Alma de surf

La belleza marina está directamente unida a la cadencia de sus olas. Surcarlas es para el ser humano un desafío, un pulso a la fuerza salvaje de la naturaleza, que en Polinesia descubrieron hace tres mil años. Utilizaban las tablas como vehículo de transporte entre islas y reconocían al líder de un clan señalando al surfista más capacitado; era una demostración de bravura y estatus social. Con el paso del tiempo este deporte se ha relacionado con una filosofía de vida.

Las directoras Annika von Schutz y Sunny Breger creen que el mensaje principal del documental 'El Alma' es la amistad y destacan la trayectoria de varios amigos del entorno del surf vizcaíno que han creado una forma de vida sin ser conscientes de ello. Una película que habla de «cómo moverse a partir de un sueño y convertir una afición en una forma de vida, motivada por la pasión hacia el mar y el surf, y del 'shapping', o creación de las tablas, como arte, con el trasfondo de la amistad entre sus protagonistas». Todo está encuadrado en la muestra 'Surf like you are, live like you surf', que incluye las tres tablas que surcan las olas en la cinta y representan la historia de esta industria, desde sus comienzos hasta la actualidad. También figuran dos interesantes esculturas, realizadas con bolsas de papel, pintadas por el artista y surfero Jorge López de Guereñu y que protagonizan las leyendas del surf australiano, Stephanie Gilmore y Brissa Hennessy, junto a las fotografías que narran escenas del documental, tomadas por Maya Zagurskaya y Sunny Breger.

Para el título de la cinta, idea original de López de Guereñu, crea un juego de palabras entre la estructura de las tablas y el alma humana. «Solo en castellano tenemos esta voz tan bonita, que sirve como mensaje final de la película. El alma es la esencia, la parte que da consistencia a las tablas, sin perder flexibilidad, igual que nos sucede a nosotros. Los 'shappers' trabajan como escultores del 'foam', que tiene una textura muy peculiar».

Gonzalo Gandarias, uno de los protagonistas de la cinta, recuerda que empezó a hacer tablas de manera autodidacta para él y para sus amigos, pero cuando iba a la playa se las compraban. «Era todo virgen y nosotros éramos unos hippies». Fueron los primeros surferos, a principios de los 70. «Nuestros únicos maestros eran los australianos que venían a Europa para hacer el circuito de competición», añade José Antonio Aldekoa (Koa), mientras López de Guereñu recuerda el origen de este mote surfero: «Le llamábamos Koa sin saber que en polinesio significa guerrero, además de ser la madera con la que se construyeron las primeras tablas».

Von Schutz explica que Jorge López de Guereñu unió su pasión por el arte, el surf y la música en una película que trata del origen de este deporte y para ello creó tres tablas que representan «otra forma de arte, relacionado con la manufactura artesanal, que se convirtió después en una potente industria aquí mismo». «Aprender de la cultura del surf local ha sido muy inspirador para nosotras», añade la codirectora y surfista alemana Sunny Breger. Cada tabla está unida al carácter de los protagonistas: Jorge Imbert, el primer surfista profesional de Europa, el propio López de Guereñu y Kike Panera». Los 'shapers', Gonzalo Gandarias y José Antonio Aldekoa (Koa), trabajan como escultores y Panera puntualiza: «Realizar estas tablas es una forma de poner en movimiento la energía creativa». «Ellos muestran las texturas con las que trabajan, para que las personas que vean la película sientan el mar bajo su piel», destacan las directoras. «La historia enseña la técnica, la manera de construir una tabla de una manera óptica y sencilla, que confiere a la imagen poesía». La poesía de la pureza del mar, entremezclada con los sonidos del taller. «Jugamos con el ritmo de la música, en concreto el jazz africano, como fondo musical». La película está rodada en Sopelana, Barrika y otras localizaciones de la costa vizcaína que no quieren desvelar y las realizadoras han colaborado con dos surferos y cineastas locales, Edu Bartolomé e Isio Noya, para rodar las escenas del agua.

«Montar un film entre dos personas no es fácil», pero puntualizan que la clave es la preproducción. «En una semana preparamos el trabajo con un equipo fantástico, rodamos durante trece horas diarias y el resultado mereció la pena». Sunny Breger vivía en Nazaré, donde surfeaba y se especializó en grabar escenas en olas gigantes. «Hay pocas mujeres en el ámbito cinematográfico y menos en el del surf, así que trabajar juntas ha sido genial porque la creatividad es más fluida». Breger explica que en el País Vasco hay mucho sentido de comunidad, todas las personas se conocen y ayudan, mientras que López de Guereñu habla de la forma como se criaron los viejos surferos. «Ese espíritu de comunidad viene de entonces, de la manera de vivir de los pioneros de este deporte, que se inventaron y crearon manualmente sus primeras tablas». La codirectora de la cinta compara la filosofía de vida de los padres del surf con la generación actual. «Ellos no estaban motivados por la competición, sino por la amistad y la pasión por el mar, y les admiro porque sus historias son puras. Me siento unida a ellos porque todos sentimos nuestra alma en el mar y el documental habla de esa relación mágica con el medio salvaje, que seduce, atrapa y te convierte en un ser marino. Siempre que entramos al mar nos transformamos, el mar te lava el alma y forma parte de mí».