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Palabras que mueven conciencias y agitan sentimientos

Palabras que mueven conciencias y agitan sentimientos

Una decena de personalidades del mundo del arte,la cultura, el deporte y la política relatan cuáles han sido los libros que, de alguna manera, les cambiaron la vida

Virginia Urieta

Jueves, 21 de abril 2016, 12:55

Puede que muchos lectores, los asiduos, también los más clásicos y los que conservan como referentes intocables a los grandes escritores, coincidan en señalar que uno de los mejores comienzos de la historia de la literatura pasa por la conversión de Gregorio Samsa en escarabajo, tras un sueño intranquilo, tal y como describe Kafka con precisión. En una clasificación imaginaria seguro que saldría a colación el arranque de García Márquez que reza «el día que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en el que llegaba el obispo»; por no hablar del histórico Cervantes y su lugar de La Mancha, o de la «heroica» ciudad que duerme la siesta, mientras el viento sur, «caliente y perezoso, empuja las nubes blanquecinas que se rasgan al correr hacia el Norte», como sucede en la primera estampa que Clarín presenta al lector de La Regenta.

Los narradores siempre recalcan que la primera frase es lo más importante de un texto, porque si no logra hechizar al lector, es probable que no continúe con el texto. Hay inicios que marcan un antes y un después en la propia literatura pero también, en muchas ocasiones, libros que se convierten en únicos para su lector y pasan a formar parte de su vida. En el caso de Javier Cercas se trata de Ficciones, de Borges; para Almudena Grandes, fue La Odisea; Elvira Lindo se queda con Huckleberry Finn y Javier Marías con Ricardo III.

Son obras capaces de sacudir a los lectores. Quizás porque los libros sirven para mucho más que para entretener, también pueden remover conciencias. Como una manera especial de celebrar hoy el Día del Libro, Territorios ha sondeado las opiniones de una decena de personalidades de la cultura, el arte, el deporte y la política. Se trata de saber qué libros marcaron su vida. La mayoría asume que es una cuestión difícil de resolver, aunque también hay quien lo tiene claro. Un solo título, un único autor. La variedad está servida.

Daniel Castillejo. Director del Artium

'Historias de cronopios y famas', Julio Cortázar

OAsegura Daniel Castillejo, director del Museo Artium de Vitoria, que hasta que leyó el libro de Julio Cortázar Historias de cronopios y famas, sus lecturas habían sido «las habituales escritas para niños». Historias fantásticas, cuentos ingenuos y muchos tebeos. «El día que cayó en mis manos el librito de Cortázar sentí que el curso de mi vida cambió. De repente, me vi leyendo con fruición un libro que había sido escrito por un señor que escribía para adultos de una manera muy especial y que yo entendía. Fue como si saliera del mundo de la infancia de la manera más natural, sin traumas, leyendo historias fantásticas» confiesa. Historias de cronopios y famas (que describe a los actores sociales de su época, con juegos de palabras y un trasfondo un tanto peculiar) le demostró que en la literatura se puede escribir todo. «Te puedes inventar cualquier cosa y es la conexión más directa y barata entre la vida real y la imaginada. El papel puede soportarlo todo», valora. Desde entonces, es un libro de cabecera que acostumbra a releer en fragmentos, para recordarle que la totalidad todavía puede existir.

Lourdes Fernández. Directora de Azkuna Zentroa

'Terapia', David Lodge

OUno de los libros que más ha marcado a la directora de Azkuna Zentroa de Bilbao, Lourdes Fernández, ha sido Terapia, de David Lodge. «Es un libro de narrativa sencilla, pero escrito con el brillante humor inglés de su autor, en el que retrata a un escritor de éxito que comienza a sentir ciertos síntomas que desafían su mundo de certezas. Son síntomas que suelen presionar a determinadas personas, cuando creen, o creemos, que somos afortunados porque todo tu entorno es, aparentemente, perfecto. Y de pronto una circunstancia inesperada y aparentemente anecdótica cambia tu destino y tu vida privada y profesional de manera radical», resume Fernández, que asegura que fue sobre todo ese característico humor británico con el que el autor relata la historia el que consiguió que, en su día, disfrutara del libro «y que comprobara, de alguna manera, lo sano y serio que es reírse de uno mismo».

