
Razones para hacer mutis en el teatro vasco
Día Mundial del Teatro. ·
La retirada de Vaivén y el cierre de la sala Arimaktore ponen el foco en la necesidad de reforzar la exhibición y la formación de públicosSecciones
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Día Mundial del Teatro. ·
La retirada de Vaivén y el cierre de la sala Arimaktore ponen el foco en la necesidad de reforzar la exhibición y la formación de públicosEl Día Mundial del Teatro que se conmemora este jueves invita a mirarse al espejo del camerino antes de la función. Cada artista hace su ... propio balance, y en Euskadi se anuncian dos despedidas. La compañía donostiarra Vaivén y la sala Arimaktore de Barakaldo son diferentes en trayectorias, temáticas y estilos, pero ambas hacen mutis por la misma razón: no les salen las cuentas.
No es que haya una desbandada, y tampoco es un problema exclusivo del teatro vasco. Son señales reveladoras de la fragilidad de un sector inestable que ha encajado dos crisis consecutivas. La financiera de 2008, con una «tímida recuperación» en 2019, y la del coronavirus hace cinco años. Según un informe de Eskena, que agrupa a 25 productoras vascas, «la pandemia ahondó el deterioro de un tejido productivo ya dañado y ha supuesto una reconfiguración del sector con empresas más pequeñas, de 2,71 trabajadores de media».
Son más vulnerables pese a la solidez de su trabajo. Vaivén se formó en 1997 y ha firmado producciones como 'Último tren a Treblinka', 'El enjambre', 'Yo, la peor del mundo' y '¡Nasdrovia Chejov!', que ganó el Max al mejor espectáculo revelación. «Siempre hemos tenido la vocación de interpelar al espectador, que no salga igual que ha entrado», dice su directora, Ana Pimenta. «Es que esa es la función de la cultura. A mí me habría gustado ser más actriz y menos productora y vendedora, pero el factor económico es determinante. Llega un momento en el que no te dan las cifras. Aunque te den subvención, arriesgas el 50% de lo que cuesta una producción. Y tienes que recuperar para poder seguir invirtiendo. Las pocas actuaciones que haces no cubren el gasto, y vas haciendo agujero. Tampoco veo en el horizonte un cambio que nos permita ser optimistas».
Aunque según los datos del Observatorio de la Cultura la programación en Euskadi creció el año pasado (la de teatro un 2,8% con 4.408 funciones), fuentes del sector precisan que esas cifras incluyen actuaciones amateur, ferias en las que se rebajan los cachés y otras actividades. Alertan de un desequilibrio entre la producción y la exhibición.
Descenso del caché
Según el informe de Eskena, mientras el Gobierno vasco ha aumentado las ayudas a la producción, ayuntamientos y diputaciones han reducido sus aportaciones, con lo que baja el gasto en teatro y danza por habitante. El caché medio en la red Sarea ha descendido «un 4,3% por función, con una fuerte presión a la baja desde las salas». La temporada «se concentra entre octubre y abril» y el ciclo de vida de los espectáculos se acorta. Ana Pimenta lo cuenta así: «Acabamos produciendo todos los años para hacer diez o quince funciones en Euskadi. Eso no tiene sentido. Y nosotros hemos trabajado mucho fuera, pero el mercado es implacable y compites en condiciones imposibles de asumir con el teatro comercial».
Otro de los eslabones frágiles de esta cadena es el público. «Yo creo que desde la pandemia no nos hemos recuperado», añade Pimenta. «Competimos contra el apantallamiento de la sociedad. La gente se sienta a ver Netflix y no valora la pasión que se transmite cuando ves un espectáculo en directo». Un espacio ideal para disfrutar de estas sensaciones es Arimaktore, puro teatro de cercanía en Barakaldo. Y sin embargo, «la sala lleva trece años, nosotros nueve y hay gente que aún no nos conoce. No hemos podido hacer una buena promoción. Es frustrante que en un espacio con capacidad para 50 personas te cueste meter 20», dicen Sara Barroeta y Leire Orbe.
Tanto ellas como sus compañeros -Braulio Cortés, Chema Trujillo, Alfonso Díez, Eneritz García y Soledad Carril- tienen claro que, aunque la sala cerrará sus puertas en julio, Arimaktore seguirá como compañía con su sello personal, enfocado en la comedia. 'Funeral', 'Quijote Kill', 'Siempre juntos' y 'Contra la lloradera' son algunas de sus producciones. «Queremos reír y hacer reír, sobre todo ahora que estamos con el corazón un poco roto», aseguran. «El lugar tampoco es el ideal para una sala de teatro, pero le hemos sacado las chispas que hemos podido con mucho esfuerzo». Además de las funciones dan clases y quieren mantener esta actividad.
Ellos seguirán con sus carreras, al igual que Ana Pimenta e Iñaki Salvador tras la retirada de Vaivén. Con 'El patio de las moreras', de Sandrá Ferrús, que suma tres candidaturas en la clasificación preliminar de los Max, han vuelto a demostrar cuál es su sello. Tras las últimas funciones, el 18 de abril habrá una gala de despedida en San Sebastián.
Llegan nuevas compañías y la función vuelve a comenzar. La gerente de Eskena, Amaia Ibáñez, cree que hacen falta «estrategias globales» para afrontar las necesidades del sector, entre ellas «la formación de públicos, que empieza desde la escuela». Norka Chiapusso tiene un observatorio privilegiado como director de dFeria, que cada año reúne en San Sebastián a artistas y programadores. Aprecia el dinamismo del sector -«vienen muchos directores de festivales, también extranjeros»- y a la vez observa «una burbuja importante. Las subvenciones van ligadas a las nuevas producciones y a lo mejor el circuito de exhibición no puede dar salida a todo eso en condiciones. Habrá que buscar una forma de ordenar todo eso, es un negocio muy complicado», sostiene.
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