen de la calle de Fuencarral'. Llegó incluso a dirigir el diario 'El Debate' y 'La Revista de España'. Faceta a la que se suman sus apuntes de viaje ('Crónicas de Portugal') o su autobiografía titulada 'Memorias de un desmemoriado', que abunda de forma acentuada en ese estilo notarial que se llega a advertir incluso en su narrativa. Que a esa faceta, como a la teatral, no se le haya prestado la atención que merece tiene su explicación en la importancia de su obra novelística.
Sí han recibido atención, en cambio, y han sido muchas las reediciones de sus 'Episodios Nacionales', una obra magna de cuyas cinco series la más conocida y celebrada es la primera, que aborda la Guerra de la Independencia y a la que siguen la serie que trata las luchas entre absolutistas y liberales hasta la muerte de Fernando VII, la dedicada a la Primera Guerra Carlista, así como la que abarca desde la Revolución de 1848 a la caída de Isabel II y la quinta o última que se cierra con la restauración de Alfonso XII.
Si la obra de Galdós constituye los cimientos de un realismo que llega hasta nuestros días, se da la paradoja de que Almudena Grandes, la autora que lo ha invocado explícitamente titulando 'Episodios de una guerra interminable' su serie novelística en torno a la contienda del 36 que ya llega a sus cinco entregas, se acerca más al tono del gran escritor canario en obras menos ideologizadas y más cercanas al fresco social, como 'Malena es nombre de tango' o 'Castillos de cartón', anteriores a ese voluntarioso empeño.
Hay tres pilares sobre los que se sostiene la obra galdosiana de una manera coherente, y en los que el gran novelista no vio la menor contradicción: el ideal ilustrado, el social y el nacional. Los tres, sin embargo, acabarían siendo enfrentados a lo largo del siglo XX hasta presentarse como incompatibles. Primeramente, desde las tesis marxistas se acabaría negando, por burgués y por supuestamente contrario a la utopía igualitaria, el proyecto ilustrado. Después se terminaría presentando el ideal nacional como contrario a las dos anteriores. La realidad presente española es un claro exponente de la disgregación de esos valores que aúna el legado galdosiano. Quizá por esa razón es más necesario que nunca volver a él y a sus fuentes.
Doña perfecta Porque es la novela más transparente de Galdós y en la que mejor se explicita la lucha entre la libertad y la intransigencia españolas con unos diálogos vivos que recogen el nervio popular.
Fortunata y Jacinta Porque es una de sus novelas más complejas en cuanto al número de personajes y a sus movimientos dentro de la trama argumental, si bien el dominio narrativo de Galdós hace que ese esfuerzo no se note.
Halma Porque es la novela que más genuinamente expresa la ingenuidad y la mojigatería alimentadas por la religiosidad de la época, o sea, lo que hemos superado, y porque en ella se inspiró la 'Viridiana' de Buñuel.
Trafalgar Porque es el primero de los 'Episodios Nacionales' y el que se presenta con más largo aliento, y porque dará ganas al lector de conocer los siguientes y de conocer la historia de nuestra nación.
Zumalacárragui Porque aporta de una manera sencilla y amena las claves más básicas para entender el siglo XIX y una guerra entre la tradición y la modernidad que nos puede hacer entender mejor nuestro presente.
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