Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
elena sierra
Jueves, 14 de abril 2016, 13:25
La relación de las obras de Cervantes con América Latina viene de muy lejos, cuando algunos ejemplares del Quijote recién publicado se embarcaron rumbo a aquel continente (y eso que en las colonias también había estado vigente el decreto real que prohibía la circulación de ... novelas por contar historias de mentira). El caso es que, según está documentado, en 1605 viajaron para allá medio centenar de quijotes; y al año siguiente, un mercader le mandó a su hijo, de profesión librero, unas cuantas cajas en las que había otros 72 ejemplares, entre otros muchos libros. No es extraño entonces que los hablantes del español allí hicieran suyo, como los de aquí, el universo de Cervantes. O como dijo Carlos Fuentes, «La Mancha, en verdad, adquirió todo su sentido en las Américas».
Allí fue influencia importante de muchos autores, cosa que ha sido reflejada en varios ensayos. Luis Correa-Díaz, de la Academia Chilena de la Lengua, explica en uno de ellos que Cervantes y el Quijote han servido para interpretar la realidad y el carácter americanos. Desde el mexicano José Joaquín Fernández de Lizardi (no engaña el título La Quijotita y su prima) hasta el argentino Jorge Luis Borges, pasando por el nicaragüense Rubén Darío, la apropiación se ha hecho desde «la simple mención a la recreación o invención, pasando por la parodia, la reflexión o la deconstrucción».
Shakespeare es otra cosa. La primera noticia oficial del inglés en aquellas tierras data del año 1822, cuando un actor argentino interpreta a Otelo y a partir de entonces hay otros montajes hechos con diversas traducciones, que como las españolas se realizaron durante mucho tiempo a partir de las francesas. En Brasil, hubo una primera traducción al portugués en 1842 y su influencia es clara en obras de Machado de Assis como Quincas Borba y Dom Casmurro.
Traducciones
Lo habitual era que en Latinoamérica se leyeran las traducciones hechas en España, como las que la Real Academia Española le encargó a finales del XIX al peruano José Arnaldo Márquez y, ya a partir de 1929, las muy famosas de Luis Astrana Marín (Obras Completas de Shakespeare del inglés).
León Felipe tradujo algunos de sus textos teatrales (y los hizo muy suyos, como en el caso de Macbeth o el asesino del sueño) y más adelante Pablo Neruda tradujo Romeo y Julieta. A finales del siglo XX, el argentino Marcelo Cohen se empeñó en llevar a cabo Shakespeare por escritores, «una colección que presenta traducciones rigurosas y contemporáneas de las obras completas de William Shakespeare, hechas por poetas, dramaturgos y narradores de América Latina y España» para la editorial Norma, un referente en América Latina. La nómina era muy larga: Martín Caparrós, Vicente Molina Foix, Tomás Segovia, Edmundo Paz Soldán, William Ospina... Todo un reto en el que se quedaron sin ver la luz Ricardo III, Eduardo II y Antonio y Cleopatra. Ahora están siendo publicadas de nuevo por DeBolsillo de la mano del editor Andreu Jaume.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.