'Desayuno en la hierba'.

Homenaje a los iconos franceses

La fundación Vuitton cuelga de sus paredes un centenar de obras de la impresionante colección de arte moderno de Sergei Shchukin

BEGOÑA RODRÍGUEZ

Viernes, 4 de noviembre 2016, 18:09

Más de un centenar de obras del renombrado coleccionista de arte Sergei Shchukin cuelgan de las paredes de la Fundación Vuitton (en París) hasta febrero del 2017. Un homenaje a la memoria de este gran coleccionista de arte ruso, otrora olvidado.

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El museo, diseñado por ... Gehry y pensado como un edificio pintado por Picasso, albergará las obras de los grandes iconos franceses del arte moderno. La importancia de esta exposición se refleja en la presencia de Putin y Hollande en la apertura de la muestra. El arte, en este caso, como puente para conectar a dos países que últimamente han tenido sus diferencias.

Gracias a la generosa contribución del Hermitage y el Museo Pushkin, que participó en la creación del proyecto, la exposición presentará un conjunto significativo de 130 piezas de los principales maestros impresionistas, postimpresionistas y modernos de la colección de Shchukin, con especial énfasis en el arte de Monet, Cézanne, Gauguin, Rousseau, Derain, Matisse y Picasso, junto a obras de Degas, Renoir, Toulouse-Lautrec y Van Gogh.

La exposición, como explican en la Fundación Vuittton, pretende rendir tributo a uno de los mecenas más importantes del siglo XX y gran coleccionista de arte moderno francés: el visionario ruso Sergei Shchukin. Él mismo viajaría de Moscú a París muchas veces antes, impulsado por una pasión personal que se convirtió en una misión cultural. Heredero de un imperio textil, creó una colección de 275 obras desde la última década del siglo XIX hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial, un período en el que París brillaba, como bien afirma J. Giovannini, como la capital mundial de la insurgencia artística. Su colección progresa a través del arte impresionista, postimpresionista y moderno, que se muestra en la fundación en habitaciones diseñadas para evocar la forma en la que Shchukin organizó las obras en su palacio de Trubetskói. Muchas instituciones estatales y varios museos el Hermitage y el Museo Ruso de San Petersburgo, el Pushkin y el Tretiakov de Moscú, cada uno con su pesada burocracia resultaron ser sorprendentemente ágiles en la elaboración de este espectáculo artístico, una vez que la colección obtuvo su visto bueno para ser expuesta en París.

Shchukin forjó relaciones con los distribuidores de arte moderno Paul Durand-Ruel, Berthe Weill, Ambroise Vollard, Georges Bernheim y Daniel-Henry Kahnweiler, y admiró a artistas como Monet y Matisse. Estas amistades influyeron en gran manera en la formación de su colección, que sigue siendo una de las mayores de la época.

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Amar lo que se compra

«La colección de Shchukin es sin duda la más importante colección de arte moderno de principios del siglo XX en Rusia, y una de los más importantes en todo el mundo», dijo Anne Umland, una de las encargadas de la sección de pintura y escultura del Museo de Arte Moderno de Nueva York. De alguna manera, además, «los iconos del arte moderno» hacen del propio Shchukin un artista, y de su colección, su obra maestra. «Él pinta con pinturas alineadas en su neo-clásico palacio de Trubetskói y con la creación de ambientes llenos de color y energía. Está en el borde de la psicología, que involucra sentimientos muy profundos», dijo Mikhail Piotrovsky, director del Hermitage. «También coincidió con un periodo de la Historia de Rusia en la que los iconos se estaban limpiando para transformarse en una revelación de colores brillantes y hermosos. Él estaba en el negocio textil. Como hombre de negocios añadió se ocupó con éxito en lo que ahora llamamos futuribles, y sabía lo que sería importante años después. Tenía una intuición en cada paso de su vida».

La idea de esta gran muestra en honor a Shchukin, que murió en 1936, se debe a su nieto André-Marc-Delocque Fourcaud, de 74 años, que vive en París: «No traten de convencerme, es perder el tiempo. Vamos a empezar el trabajo», dijo Delocque. Y prestó los cuadros sin ningún cargo.

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Shchukin comenzó a coleccionar en serio en 1898, con la adquisición de pinturas impresionistas en su mayoría, casi una convención social del momento. Su hermano Iván, que vivía en París, le introdujo al mundo de Cézanne y más tarde le presentaría a Gertrude Stein y su familia, también coleccionistas y que cambiaron su forma de pensar. Los Stein le presentaron a Matisse, que a su vez lo llevó a Picasso, abriéndolo al arte que no siempre entendió o amó. Pero con el tiempo compró toda la colección de los Stein. «Esta incluía los mejores Gauguin del mundo, pero tenía que entrenarse a sí mismo para amar las imágenes», comentaba Marina Loshak, directora del Museo Pushkin, que presta 65 pinturas.

En un principio, todo fue éxito en la vida de Shchukin. Astuto en los negocios, rico, un hombre de familia con cuatro hijos, casado con una mujer a la que amaba... Pero en 1906, su hijo menor desapareció para después ser encontrado muerto en el río Moscova. Su esposa murió un año más tarde, y su hermano se suicidó en 1908. A partir de ahí, ya nada sería igual. «Un Shchukin profundamente diferente nace de estas tragedias», dice su nieto. «Coleccionar arte fue una especie de cura». Continuó coleccionando y compró 50 picassos.

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Pero en 1918, Lenin se apropió de las pinturas y del palacio y él emigró a la capital francesa. Se volvió a casar y tuvo una hija, Irina. Su vida parecía renacer.

La situación política del momento y lo que aún estaba por llegar, hicieron que la colección de Shchukin se tambaleara, que fuera robada dos veces y que el propio mecenas ruso fuera borrado de la Historia.

Sin embargo, ahora que su colección ha resurgido «con una exposición a semejante nivel, se está reparando la parte principal de la injusticia: la memoria de Shchukin está de vuelta», se felicita su nieto.

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En febrero de 2017, un simposio reunirá a la comunidad internacional de investigadores que trabajan en el papel de los grandes coleccionistas de arte moderno y contemporáneo de los siglos XIX y XX.

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