Cristina Uriarte. Consejera de Educación, Política Lingüística y Cultura del Gobierno vasco

'Las brujas de Sorjin', Martín Ugalde

OAsume la consejera Cristina Uriarte que no resulta «nada sencillo» elegir un solo libro que en cierta manera haya cambiado algo en ella, en su vida o en su forma de ver las cosas. Pero conserva en el recuerdo una novela en concreto que sí lo hizo, «seguramente por la edad que tenía cuando la leí». Se trata de Las brujas de Sorjin, de Martín Ugalde. Tendría unos 16 años cuando compró aquel libro, por el que pagó 600 pesetas. «Se trata de una novela con un contenido profundo que me interesaba mucho dada la época que nos estaba tocando vivir. Sus páginas hablan de los años complicados por los que atravesaba Euskadi; el trabajo de la resistencia vasca, el nacimiento y el porqué de las diferentes violencias», resume. Habla desde la memoria. «No he vuelto a releerla, y quizá sea mejor así. Me gusta recordar lo que aquella novela me provocó. Cómo me hizo pensar, y seguramente enfrentarme a las dudas que en aquel momento pudiera tener. Todos buscamos referencias que te ayuden a entender lo que está ocurriendo a tu alrededor, a reafirmarte en tus ideas y a construir tu personalidad».

Ana María Arriola. Presidenta de la Coordinadora de ONGD de Euskadi

'Retrato de grupo con señora', Heinrich Böll

OEl día que regresó de un viaje de estudios a Alemania, siendo adolescente, a Ana María Arriola, presidenta de la Coordinadora de ONGD de Euskadi, le tocó dormir en el salón, ya que unos invitados habituales de su casa se habían acomodado en su cuarto. «No era muy extraño, porque las visitas eran frecuentes y encontrarse libros en cualquier rincón de la casa, también. Entre los cojines del sofá noté un bulto, y allí estaba aquella novela: Retrato de grupo con señora, de un escritor alemán, Heinrich Böll». No la terminó de leer esa noche, pero sí recuerda ver salir el sol. «Acababa de llegar de un país que había sido capaz de cometer en el mismo siglo en el que yo había nacido unas terribles atrocidades, deshumanizantes Y en aquellas páginas, escritas en 1971 (y que abarcan desde los años 20 hasta los 60), hallé muchas respuestas a través de la vida libre y generosa de una mujer que rompe el retrato colectivo de una sociedad que bien pudiera ser la europea actual hipócrita, clasista, intolerante y obsesionada por el poder y la acumulación de capital», relata. Espera releer la novela pronto, y asegura que lo hará recordando las palabras del autor que cambiaron aquella noche su percepción del mundo: «No temo al peligro de actos criminales perpetrados por grupos neonazis, sino a la enorme masa de demócratas absolutamente indiferentes».

Manu Lezertua. Ararteko

'El principito', Antoine de Saint-Exupéry

OEl Ararteko Manu Lezertua confiesa que leyó fascinado El Principito por primera vez cuando daba sus primeros pasos por el Liceo francés. Sin embargo, aprendió a valorarlo con mayor intensidad más tarde, cuando lo releyó y hojeó, «en múltiples ocasiones», ya en la edad adulta. «De hecho, no me separé de la primera edición que me compró mi padre hasta que se la regalé a mi hija. La belleza y la fuerza de El Principito, en mi opinió, están precisamente en que es una obra intergeneracional. Aparenta ser un cuento para niños. Su tono es inocente e ingenuo; sus personajes son variopintos y extraordinarios; trata de un niño que viaja entre estrellas y planetas desconocidos. Al mismo tiempo, contiene valiosas lecciones de vida para los adultos y nos lleva a meditar sobre temas universales como la amistad, la soledad, la generosidad, la imaginación y la muerte», sostiene Lezertua. Y afirma que el libro es capaz de enseñar con sutileza «que la verdad, la profunda, la auténtica, no es siempre material, medible o evidente, aquello que aparece ante nuestros ojos, sino algo diferente que solo podemos descubrir con el corazón, la imaginación, la sensibilidad o la emoción». Más allá de sus méritos literarios, filosóficos y morales, cuenta, él mismo asocia la novela de Saint- Exupéry a personas entrañables y vivencias íntimas. «Al leerlo me acuerdo de aquella edición desgastada en la biblioteca familiar y de las noches pasadas leyéndolo con mis hijos. Los libros buenos son aquellos que se comparten y que apreciamos todavía más al observar que la magia de sus páginas conmueve a otra persona tanto como nos ha emocionado a nosotros».

