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ELENA SIERRA
Viernes, 27 de enero 2017, 16:43
Joseph Conrad, Herman Melville y Julio Verne fueron sus referentes literarios desde la más tierna infancia. Su trayectoria en el mundo del periodismo lo mantuvo al lado del mítico aventurero Miguel de la Quadra-Salcedo durante sus años televisivos de 'A toda plana', cuando en ... la tele española todo estaba por hacer ( y se hacía). Añádase a eso su gusto por los viajes a lugares exóticos y por los deportes poco practicados por aquí (el submarinismo que casi le cuesta la vida), y el resultado es casi inevitable: Alberto Vázquez-Figueroa iba a empezar, tarde o temprano a escribir libros de ficción... Cuando lo hace, se decanta por narraciones a las que el público estaba poco acostumbrado por estos lares. Al menos, estaba poco acostumbrado a que estuvieran firmados por un tipo nacido en Canarias y no por algún señor de nombre anglosajón. Pero ahí estaba Vázquez-Figueroa, el rey del 'best seller' en los años setenta y ochenta.
Él ha perdido la cuenta de todos los libros que ha escrito entre novelas, memorias, guiones, guías de viaje y obras de teatro, pero están en los papeles y se puede decir que el número ronda casi el centenar desde que debutara allá por 1953 con un título de carácter autobiográfico y en 1965 con la pura ficción. No contento con el largo listado de libros traducidos a más de una veintena de lenguas, y llevados algunos al cine, a primeros de febrero llegará a las librerías otro más. Se titula 'Rumbo a la noche' (Ediciones B) y promete ser «la primera novela que aborda el nuevo orden mundial tras la victoria de Donald Trump». En el argumento, una prostituta de lujo, un asesinato, paraísos fiscales, nexos con Estados Unidos y la amenaza mundial que supone el nuevo presidente.
La actualidad como tema
No pierde el tiempo el autor. No parece que lo haya hecho nunca. En sus novelas, ha reflejado siempre temas de actualidad, primero esos temas que se le iban cruzando en el camino en sus viajes como corresponsal de guerra estuvo presente en conflictos en Bolivia, Chad, Congo, Guatemala, Guinea, el Amazonas, y muchos fueron escenario de sus historias y después en sus viajes sin más, porque durante casi toda la vida ha sido incansable viajero.
Tráfico de drogas y de personas, guerras a muerte por minerales como el coltán, criminales a sueldo, ecología, chanchullos políticos, lucha por la supervivencia, esclavitud antigua y moderna, obsesión por la eterna juventud y su correspondiente negocio... Le ha echado el ojo a casi todo lo que ha sido noticia a lo largo de las décadas. También la Historia ha sido fuente de inspiración para él, que en su serie literaria 'Cienfuegos' viajaba al Nuevo Mundo de la mano de un guanche alucinado por la novedad, tanto como los emigrantes de 'Oceáno', otra de sus series.
Tal vez era eso lo que él sentía cada vez que ponía un pie en otro país. Tal vez, haber nacido en Santa Cruz de Tenerife (1936) y haberse criado por imperativo legal en el desierto del norte de África, en el protectorado español allí fue enviado su padre, un republicano socialista, tras ser liberado de la cárcel; allí le acompañó la familia y allí murió la madre, hayan influido en esa mirada sobre el mundo y su empeño por poner el foco en la situación de violencia y abandono que se vive en tantos lugares.
Tras la muerte de la madre y con el padre ingresado porque estaba enfermo de tuberculosis, Vázquez-Figueroa fue acogido por uno de sus tíos, que fue quien le inició en la lectura de los grandes escritores de aventuras. En la adolescencia regresó a Canarias, se hizo instructor de buceo y trabajó con el mítico Cousteau; encontraría así otro de sus escenarios habituales, el mar. Luego se fue a estudiar a Madrid y ahí encontró el Periodismo.
Cuando ya peinaba canas, descubrió su faceta de inventor. Ver tantos problemas 'sin solución' le llevó a agudizar el ingenio y el resultado fue una planta desaladora barata que paliara la falta de agua potable. En 'Hambre', publicado en 2014, incidía en la necesidad de conseguir que millones de personas tengan acceso al agua y a la alimentación adecuada.
Millones son los ejemplares que ha vendido de toda su producción literaria (dicen que 30). No está orgulloso de su prosa «No soy buen escritor, pero sí un buen contador de historias», ha dicho alguna vez pero sí del compromiso de su escritura.
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