'El nacimiento de Venus', realizado por Botticelli (1480-85).

El Renacimiento de Botticelli

Una muestra en el Victoria & Albert Museum de Londres analiza la importante influencia del artista florentino en el arte contemporáneo

LUISA IDOATE

Miércoles, 4 de mayo 2016, 21:54

No logró un triunfo acorde a su talento. A Sandro Botticelli (1445-1510), lo eclipsaron los dos grandes artistas del Renacimiento: Leonardo da Vinci y Miguel Ángel Buonarroti. Luego sufrió tres siglos de olvido, arrollado por las nuevas tendencias, hasta que los prerrafaelistas lo ... recuperaron y el 'pop-art' lo catapultó a la fama. Lo examina la retrospectiva 'Botticelli reimaginado', abierta hasta el 3 de julio de 2016 en el Victoria & Albert Museum de Londres, en colaboración con la Gemäldegalerie de Berlín. La exposición indaga cómo el creador ha inspirado al arte contemporáneo en pintura, escultura, dibujo, diseño, impresión, textiles, cine, vídeo y moda. Para ello, el museo londinense ofrece una ambiciosa antológica del autor florentino la mayor abierta en la capital británica desde 1930, integrada por cincuenta de sus obras, que contrapone con otras cien de diversos artistas que las reinterpretan o se inspiran en ellas.

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El recorrido expositivo comienza con realizaciones del siglo XX, continúa con creaciones del XIX y termina con piezas del XV. Arranca con interpretaciones contemporáneas del cuadro más célebre de Botticelli, 'El nacimiento de Venus', firmadas por artistas como el fotógrafo David de LaChapelle, que en 2011 la rodea de maleza y efebos, y por los modistos Dolce& Gabbana, que la convierten en un vestido que desfiló por la pasarela de Milán en 1993. Se les unen las imágenes de la película 'Doctor No' y de 'Las aventuras del barón Münchausen', en las que las actrices Úrsula Andrews y Uma Thurman, respectivamente, emulan a la diosa saliendo del mar. En el cuadro 'Camouflage Botticelli', de 1964, Alain Jacquet enmascara parcialmente a Venus en un surtidor de gasolina de la marca Shell. El toque de humor lo pone la animación 'Dancing Venus', realizada por Terry Gillian para 'Something Completely Diferent', del grupo Monty Python, donde una mano enciende el pezón de la diosa como si fuera el mando de un transistor y hace sonar un charleston que ella baila hasta que la engulle la concha en que se apoya.

La Venus de Botticelli también fue clonada por los artistas del siglo XIX. Muchas de esas versiones participan en la exhibición londinense. Es el caso de 'Birth of Venus', realizada por el impresionista Edgar Degas en 1859, y de 'The Renaissance of Venus', firmada por Walter Crane, representante del movimiento Art and Crafts, en 1877. Más rompedora es la mirada de la japonesa Tomoko Nagao, que en 2012 la pinta saliendo de una consola Sony bajo el vuelo de aviones easyJet y arropada por los supermercados Esselunga, los espaguetis Barilla y los dulces Baci, «porque son los actuales dioses de los italianos». En cambio, Jeff Koons la convierte en portada de un disco de Lady Gaga y Yin Xin propone una 'Venus después de Boticelli' (2008) con los cabellos al viento y los ojos achinados, porque ha «querido orientalizarla». Curiosamente, el cuadro original que todos ellos recrean no participa en la muestra, por ser una de las dos obras del autor que jamás abandonan la Galería Uffizi de Florencia.

La otra pieza de Botticelli que nunca deja la capital toscana es 'La Primavera', recreada por numerosos autores en obras también presentes en el V&A. Una de ellas es el cartel de la 'Prima Esposizione Internationale d'Arte Decorativa Moderna', de 1902, donde Leonardo Bistolfi la revive al completo; por el contrario, René Magritte lo hace parcialmente en 'Le bouquet tout fait', de 1957, insertando uno de los personajes de esa alegoría, Flora, en la espalda de un hombre con bombín. La versión textil del cuadro la brinda el tapiz 'The Orchard', de William Morris y John Henry Dearle, de 1863, mientras Ettore Ximenis la convierte en la escultura 'El renacimiento', de 1895.