María Purificación Herrero. Pintora

'Poesía', de Emily Dickinson

OConfiesa la pintora y artista bilbaína María Purificación Herrero que resulta «muy difícil» que un solo libro tenga la capacidad de cambiar la vida de una persona. Ella, al menos, no ha encontrado en un único libro «esa revelación». Pero asume que, en los libros, «vas aprendiendo muchas cosas y te acompañan en tu propia visión del mundo, vas buscando los autores que hablan de las cosas que te interesan. Y a veces también te sorprendes con cosas que no te parecían importantes y descubres que lo son». Ella lo define como «un largo viaje por la vida» que realiza en compañía de los libros. «Algunos te dejan una huella más profunda y necesitas releerlos más a menudo», confiesa. Uno al que Herrero vuelve constantemente, un ejemplar que siempre tiene a mano, es el de Poesía de Emily Dickinson. «Decir por qué tampoco me resulta fácil, me gusta leerla una y mil veces, está llena de claves extrañas y enigmas sobre el mundo. Con ese lenguaje, aparentemente, tan de educación decimonónica, hay cosas tremendas, maravillosamente dichas».

Juanito Oiarzabal. Alpinista

'El supremo desafío. La primera ascensión a la cara sudoeste', Chris Bonington

OAsegura Juanito Oiarzabal que es «muy difícil» que un libro te cambie la vida, y confiesa no ser un lector asiduo en todo caso, señala, lo es más de literatura de montaña, aunque sí hay un ejemplar que, en cierta manera, le ha servido de referencia. Y continúa siendo para él un gran ejemplo a seguir. Las páginas de El supremo desafío. La primera ascensión a la cara sudoeste, de Chris Bonington, le han inspirado en más de una ocasión, tal vez en alguno de sus complicados retos en escenarios extremos. El primer ascenso al Everest por su pared suroeste fue una de las expediciones más notorias. Su líder, el propio Bonington, narra en el trabajo la expedición desde su punto de vista. «Lo he leído al menos en un par de ocasiones, la primera de ellas antes de hacer mi primer Everest, en 1993. Y a lo largo de estos años he vuelto a recurrir a él. Creo que está muy bien escrito, es una faceta que Bonington comparte con el alpinismo, y que considero muy buena», asegura. Aunque es un libro que «no se puede llevar a muchos sitios» tiene más de 300 páginas, asegura que en cierta manera le ha marcado y lo conserva con mucho cariño para poder volver a hojearlo cuando quiera. «Es con el que más identificado me siento. No me reflejo en Bonington, ni mucho menos. Fui alpinista y no me considero escritor a pesar de haber publicado algún trabajo. Pero sí hay algo del personaje que me mantiene ligado a él, enganchado».

Juan María Aburto. Alcalde de Bilbao

'La lucha por la dignidad', José Antonio Marina

O«En Sierra Leona, los guerrilleros cortan la mano derecha de los habitantes de una aldea antes de retirarse. Una niña, que está muy contenta porque ha aprendido a escribir, pide que le corten la mano izquierda, para poder seguir haciéndolo. En respuesta, un guerrillero le amputa las dos». Así es como comienza La lucha por la dignidad, de José Antonio Marina, un inicio atroz que ha conseguido marcar las reflexiones del alcalde de Bilbao, Juan María Aburto. Él tiene en éste trabajo su libro de referencia, uno que lleva a todas partes y no duda en subrayar y trabajar para recurrir a él a lo largo de diferentes momentos de su vida. Esas líneas continúan con una reflexión del autor: «Resulta incomprensible que ante tanta maldad, ante tanto comportamiento indigno e indignante, asumamos que todos los seres humanos están dotados de dignidad, es decir, de un valor intrínseco independiente de sus actos». Saber que cualquier persona tiene la misma dignidad, esté viviendo en la calle o tenga una posición destacada, asume el alcalde, le hace percibir la realidad de una manera un tanto diferente. «Y me hace intentar trabajar de otra manera. Por eso es importante, porque el libro me ha hecho profundizar en unos valores en los que siempre he creído», confiesa.

