Victoria Luengo: «Veo miradas de 'yo no te creo' durante la función»

'Prima Facie', que hace tiempo que agotó las entradas para sus dos días en Bilbao (30 de abril y 1 de mayo en el Arriaga), es un monólogo de los que, reconoce, te cambian la vida. «Es el proyecto más bestia». De momento, ya ha visto reconocido este trabajo con un Premio Talía de las artes escénicas.

–Dijo una vez que aceptaba papeles con los que se sentía identificada «moral y políticamente».

–En este caso, diría que, si me pudiera desdoblar, la mujer convenció a la actriz de aceptarlo. Me llegó el texto, al terminar la lectura me entró un llanto... Como actriz tenía mucho miedo y respeto a hacer algo así, pero como mujer me tocó en algún lugar que tenía que ver con mi posicionamiento ante la violencia sexual y con mi herida, todas la tenemos. Y sentía que tenía que aceptar.

–¿Pudo más el compromiso que el miedo?

–Soy miedosa, como todas las personas, pero más en la vida que en lo profesional. En el trabajo el miedo no me cohíbe. Voy, no tengo dudas.

–La historia es dura y además está sola en escena, aunque da vida en realidad a muchos personajes.

–No he contado aún a cuántos pero sí, muchos: voy transitando por lo que Tessa vive y van apareciendo la madre, la mejor amiga, el hermano mayor y el hermano pequeño, todos esos personajes de alrededor que le hacen ver a ella cosas en momentos diferentes. Tessa ve o se da cuenta de algunas cosas al ser mirada por los demás. Eso es muy común en la violencia sexual, porque estamos educadas en la normalización de ciertos comportamientos y a veces la propia víctima no sabe que ha sido agredida hasta que otra persona, al escuchar lo que cuenta, se lo dice. No es lo que ocurre en 'Prima Facie', pero es el mismo mecanismo, el de llegar a algo a través de la mirada ajena.

–¿Sobre todo de la Justicia?

–La Justicia tiene la mirada puesta en la víctima, se centra en ella. Todas las preguntas recaen en ella –qué hizo, en qué condiciones iba, qué hizo después de la agresión, si salió de fiesta, si se ríe– y esa es la señal inequívoca de que el sistema tiene que cambiar. Pero para eso tiene que cambiar la educación, el sistema patriarcal machista que nos educa en la idea de que esto es normal.

–¿Ha oído bufidos en la sala mientras lo denuncia?

–Solo un par de veces. Pero sí que veo las miradas de desaprobación. Veo las miradas de 'yo no te creo'.

–¿Y va y utiliza frases de la obra al subir a recoger el Talía?

–Es que estoy tan atravesada por este conflicto que no puedo quedarme callada. No puedo. Esta función me está pasando a mí. Es mi cuerpo. Es la frustración de tantas y tantas mujeres, y hombres también, a quienes veo llorar después de la obra. Eso significa que queda mucho por hacer para que todo esto deje de pasar. No te voy a contar las noticias sobre la violencia sexual y el abuso de poder en las artes escénicas, ya se sabe lo que se ha denunciado en las últimas semanas. Y no me gusta ver una gala del teatro donde no se menciona. No me gusta cómo se dice a las víctimas que denuncien para luego decirles que por qué han tardado tanto. O ver lo de Harvey Weinstein (esta semana el tribunal de apelaciones de Nueva York ha anulado la condena por violación impuesta en 2020). Me genera enfado y tristeza. El sistema judicial no nos ayuda.

–¿Se ha sentido como Tessa alguna vez?

– ¿En la cúspide de mi carrera? (Risas) Me he sentido completamente frustrada, sí. Los actores trabajamos con la empatía, tienes que sentir una empatía absoluta con lo que atraviesa el personaje para hacerlo, y por eso la falta de empatía, no reaccionar ante la violencia que vemos, me genera esa sensación.