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GERARDO ELORRIAGA
Viernes, 30 de junio 2017, 16:37
Amberes fue una ciudad entre dos mundos y eso supuso tanto el éxito como el desastre y la ruina. A principios del s. XVI, su condición de dominio de la Corona española le proporcionó una favorable posición en el comercio con las Indias. El auge ... económico y la atmósfera cosmopolita y tolerante atrajeron tanto a artesanos y hombres de negocios como a opositores a la fe imperante en Occidente. Tal es el caso del impresor francés Christophe Plantin, que buscaba oportunidades y huía de las guerras de religión. Creó el taller De Gulden Compass (la Brújula de Oro) que llegó a convertirse en el gran abastecedor de biblias para las elites europeas, a pesar de sus notorios vínculos con los impulsores locales de la Reforma.
La historia del empresario galo ejemplifica esa posición ambigua de la gran urbe, ubicada entre los leales a Roma y los protestantes. Algunas fuentes destacan que su fulgurante ascensión se halla vinculada a la conexión con Hendrick Niklaes, líder de la corriente anabaptista local, que preconizaba la difusión de las Sagradas Escrituras al considerarlas la única doctrina infalible, y que esa relación lo condujo al destierro en 1562, o que su regreso se encuentra ligado a una estrecha relación, no solo mercantil, con la burguesía calvinista de la ciudad.
Las ediciones bellamente iluminadas le proporcionaron prestigio en el enrarecido clima prébelico que sufrían las posesiones hispanas. Plantin quiso zafarse de las viejas acusaciones de connivencia con los herejes proponiendo al monarca Felipe II la reimpresión de la Biblia Políglota del cardenal Cisneros, con los textos en hebreo, arameo, griego y latín. La anuencia real a esta ambiciosa iniciativa lo convirtió en el impresor más importante del mundo hispano. Su firma, con 20 prensas y 160 trabajadores, no tenía parangón y, durante 34 años, produjo 1.863 ejemplares.
Pero las buenas intenciones y los pingües beneficios se hundieron en el abismo de odios entre la nobleza flamenca y los gobernadores impuestos por los Austrias. La guerra de Flandes o de los Ochenta Años supuso la devastación de Amberes, saqueada por los mercenarios españoles en 1576 tras vencer un conato de sublevación. La destrucción también afectó a la clase opulenta, que emigró al norte. El ocaso del architipógrafo regio, fallecido diez años después del desastre, fue otra de las consecuencias de la decadencia de la ciudad ribereña del Escalda. La urbe de las biblias perdió gran parte de su población, muerta o huida, cedió la hegemonía comercial a favor de la pujante Amsterdam, y la presencia española fue reemplazada por los Habsburgo centroeuropeos tras los acuerdos de paz del s. XVII.
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