Junto a los 'botticellis' reinventados, el museo cuelga una cincuentena de originales del artista renacentista. Entre ellos hay retratos famosos como los de Giuliano de Médicis y Smeralda Brandini, realizados hacia 1475-80. Les acompañan escenas religiosas como 'La huida a Egipto', de 1510. No faltan obras mitológicas como 'Palas y el centauro' (1482) y 'Alegoría de la abundancia u otoño' (1480-5). También están presentes una 'Venus' de 1490 y 'La Natividad mística' (1501), el único cuadro firmado y datado por el artista. Se les añaden ilustraciones basadas en la 'Divina Comedia' de Dante Alighieri, con tres grupos de diez dibujos alusivos al Infierno, Purgatorio y Paraíso. A su lado, aparecen copias de cuadros del autor florentino y fotografías de sus pinturas, todas del siglo XIX.

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Ocaso y gloria

Heredó de su hermano el apodo de 'botticelli' (tonelete). Se llamaba Alessandro di Mariano di Vanni Filipepi y fue el protegido de Lorenzo de Médicis, para quien trabajó desde 1475. Para él realizó la 'Madonna del Magnificat' (1480-82), obra que incluye la exhibición londinense y representa al clan florentino. En ella, Lucrecia Tornabuoni esposa de Pedro Cosme de Médicis, es María y sujeta en brazos a su nieta, del mismo nombre, que representa al Niño; sus hijos Juliano y Lorenzo aparecen con un libro y un tintero, respectivamente, junto a sus hermanas Blanca y Nannina. No será la única vez que retrate a los Médicis. Lo hace también en la 'Adoración de los Magos' de la capilla funeraria de Guasparre di Lama, en Santa María Novella, y se autorretrata a la derecha del cuadro.

'La bella Simonetta'

  • Hay una mujer que Botticelli dibuja una y otra vez en sus creaciones. Etérea, cási ingrávida, de ojos grandes y melancólicos y gesto lánguido. Era Simonetta Cattaneo de Candia, nacida en 1453 y casada a los 16 años con Marco Vespucci, de quien toma el apellido y con quien se establece en Florencia. Artistas como Domenico y David Ghirlandaio y Piero di Cosimo la descubren pronto como modelo. Su marido tiene buenos contactos con Lorenzo 'El Magnífico', que la describe así «Su porte era serio, sin ser severo; dulce y placentero, sin asomo de coquetería o vulgaridad. Sus ojos vivos, no manifestaba arrogancia ni soberbia. Su cuerpo era finamente proporcionado, y entre las demás mujeres aparecía de superior dignidad». Su hermano, Giuliano de Médicis, se encapricha con ella. Luce su imagen en el estandarte que lleva en la justa a caballo celebrada en la plaza de Santa Crocce, en 1475, con el lema 'la incomparable'. Se la pinta el propio Botticelli. Gana el torneo y la nombra 'reina de la belleza'.

  • ¿Musa? ¿Amada? ¿Amor platónico? No se sabe qué fue aquella mujer para Botticelli, al que adjudicaban relaciones homosexuales y en 1502 acusaron de sodomía. La llamaban 'La bella Simonetta' y media Florencia estaba enamorada de ella. Murió de tuberculosis con apenas 23 años. Botticelli lo hizo 34 años después y pidió ser enterrado a sus pies en la iglesia de Ognissanti, el templo florentino de los Vespucci. Para entonces le había hecho tres retratos, uno de ellos póstumo, y la había convertido en protagonista de su obra más icónica 'El nacimiento de Venus'. Quizá por eso la prerrafaelista británica Eleanor Fortescue-Brickdale pintó, en 1922, 'El estudio de Botticelli

