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Volvimos a Soria en invierno. El aire es más transparente. Junto al puente huele a leña quemada. El Duero apenas se mueve entre los chopos, mimbres y abedules, mientras da la curva de ballesta en torno a Soria. Lejanos los montes azules, altos los cielos ... violetas. El paseo de San Polo a San Saturio se prolonga ahora, tras pasar el puente de piedra, por la ribera, hacia San Juan de Duero y más allá. Cruza una pasarela y vuelve colgado sobre el río, pegado a las rocas y la muralla que están restaurando.

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