Explica Aburto que los temas humanos, los que tienen que ver con los valores, siempre le han rondado por la cabeza. «En 2003 fui nombrado diputado foral de Acción Social, y el tema de la dignidad de las personas antes en mi vida ya había estado muy presente, pero a partir de ese momento tuve la oportunidad de hacer coincidir mi trabajo, mi compromiso público, con mi forma de pensar». Fue cuando descubrió un libro que le ha cambiado, uno que se ha convertido en una «constante» a lo largo de su vida.

Izaskun Landaida. Directora de Emakunde

'Una habitación propia', Virginia Woolf

Con unos 17 años, no recuerda muy bien cómo, llegó a sus manos un ejemplar de Una habitación propia, de Virginia Woolf, que en aquel momento admite le costó terminar de leer. Reconoce la directora de Emakunde, Izaskun Landaida, que fue posteriormente, pasados los años, cuando una segunda lectura más consciente le impactó. «Es sorprendente cómo un ensayo escrito en 1928 para dar respuesta a una petición que recibe la autora para impartir unas charlas sobre la mujer y la literatura puede plantear cuestiones de tan plena actualidad como la invisibilidad de las mujeres en la esfera pública y su sobrerrepresentación en la privada, por ejemplo». Y relata la directora de Emakunde que, en su reflexión, la autora formula una pregunta «central» acerca de qué necesitan las mujeres para escribir buenas novelas, «y la conclusión a la que llega es autonomía económica y personal, es decir, una habitación propia». La necesidad de ese espacio propio, clave para la realización personal y cuyo descubrimiento puede suponer a veces un largo proceso íntimo, ya la apuntó Woolf a principios del pasado siglo. «Hace tres años trasteando en la librería Mujeres de Madrid localicé un ejemplar ilustrado con prólogo de Kirmen Uribe, que me dio la oportunidad de releerlo, y que conservo como una pequeña joya. Ahora podemos volver a disfrutar con su lectura tras la publicación de la versión en euskera».

Kepa Junkera. Músico

'La isla del tesoro', Robert Louis Stevenson

OCon su voz cascada «que parecía afinada en las barras del cabrestante», recitaba aquello de Quinc hombres en el cofre del muerto... ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡Y una botella de ron!. Muchas escenas de La isla del Tesoro, de Robert Louis Stevenson, permanecerán en la memoria de los chiquillos que se sumergieron en el mundo de los piratas y las peripecias interminables, sorprendentes. Vivas. Se acuerda de ella el músico bilbaíno Kepa Junkera, que asegura que quedó prendado de su argumento cuando tenía 14 años. Fue la combinación de isla y tesoro, apunta, lo que captó su curiosidad a la hora de leer las aventuras del joven Jim Hawkins. «Ese punto de aventura, de riesgo, por las persecuciones con los piratas y la amistad con alguno de ellos Todo ese lío a la hora de embarcarse en una aventura que a priori es incierta, en la que uno no sabe cómo va a salir ni sabe cómo hacerlo, me recuerda a lo que nos ocurre cuando emprendemos un nuevo proyecto», afirma el trikitilari. Asegura que para él es una novela que lo tiene todo: «Aventura, asombro, mundos desconocidos, descubrimiento de nuevos compañeros y la narración del paso de la adolescencia y juventud al mundo de los adultos. El niño se adentra en él y se codea con personas más mayores, con las que se relaciona de igual a igual. Y luego está el componente del miedo que pasa el protagonista con los piratas durante esas históricas persecuciones, miedo que a todo chaval nos gusta leer y experimentar en las lecturas, que además se mezcla con el placer del descubrimiento», explica Junkera. No puede faltar el tesoro, el ansiado premio final. «Quién no quiere descubrir uno: es el anhelo de todo chaval».

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