A pesar del patrocinio de Lorenzo 'El Magnífico', que le incluyó en el grupo de artistas enviados a Roma para decorar la Capilla Sixtina junto a Ghirlandaio, Perugino, Rosselli y Pinturicchio, Botticelli se diluyó entre los muchos talentos renacentistas del siglo XV. ¿El motivo? En realidad, fueron varios. Muerto Lorenzo en 1492 y expulsados los Médicis de Florencia en 1494, el artista secundó al clérigo integrista Girolamo Savonarola, que en 1497 organizó en la capital toscana 'la hoguera de las vanidades', donde hizo quemar el arte que, a su juicio, emponzoñaba la moral de la época. El pintor lanzó al fuego sus obras y condenó así su trabajo. Además tuvo que competir con dos artistas aplastantes: su contemporáneo Leonardo da Vinci y un joven llamado Miguel Ángel Buonarroti que despuntaba imparable. Las realizaciones de ambos genios ensombrecieron las suyas, que además fueron superadas y enterradas por las nuevas tendencias plásticas.

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Los prerrafaelistas del siglo XIX reivindicaron el clasicismo. Recuperaron el Renacimiento italiano y desempolvaron las pinturas de Botticelli, en las que inspiraron obras como 'La Ghirlandata' de Dante Gabriel Rossetti (1873), presente en el V&A. Pero serán los artistas pop del siglo XX quienes le otorguen la gloria y la popularidad que no tuvo. A la cabeza de ellos, Andy Warhol con la 'Renaissance Paintings' de 1984, una diosa despeinada de colores chillones que también cuelga en la exposición londinense.

'La bella Simonetta'

Hay una mujer que Botticelli dibuja una y otra vez en sus creaciones. Etérea, cási ingrávida, de ojos grandes y melancólicos y gesto lánguido. Era Simonetta Cattaneo de Candia, nacida en 1453 y casada a los 16 años con Marco Vespucci, de quien toma el apellido y con quien se establece en Florencia. Artistas como Domenico y David Ghirlandaio y Piero di Cosimo la descubren pronto como modelo. Su marido tiene buenos contactos con Lorenzo 'El Magnífico', que la describe así: «Su porte era serio, sin ser severo; dulce y placentero, sin asomo de coquetería o vulgaridad. Sus ojos vivos, no manifestaban arrogancia ni soberbia. Su cuerpo era finamente proporcionado, y entre las demás mujeres aparecía de superior dignidad». Su hermano, Giuliano de Médicis, se encapricha con ella. Luce su imagen en el estandarte que lleva en la justa a caballo celebrada en la plaza de Santa Crocce, en 1475, con el lema 'la incomparable'. Se la pinta el propio Botticelli. Gana el torneo y la nombra 'reina de la belleza'.

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¿Musa? ¿Amada? ¿Amor platónico? No se sabe qué fue aquella mujer para Botticelli, al que adjudicaban relaciones homosexuales y en 1502 acusaron de sodomía. La llamaban 'La bella Simonetta' y media Florencia estaba enamorada de ella. Murió de tuberculosis con apenas 23 años. Botticelli lo hizo 34 años después y pidió ser enterrado a sus pies en la iglesia de Ognissanti, el templo florentino de los Vespucci. Para entonces le había hecho tres retratos, uno de ellos póstumo, y la había convertido en protagonista de su obra más icónica: 'El nacimiento de Venus'. Quizá por eso la prerrafaelista británica Eleanor Fortescue-Brickdale pintó, en 1922, 'El estudio de Botticelli: la primera visita de Simonetta, presentada por Giulio y Lorenzo de Médici'. La obra, que participa en la retrospectiva del V&A, imagina el primer encuentro del artista con la mujer que simbolizaba la perfección y por la que sintió devoción. Acaso también por eso, Michael Joaquin Grey exhibe en esa misma exposición el videoclip 'Between Simonetta' (2011), donde manipula el retrato que Botticelli le hizo en 1480, para cuestionar el canon estético femenino que representa. Una crítica con la que ya lidió el creador florentino en vida. Le tacharon de herético, por ser un neoplatonista que unía lo pagano y lo cristiano y preconizaba una belleza ambigua, llamativa y desconcertante para la época.

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